Carnavales Eran Los de Antes
Nací en una familia de clase
media. Compuesta por mis padres, Laura, mi hermana un año y medio mayor, dos
hermanitos pequeños, y yo, que soy Marcelo. Para el tiempo en que transcurre el
relato, a mediados de los años 70, mi edad era de unos 12 años.
Aclaro
en este momento, que aunque nací varón, desde el tiempo que ocurrió esta
historia me gusta referime a mí misma en género femenino, y así lo haré durante
todo el relato.
Laura y yo, aunque de distintas
edades éramos muy parecidas, teníamos casi la misma altura y contextura, las
dos con pelo castaño claro y ojos oscuros. Nuestros rostros eran tan similares
a esa edad que mucha gente se preguntaba si éramos mellizas de distinto sexo.
Nuestra madre fomentaba las confusiones, ya que
acostumbraba a vestirnos con similar, aunque obviamente Laura usaba
faldas a veces y yo no.
A pesar
de ser físicamente tan parecidas, nuestras personalidades eran bien diferentes.
Ella era muy sociable, simpática, alegre, y emprendedora, yo en cambio fui
tímida y reservada, hasta que ocurrió lo que aquí les cuento.
Crecimos
en un barrio de la periferia de Buenos Aires donde era normal tener muchos
amigos entre los vecinos, no como sucede en nuestra sociedad actual en que vivimos
aislados de nuestro entorno social. Ambas teníamos amistades, pero ella
compartía mucho más con las suyas, se visitaban unas a otras a menudo, andaban
generalmente en grupo y hacían todo tipo de conventillos y chismeríos, como
suelen hacer las niñas de esa edad. En cambio, mis amigos eran unos pocos, todos
muy serios, yo me limitaba a jugar a veces al fútbol, generalmente cuando me
necesitaban por que faltaban jugadores para el equipo y alguna esporádica
visita a la casa de uno de ellos. Lo que más me gustaba era salir a pasear en
bici, sola o en grupo, aunque generalmente estaba en mi casa, metida en mis
asuntos.
Todo
comenzó ese verano, en época de carnavales. En el barrio había un club, una de
tantas “Sociedades de Fomento” barriales que eran lugar de reunión obligada para
todo el vecindario.
Desde mi punto de vista ese lugar
tenía importancia por tres motivos: primero porque mi padre era miembro de la
“Comisión” y eso implicaba que el poco tiempo que no estaba en su trabajo
estaba en el club, segundo porque en ese lugar estaba el único teléfono del
barrio, y tercero, pero no menos importante, era el hecho de que para toda
conmemoración patria, día de lo que fuera o fin de año y sobre todo para
carnavales se organizaban celebraciones que me resultaban muy divertidas y me
daban la oportunidad de sentirme importante.
Les
explico. Mi padre era técnico en electrónica y por esa razón en el club era el
encargado del sonido, la música y la iluminación de las fiestas, entre otras
actividades. Obviamente lo hacía ad honorem, porque le gustaba, y hasta había
comprado a su cargo los elementos necesarios. Esas cosas, que además de los
equipos incluían los discos, vinilos les dicen ahora, los guardaba en mi casa,
y como los tenía a mi alcance paulatinamente fui aprendiendo a usarlos. Para el
tiempo de este relato ya colaboraba con mi padre para montar todo, y también,
durante las fiestas, cuando él necesitaba ayuda me dejaba a cargo de la
musicalización.
Esos
eran mis únicos momentos de gloria. Todos mis amigos venían a ver que hacía y
pedir su tema favorito, los mayores se admiraban de que a esa edad pudiera
hacer ese trabajo y me felicitaban. Eso me impulsaba a tratar de aprender y
sobre todo a conocer los distintos gustos musicales de la concurrencia para
complacerlos, así comencé con lo que luego sería mi profesión de sonidista y
Dj. Pero eso es otra historia.
En mi
familia la figura principal era mi hermana, por su empatía y por ser “La Nena”
y “La Mayor”, yo siempre me sentía desplazada a un segundo plano. Inclusive
cuando nacieron los pequeños no fueron ellos los protagonistas, sino que su
presencia solo aumentó la importancia de mi hermana, ya que mi madre necesitaba
ayuda y la candidata natural para esa tarea fue mi hermana. No importaba que me
esmerara en ayudar a la par. Aprendí a limpiar, sabía cocinar aún mejor que
ella, y siempre estaba atenta a lo que mi madre necesitara, pero igualmente me sentía
siempre un escalón por debajo de Laura.
Presentado
el cuadro de situación, paso a los hechos.
Era un
sábado a la tarde, caluroso. Esa noche habría baile de carnaval en el club.
Luego del almuerzo yo había estado dando vueltas en bici con otros chicos,
hasta que las madres comenzaron a llamar para la merienda, y luego todos debíamos
prepararnos para la noche. Mi madre no me llamó, como siempre estaba ocupada con los chiquitos, igualmente
supe que era momento de volver a casa. Entré y fui derecho a la cocina a tomar
agua. Mientras lo hacía escuché a mi hermana y sus amigas charlando y sentí
curiosidad, así que fui a su dormitorio.
La
puerta estaba abierta, como siempre, ya que solo mis padres cerraban a veces su
habitación. Ni Laura ni yo acostumbrábamos pedir permiso antes de entrar en la
habitación del otro, por eso entré sin avisar, como siempre lo hacía. Apenas di
un par de pasos comenzaron los gritos.
Las
chicas estaban preparando sus disfraces y algunas estaban solo con su ropa
interior. Eso no me llamó mucho la atención, estaba acostumbrada a ver así a mi
hermana y a mi madre. Observé que sobre la cama había una cantidad de papeles y
cintas de colores, tijeras, adhesivo, todo entremezclado con la ropa que se
habían quitado.
Vi que
estaban Luli, La Alta, Rubia, Chiquita, y Mary, esas eran las mejores amigas de
mi hermana y casi siempre andaban juntas. Yo tenía buena relación con ellas
porque me resultaban simpáticas. Como todas gritaban a la vez no pude entender
lo que decían. Mi hermana inmediatamente me sacó de su habitación a los
empujones.
— ¿Qué hacés? Tarado. ¡No ves que
nos estamos cambiando!
— ¿Y?
— No podés entrar sin avisar en un
lugar lleno de chicas. Aunque sea mi habitación.
— Bueno, disculpame. Me voy, pero
no veo el problema, solo quería saber que hacían.
— Estamos preparando nuestros
disfraces. Y vos tendrías que hacer lo mismo.
— No me voy a disfrazar, tengo que
ayudar a papá esta noche, y además no tengo disfraz.
— ¡Siempre sos tan aburrido! Todos
van a ir disfrazados al club.
Las otras chicas dejaron de
gritar y comenzaron a llamar a mi hermana. Mientras me retiraba, escuché que le
preguntaban qué es lo que yo quería. Me detuve para oír la respuesta.
Les pidió
que me perdonaran, que en casa todos estábamos acostumbrados a entrar así, sin
avisar. Luego les contó que no pensaba disfrazarme. No escuché claramente la
respuesta de las chicas dado que hablaron varias a la vez, como solían hacer,
pero enseguida pude oír a mi hermana gritando.
—
¡Marce,
vení!
Esta vez me detuve en la puerta,
esperando conocer el motivo del llamado.
—
¡Pasá
tarado! Ya les expliqué y ellas no tienen problema. ¡Y queremos que si o si te
disfraces!
Al entrar vi que un par seguían
en ropa interior. Eran casi nenas, así que no tenían muchas formas, pero una ya
usaba bra. No hicieron nada por taparse.
— Hola chicas. Perdón por haber
entrado sin avisar. No quise molestar— Todas me miraron.
— No hay problema, casi todas
tenemos hermanos tan tontos como vos— Respondió Luli.
Mi hermana retomó las riendas de
la situación, como era su costumbre.
— Como te dije, estamos preparando
nuestros disfraces. Si querés te ayudamos a preparar el tuyo.
— ¿Que están preparando, de que se
van a disfrazar?
— De indias. ¿No ves las bolsas
decoradas? Seremos indias salvajes esta noche. Vi que sonrieron.
— ¿Todas irán vestidas igual?
— Sí.
—
Ah…
Ya me acuerdo. En la fiesta del Día de la Raza, en la escuela, estuvieron
vestidas así.
— Si… Parecidas. Nos gustaron esos
disfraces y es fácil conseguir lo necesario y hacerlos.
Para eso usaban bolsas de papel
grandes, les hacían orificios en los lugares y del tamaño adecuado para pasar
la cabeza y los brazos. Las adornaban, las pintaban, les pegaban papel y cintas
de color, todo imitando un diseño supuestamente aborigen. Lo que no entendí era
porque se habían sacado la ropa, en la escuela usaron esos vestidos-bolsa sobre
el uniforme escolar.
— Estuvieron lindas en esa fiesta.
A mí me quisieron vestir de indio pero no quise, me pareció ridículo. Por eso
no participé— Comenté.
— ¿Porque te pareció ridículo? Es
actuar, representar un personaje por un rato, como en el teatro o el cine.
Además… ¿Nosotras te vamos a parecer ridículas?
— No, ustedes quedarán muy lindas— Miré
a las que estaban semidesnudas.
— ¿Van a usar solo las bolsas, sin
otra ropa? Bueno… ¿Solo con ropa interior debajo? ¿No será incómodo?
— ¡Ves que sos un tonto! Hace calor
para usar tanta ropa. Y no es incómodo, es divertido sentir el papel sobre la
piel— Respondió La Alta.
— Ah..el calor… No lo pensé…
En realidad si lo había pensado,
pero quise asegurarme de que solo usarían ropa interior, podrían haber usado
shorts o mallas debajo. Me pareció raro que no hicieran eso.
— ¿Querés probarte una? Te podemos
hacer un traje de indio— Me ofreció La Rubia.
— Gracias, a mí no me parece
divertido disfrazarme.
— ¡No importa! Sacate la remera y
probate una bolsa. Y no te hagas el vergonzoso, algunas estamos también sin
ropa— Ordenó mi hermana.
Podría haberme negado y salir de
ahí, pero sentí curiosidad y accedí. Me quité la remera, pero no el pantalón
corto, y dejé que me pusieran una de las bolsas. Me quedó como hecha a la
medida.
— ¿Ves? Te queda bien. ¡Te hacemos
un traje y listo!— Intervino Luli.
— No me gusta ese disfraz. No se
preocupen, estaré bien sin disfrazarme. Como dije, voy a ayudar a mi papá y con
eso estaré feliz.
— Bueno, hacé lo que quieras. No te
vamos a rogar. Ya te lo ofrecimos. Te aviso que todos tus amigos van a estar
disfrazados, así que serás el único aburrido— dijo mi hermana.
— Es cosa mía… Pero si quieren
puedo ayudarles con sus disfraces. Se me ocurrió que puedo hacer unos
accesorios divertidos para sus trajes— Dije mientras volvía a ponerme la
remera.
— ¿Qué pensás hacer?— Interrogó Rubia.
— Puedo hacer lanzas. A unos palos
les pongo puntas de cartón y cintas de color. ¿Qué les parece? Así me perdonan
el haber entrado sin avisar.
— Es buena idea, pero tienen que
estar bien lindas— Dijo Mary.
— Perfecto. Las preparo y vuelvo.
Salí pensando en usar cañas en
lugar de palos, son más rectas y livianas, y sabía dónde conseguirlas, fui en
bici y volví con una para cada chica. Ahora sé que mi idea fue bastante
peligrosa, ellas andarían con sus “Lanzas” entre la gente durante la fiesta, y
no eran chicas particularmente tranquilas, al igual que el resto de los chicos
del barrio. Eran habituales las discusiones que se convertían en peleas a
golpes. Generalmente causadas por alguna tontería. Pero en ese momento no lo
pensé, me gustaba fabricar cosas divertidas, y me pareció una buena oportunidad
para quedar bien con las chicas.
Volví
con las cañas y fui directamente a la habitación, para mostrarles y buscar el
resto de los elementos necesarios. Cuando estaba llegando escuche la voz de mi
madre hablando con las chicas. Nuevamente entré sin avisar.
— Ya volví. Miren que lindas lanzas
van a tener, van a ser livianitas y…— No pude terminar la frase.
—
¡Qué
haces acá adentro! ¡No ves que las chicas se están cambiando!— Exclamó mi
madre.
—
No
pasa nada ma, nosotras ya hablamos de eso, y decidimos que no tenemos problema
en que entre— Respondió mi hermana.
—
No
sé... Si ellas no tienen problema quedate. ¿Qué haces con esa mugre?—Me dijo
señalando las cañas.
—
Son
lanzas para nuestros disfraces. Él se ofreció a hacerlas— Aclaró La Alta.
—
¿Él
también será un indio?— Preguntó mi madre mirándome.
—
No
quiere, dice que no se va a disfrazar— Le respondió Luli.
—
Ya
me parecía. Que haga lo que quiera. ¡Él se pierde la diversión! Ojalá tuviera
su edad. Aprovechen para disfrutar ahora que son chicos. ¡Después se acaba la
joda! Tengo que ir con sus hermanos. Y vos, Marce, cuando termines las
“lanzas”, te vas a bañar y cambiar. Aunque no te disfraces tenés que estar
vestido decentemente. ¿Entendiste?
—
Si
ma— Mi madre pasó a mi lado y me miró raro por un momento. Como examinándome.
Busqué sobre la cama las cosas
que necesitaba, luego fui al tallercito que tenía mi padre en el fondo de la
casa. Mientras fabricaba las lanzas pensé en el asunto de mi disfraz, en las
chicas sin ropa, y en cómo me había mirado mi madre.
Cuando
terminé de hacer las lanzas volví para entregarlas. Encontré a todas las chicas
con sus vestidos-bolsa puestos, algunas mirándose en un espejo que había en la
habitación y otras manipulando maquillaje, supuse que para decorarse al estilo
indio.
— Están listas. ¿Qué les parece?—
Dije, mientras mostraba orgullosamente mi obra artesanal.
— ¡Son muy lindas!— Exclamó Luli.
— Serán un accesorio muy adecuado y
útil…— Agregó mi hermana.
— ¡No son para pelear con nadie!—
Le respondí. Comprendí perfectamente a que se refería.
— ¿Cómo podés pensar eso de
nosotras? ¡Unas chicas tan dulces y tranquilas!— dijo La Alta.
— No se hagan las santas. Las
conozco bien— Entregué una lanza a cada una de las indias. Las examinaron y las
fueron dejando contra la pared, luego siguieron con lo que estaban haciendo.
— Laura, si mamá pregunta por mí,
decile que fui al club para ayudar a papá. Tiene que preparar los equipos. Que
después vuelvo para cambiarme.
— Sí, le digo. Y gracias por las
lanzas. Ojo con decir nada a nadie sobre nuestros disfraces… ¡Y mucho menos que
nos viste sin ropa!
— Seguro, se guardar un secreto.
Chau.
— Eso espero. ¡O vas a tener
problemas!— Amenazó La Alta.
— No se preocupen por eso chicas…
están muy lindas con esos trajes, nos vemos más tarde— Me fui mientras
escuchaba como volvían a cotorrear.
Cuando llegué al club mi padre ya
casi terminaba de preparar todo, así que solo pude ayudarlo un ratito.
Al
volver me cruce con unos chicos del barrio. Luego de saludarnos, preguntaron de
qué me disfrazaría. Cuando dije que no lo haría rieron, y me dijeron que
siempre era un aburrido. Después me contaron que disfraz usaría cada uno. Me
preguntaron si sabía que estaban haciendo las chicas, ellos sabían que estaban
en mi casa. Les dije que estaban preparando sus disfraces. Quisieron saber cómo
eran. Les mentí, dije que no sabía, que no las había visto.
En
cuanto entré a mi casa escuché nuevamente la algarabía de las chicas y a uno de
mis hermanitos llorando. Fui directo a cumplir lo ordenado por mi madre. Me
llamó la atención que cuando pasé frente a la puerta de mi hermana
repentinamente el cotorreo se convirtió en un cuchicheo suave. Pensé que algo
tramaban y seguí de largo. Una vez en mi habitación me quité toda la ropa menos
el slip, busqué otro limpio y fui a ducharme.
Era
normal para toda la familia andar semidesnudo en casa, por eso no pensé cubrirme
con una bata o algo similar.
Me
duché rápidamente, deseaba volver pronto al club para estar con mi papá. Una
vez limpia, peinada, y con el slip limpito, al salir del baño camino de mi
dormitorio encuentro a mi madre cerrándome el paso.
— ¿Qué hacés así, casi desnudo?
¡Están las chicas en casa y vos lo sabés!—
— Eh…si lo sé... Pero no pasa nada
ma. Paso rápido a mi pieza y listo. Además ellas no tuvieron problema en que
las vea, así que yo tampoco tengo problema.
— Marce, no es tan simple la cosa.
Ellas son chicas y vos no. Y todas no son tu hermana. Ya están creciendo y
tenés que tener un poco de cuidado con esos detalles, siempre debés respetar la
intimidad de una chica— Entendí perfectamente a que se refería.
— No son mis hermanas pero las
quiero igual, las conozco hace mucho, de chiquitas. Son mis amigas también. Ya
viste que no tuvieron problema en que las vea con poquita ropa. No te enojes
ma. No lo hago más y listo— Dije tratando de calmarla y zafar de la situación.
Repentinamente aparecieron todas
a la vez en el pasillo.
— ¡Ya decidimos de que te vamos a
disfrazar Marce!— Exclamó mi hermana.
— ¡Que decís! Ustedes están locas.
— No vamos a dejarte ir sin
disfraz, como un tonto. Te vamos a disfrazar nosotras, quieras o no— Dijo La
Alta en tono autoritario.
— ¡Ma!
— Pará de gritar Marce. Y vos Laura
explicame que es lo que quieren hacer.
— Como dijo ella. No lo vamos a
dejar ir sin disfraz. Irá con nosotras. No va a pasar toda la noche solo, sentado
al lado de los equipos. Queremos que también se divierta.
— ¿Ah sí? ¿Piensan obligarlo? ¿Se
puede saber cómo lo quieren a disfrazar?
— No lo vamos a obligar, ma. Lo
vamos a convencer, podemos hacerlo. Y el disfraz no es un secreto. Estuvimos pensando, y como no
tenemos tiempo de preparar nada especial, al ver toda nuestra ropa sobre la
cama, se nos ocurrió disfrazarlo de chica. Al baile de carnaval siempre
van hombres disfrazados de mujer y
mujeres de hombre. Debe ser divertido.
— ¡Que ideas tienen! ¿Por qué no lo
dejan tranquilo? Eso será divertido para quienes lo hacen. Ustedes son chicos
todavía y no saben nada de esas cosas.
— ¿Qué importa si es grande o
chico? Más linda va a quedar, los tipos grandes que se disfrazan de mujer
quedan muy ridículos siempre. Además como Marce es igualito a mí nos vamos a
divertir con las confusiones. Diremos que es Laura. Y como nosotras vamos a
estar todas pintarrajeadas no me van a poder reconocer— Mi hermana sonaba
absolutamente convencida. Yo no podía hablar por la sorpresa.
— No sé…Él tiene que decidir, no lo
pueden obligar. Yo no tengo problema si el acepta, pero también habría que ver
que dice tu padre.
— ¡Gracias Ma!
— No dije que lo hagan. Dije que
hay que preguntarle a tu padre.
— ¡Ma! Yo me encargo, sabés que
papi siempre me da el gusto.
— Sos terrible Laura. No quiero
pensar lo que vas a ser de grande. Pobre de los tipos que se crucen en tu camino… Está bien, pero primero hablan
tranquilas con Marce. Si logran convencerlo quiero que venga en persona a
decírmelo. ¿Está clarito?
— Si ma, gracias.
— ¿Ustedes están locas? ¡Ni soñando
me voy a vestir con ropa de chica!— Finalmente reaccioné. En realidad respondí
sin pensarlo, fue una reacción automática.
— Vení Marce, vení…No te apures a
decidir, primero vamos a hablar… Vení con nosotras.
Me agarraron y me arrastraron a
la pieza entre todas. Simulé que me resistía, pero las dejé hacer. Me gustó
sentir que me tocaban, y sobre todo, que se interesaran tanto en mí.
Cuando
llegamos a la habitación me sentaron en la cama. Recién en ese momento recordé
que seguía sin ropa, solo con el slip. Ellas estaban todas con sus trajes de
india, algunas con la cara a medio pintar.
No supe
que hacer ni decir y comencé a sentir vergüenza. En realidad no lo sentí por
estar sin ropa frente a ellas, sino porque me empezaba a gustar la situación, aunque
no sabía si era algo bueno lo que me proponían, no podía decidir si hacerlo o
no.
— Marce… ¿Te estás poniendo
colorado? No te vengas a poner vergonzoso después que nos viste a nosotras casi
desnudas. No pasa nada— Dijo mi hermana al ver que me ruborizaba.
— Si ya sé, pero…— Luli no me
permitió terminar la frase.
— Nada de peros, queremos
divertirnos y que vos también lo hagas. No podés estar siempre tan duro y a la
defensiva. Como le dijiste a tu mama, somos amigos desde siempre y queremos que
disfrutes con nosotras esta noche de fiesta.
— Si… No se… No me animo. Me da
vergüenza solo pensarlo. Y eso que ahora estoy solamente con ustedes. ¿Qué pasará
cuando esté vestido de chica entre un montón de gente? ¡Cuando me vean papá y
los chicos!
— No pasará nada malo. Si vos estás
contenta lo demás no importa. Y nosotras nos encargamos de que la pases bien. Ya
has notado que solo llevaremos solo ropa interior bajo las bolsas. ¿No pensaste
que eso también es atrevido?
— No lo pensé.
— Sí es atrevido, y por eso
queremos hacerlo. Si a otros no les parece bien es su problema. Con vos será
igual— Dijo Rubia.
— Sí… pero ustedes son chicas y
están haciendo algo que hacen las mujeres, yo no sé si me va a divertir
vestirme con ropa de mujer.
— Mirá, hagamos una cosa, te
vestís, nosotras te ayudamos, te quedás acá adentro un rato disfrazado. Solo
nosotras y mamá te veremos. Y después decidís que hacer. ¿Te parece bien?— Me pareció
una opción aceptable, ya me estaba atrayendo la idea de hacerlo, pero lo del
miedo era bien cierto. Dudando un poco les respondí.
— Chicas, antes les prometí no
decir nada. Ahora quiero que ustedes me prometan mantener el secreto si pruebo
vestirme y después decido no salir— Todas a coro asintieron, obviamente. Se
miraron sonrientes y cómplices.
— Perfecto, mientras nosotras
preparamos tu ropa, andá a contarle a tu mamá que aceptaste probar— Me dijo
Mary.
— Si chicas.
Fui con mi madre y le dije.
— ¿Marce estás seguro? Mirá que eso
puede ser divertido… o no. Me parece bien que pruebes acá un rato. Respetaré lo
que decidas, y te apoyaré pase lo que pase. Estoy segura que tu padre va a
compartir mi posición de respetarte, aunque se va a sorprender bastante si aparecés
con ese disfraz. Quiero que sepas que si lo haces, habrá gente, incluso puede
ser amigos, que te traten mal. Es un riesgo. Y dije específicamente
“respetarte” porque esto que van a hacer, que ahora les parece un juego, no lo
es tanto. Puede ser algo importante para tu vida futura. Estoy segura que tu
hermana sabe lo que está haciendo, pero de vos no estoy tan segura.
— Y yo menos, tampoco estoy seguro
ma. Reconozco que me atrae la idea, pero también me da miedo. No quiero hacer
algo que esté mal, pero tampoco quiero ser miedoso.
— No vas a hacer nada malo, además
solamente vas a probar. Puede gustarte o no. Y sé que no sos cobarde. Lo
importante es lo que sientas vos. El hecho de que estés hablando sobre esto
conmigo me muestra que sentís algo especial, o ya te habrías ido sin darle bola
a las chicas. Tenés derecho a probar, a ser vos mismo.
— Gracias ma, me aclaraste la
situación. Gracias, te quiero muchísimo.
— Andá a cambiarte que se hace
tarde— Le di un beso y fui con las chicas, bastante contenta y más tranquila.
Ellas estaban terminando de
pintarse. Sobre la cama vi que tenían mi disfraz preparado, había una faldita
escocesa con tablitas, blusita blanca, medias cortas blancas con voladito rosa
y zapatitos tipo Guillermina, como los que ellas usaban para ir a la escuela.
Noté que, excepto por los zapatos, esa ropa no se la había visto nunca a mi
hermana.
— ¿Y Marce? ¿Hablaste con mamá?
— Sí. Ya estoy listo para probar,
como dijimos después vemos que pasa.
— Así es el trato. Dejá que
nosotras te ayudemos a vestir, sabemos hacerlo mejor y más rápido— Dijo Luli.
Mi hermana y Rubia, que ya
estaban pintadas también, se acercaron. Primero me ayudaron a ponerme la
blusita, intenté abrochar los botones, pero como estaba acostumbrado a que
estuvieran ubicados en el otro lado de la prenda se me complicaba. Al ver como
lo hacía, sonrieron pero no dijeron nada. Tuvieron que ayudarme a cerrar la
faldita, ya que tenía un broche por detrás y no pude cerrarlo sola.
— Como les dije, le queda todo
perfecto— Dijo mi hermana, mientras me acomodaba la blusita bajo la pollera.
— Hasta tiene algo de cinturita—
Acotó Luli.
— Ahora Marce, sentate para ponerte
los soquetitos y los zapatos. Tené cuidado de colocar el talón en su lugar—
Nuevamente mi hermana dando instrucciones.
Hice lo que dijeron mientras
notaba la diferencia de textura entre esa ropa y la de varón. Su textura, la suavidad
de la tela y los colores eran distintos, más agradables. Acomodé lo mejor que
pude los soquetitos y luego, sin que me digan nada, me calcé los zapatos. No tuve problemas para
cerrarlos.
—
Muy
bien. A ver, parate y da una vueltita— Dijo La Alta.
Me examinaron y parecieron
satisfechas. Yo también lo estaba, aun sin haberme visto en un espejo, pensé
que quizás por eso mismo.
— Bueno, sentate de nuevo. No
queremos que te mires hasta que esté todo listo— Nuevamente La Alta ordenando.
— ¿Pero qué falta? Ya estoy listo.
— No estás, falta el maquillaje—
Respondió mi hermana.
— No hace falta, somos muy
parecidos. Sin maquillaje ya me parezco a vos. Además es solo para una prueba.
— Si, ya te parecés. Pero las
chicas nos maquillamos, es un detalle importantísimo. Así que dejanos hacer.
— Puedo hacer la prueba, estar un
rato por las casa y decidir así como estoy ahora, sin pintura. De esa forma no
tienen que despintarme si no resulta.
— No podés decidir sin estar
completa, no es lo mismo. Falta el maquillaje, el peinado y los accesorios— La
Alta respondió en tono imperativo.
— ¿Qué accesorios? ¿La pintura se
puede limpiar si no me gusta?
— Seguro que se puede limpiar. Será
un maquillaje muy suave, como el que usamos nosotras. No somos chicas grandes—
Esta vez respondió Luli.
— Si no hay más remedio sigan— Ya
estaba en el juego, me resigné a que hicieran lo que quisieran.
Con mucho cuidado me pintaron,
ojos, mejillas y labios. Luli me tomó una mano, eso me gustó mucho, rápidamente
me pintó las uñas, luego hizo lo mismo con la otra mano. Vi que todo era en
tonos muy claros como habían dicho. Me estaba gustando el juego, y como dije
antes, me agradaba ser el centro de atención de todas ellas.
Cuando terminó
con mis uñas, Luli me ordeno que no tocara nada ni moviera mis manos hasta que
secara la pintura. Mientras yo obedecía ella estuvo un rato trabajando con mi
pelo. Presté mucha atención a lo que hacía, no fuera que pensara en cortar.
Pero no, solo peinaba, cepillaba y miraba el resultado. Luego consultaba con
las otras y volvía a peinar y cepillar. Luego de varios intentos las otras
asintieron y entonces me puso un spray como el que había visto usar a mi madre.
— Listo. Tenés un lindo pelo, pero
con corte de varón. Por suerte lo tenés un poco largo. Costó trabajo pero quedó
bien. El spray es para que no te despeines, tu pelo no está acostumbrado a ese
peinado. Ahora solo faltan los accesorios— Aclaró Luli.
— Terminen de una vez, así puedo
decidir. No hay mucho tiempo.
— Si, tranquilo, ya casi estás
listo. Un poco de perfume…— Trató de tranquilizarme mi hermana.
— ¡Perfume! ¿Eso también es
necesario para la prueba?
No respondieron, simplemente
siguieron adelante. Me hicieron poner una pulserita, un collarcito de perlas
pequeñas y rosadas, y una de ella me colocó unos aritos con broche de presión
completando el juego. Eso me llamó la atención ya que mi hermana tenía las
orejas perforadas desde chica y no usaba aros de ese tipo, mi madre menos. No
supe si serían de otra o los habrían comprado. Pensé que en cualquiera de los
dos casos era evidencia de que tenían todo planeado de antemano. Esa idea me
inquietó.
—
Ahora
sí estás listo y podés mirarte en el espejo—
Dijo mi hermana.
Me olvidé del tema de los aritos,
me paré y fui directo al espejo. Quedé impactada.
—
Y…
¿Qué te parece?— Preguntó Luli, sonaba algo impaciente y nerviosa.
No pude hablar, estaba paralizada
mirándome. Reaccioné lentamente. Comenzaba a gustarme lo que veía.
Repentinamente caí en la cuenta de que todas estaban muy atentas observándome,
a mí alrededor esperando la respuesta.
— ¡Soy vos hermana! No me veo a mí.
Estoy igual a vos.
— ¡Sí! Eso queríamos lograr— dijo
mi hermana con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¡Falta un detalle chicas! Se nos
escapó algo muy importante— Exclamó Luli.
— ¿Qué? ¿Qué falta?— Respondieron a
coro las otras.
— Miren su faldita. Se nota mucho
que lleva slip y no bombacha, que hay algo fuera de lugar— Aclaró Luli. Yo
sentí un escalofrío.
— Tenés razón, eso puede arruinar
todo— Dijo mi hermana.
— Me temo que vas a tener que usar
bombacha. Total no pasa nada— Me sentenció La Alta.
— ¡Qué!... ¡Ni loco!— Exclamé
gritando.
— No pasa nada. ¿Cuantas veces usás
mi ropa y yo la tuya? ¿Qué te va a hacer? Además acordate que solo es una
prueba— Dijo mi hermana intentando convencerme.
Tenía razón en lo de la ropa.
Dado que usábamos los mismos talles, era habitual que compartiéramos la
indumentaria. Muchas veces teníamos que ir al armario del otro a buscar algo,
porque al tener ropa igual o muy parecida solía estar mal guardada. Incluso los
uniformes escolares solo se diferenciaban en que ella usaba falda y yo
pantalón, el resto era exactamente igual. Camisas, corbatas, suéter, medias y
blazers eran de uso compartido. Pero eso no incluía la ropa interior.
— ¿Es necesario para la prueba? Por
favor chicas. ¡Tengo que llegar a tanto!
— Seguro, no solo es necesario, es
fundamental para que estés exactamente igual a mí.
— Pero no estoy igual a vos ahora.
Esta ropa no es tuya. Solo reconozco los zapatos, esos sí son tuyos. Los aritos
no son como los que usan ustedes… y me parece que todas estas cosas son nuevas.
¿También me compraron una bombacha? ¡Ya tenían todo esto planeado!
— Tranquilo por favor. Si lo
teníamos planeado, y sí, son cosas nuevas. Pero la bombacha se nos escapó, lo
pensamos y no la creímos necesaria. Ahora se ve que es imprescindible.
— Entonces no hay bombacha y listo.
Será sin bombachita el disfraz... ¿Y tan seguras estaban que hasta gastaron
dinero? ¿Y de donde salió ese dinero? ¡Aclárenme todo o se termina el jueguito!
— No te enojes. Mamá y yo te
conocemos muy bien, por eso pensamos que necesitabas hacer esta prueba y entre
las dos planeamos todo. Sabemos que pensás, sentís que mamá y papá siempre solo
piensan en mí, y puede parecer cierto porque yo llamo más la atención, pero eso
funciona solo entre otras personas, no para ellos. Y menos para mí. Todos en
casa estamos atentos a vos. Por eso notamos que aparte ser tímido y reservado,
te gusta hacer tareas del hogar, cocinar y te interesás en cosas que a los chicos
de tu edad generalmente no les gustan. Hasta ellas se dieron cuenta de esos
detalles, y de que sos diferente a los otros chicos, por eso cuando les pedí
ayuda, aceptaron colaborar. Date cuenta que nunca hubieran permitido que un
chico… digamos “masculino”… las viera en ropa interior por ejemplo. Todas son
tus amigas. Te queremos y te ayudaremos a conocerte, a ser vos mismo… ¡Y de
paso vamos a divertirnos con las confusiones que se van a producir!
— ¡Me vas a enloquecer hermana! Y
sigo enojado porque me engañaron. Puede que sea como decís, que yo sea
diferente. Pero se están aprovechando. Saben que las quiero mucho a todas… Que
por eso no puedo enojarme de verdad con ustedes— Casi no podía controlar mis
nervios, mientras hablaba sentí que mi voz temblaba.
— ¡No te pongas a llorar! ¡Vas a
arruinar tu maquillaje! Mejor vayamos rápido a mostrarle a tu mamá— Ordenó
terminante La Alta.
Me volvieron a llevar entre
todas. Esta vez me dejé llevar sin oponerme. Tenían razón no solo en lo que
dijo mi hermana, también en que estaba a punto de llorar. Nunca me había
sentido así. Nunca había sentido ganas de llorar de felicidad. Encontramos a mi
madre en la cocina.
— ¡Mirá a tu nueva Laurita ma! No
le digas nada porque se va a poner a llorar. Está muy emocionada. ¿No está igualita?
— Entiendo. Si está igualita a vos
cuando te arreglás. Si no fuera su madre podría confundirlas… Y… ¡Si no se
notara su slip hasta yo me confundiría!— Obviamente mi madre supo manejar la
situación, todas comenzaron a reír, incluso yo tuve que sonreír, eso me
tranquilizó. Me invadió una sensación extraña y muy agradable cuando la escuché
tratarme en femenino.
— ¡Viste Marce… digo Laura! Desde
ahora sos Laura para toda la noche, acordate. Y teníamos razón, no podés usar
el slip. Hay dos opciones. Te ponés una bombachita o te quedás sin nada bajo la
pollera, a veces a las chicas nos resulta interesante hacer eso... Vos decidís—
Dijo mi hermana.
— Ma… ¿Qué hago?
— ¡Laura! Ni se te ocurra. La
bombacha Marce, digo Laurita, no hay otra opción, vas a estar cómoda, te lo
aseguro.
— En fin…
— ¿Sabes hermanita? Lo de llamarte
Laura también forma parte de la prueba, a ver qué te parece tener nombre de
chica.
— Ya me di cuenta. ¡Y también me
doy cuenta que no puede haber dos Lauras la vez! Ni esta noche… ¡Ni nunca!
— ¡Ah! ¡Escucharon chicas!— Exclamó
La Alta y las otras asintieron.
— ¡Si, ya decidió! Le gusta. ¡Ira
así al club!— Respondió mi hermana.
— ¡Yo no dije eso!
— Si te gusta hermanito. Hasta
estás pensando en hacerlo después. No te compliques la vida. Te gusta y listo… ¡Y
yo tengo una hermana nueva!
— Y nosotras una amiga nueva— Dijo
Luli.
— El tema de los nombres se
soluciona fácilmente, yo seré… A ver chicas, un nombre que suene a india…—
Intervino mi hermana.
— ¿Anahí?— Le dije, sin muchas
ganas, al ver que ninguna aportaba otra idea.
— ¡Gracias! Eso mismo. Por esta
noche seré Anahí. Acuérdense todas. Anahí, Anahí, me gusta. Y vos serás Laura por
esta noche, después ya veremos.
Me quedé pensando en ese
“después”. No supe contestar. Ellas habían decidido por mí, o mejor dicho,
antes que yo. En ese momento no estaba totalmente decidida a seguir con el
juego, pero si me tentaba la posibilidad. Poco a poco me había comenzado a
gustar la idea de sentirme chica.
Fuimos
todas a la pieza, incluida mi madre. Mi hermana fue directamente a su armario y
vino con una bombachita rosa.
— Laurita ponétela, seguro te va.
Está nueva, nunca la usé, hasta tiene la etiqueta todavía.
— ¿Tiene que ser rosa?
— Es la única que tengo nueva… Y ya
que lo hacemos, lo hacemos completo— Era cierto lo de la etiqueta. Agarré la
prendita con vergüenza.
— ¿Se van a quedar todas ahí
paradas, mirando cómo me cambio?
— No vamos a ver nada. Podés
sacarte el slip y ponerte la bombacha sin subir la falda. No es difícil.
Supongo que no vas a pretender que te ayudemos con eso. Y no vamos a salir a
esta altura— Dijo La Alta.
— No exageren chicas. Salgan un
momento, yo le ayudo si hace falta— Intervino mi madre.
— Si ma— Respondió mi hermana.
Todas salieron de la habitación.
Hice como dijo La Alta. Con
cuidado de no levantar la falda, bajé mi slip y me lo quité, luego tomé la
bombacha, la examiné y le quité la etiqueta de papel.
— La parte más ancha va para atrás.
La etiqueta que está cosida también— Dijo mamá al ver que examinaba la
prendita.
— Si Ma, ya me di cuenta.
Pase un pie y luego el otro por los
respectivos agujeros y la subí. Se me complicó acomodarla en su sitio sin
levantar la falda. Me quedó mal calzada y estaba incómoda. Mis testículos
quedaron dentro solo en parte, la punta de mi pene estaba apretada por el
elástico superior, y la cola mal calzada. Miré a mi madre y ella se acercó.
—
Dejá
que te ayude. Soy tu madre.
La deje hacer sin decir nada. Me
levantó la falda, bajó un poco la bombacha, puso mi pene hacia atrás, la volvió
a subir y me acomodó los testículos para que no escaparan. Luego me acomodó el
trasero y finalmente volvió a bajarme la pollera.
— Listo. ¿Viste que no es tan
difícil?
— Si ma. Gracias.
— Decime algo antes que entren las chicas. ¿Ya
se te para el pito?─ Esa pregunta me tomó por sorpresa, tarde un momento en
responder.
— No lo he notado, ma.
— Bueno. Seguramente va a pasar
pronto, es normal. Es muy probable que pase esta noche con esta ropa y toda
esta situación. ¿Vos sabés por que pasa eso, cierto?
— Si, papá ya me explicó todo en
detalle. Se va a parar si me excito sexualmente. Pero eso no me pasó nunca y con
el miedo que tengo no creo que pueda excitarme esta noche.
— Si seguís así vestida, y ya es
obvio que lo harás, seguro te vas a excitar. Ya se te pasarán los nervios. Por
eso vamos a tomar una precaución. Sería muy incómodo que apareciera un bultito
en tu faldita cuando estés en público— Dicho esto fue al armario de mi hermana
y volvió con otra bombacha parecida a la anterior.
— Ponétela sobre la otra. Seguro
que entre las dos van a mantener tu pito bien guardado.
— Si Ma— Me puse la otra bombacha
sin problemas.
— ¿Y, qué tal? ¿Es muy incómoda?
— No. Está bien. Solo algo
ajustada, pero no me molesta.
— Bueno. Si te molesta mucho vas a
un baño y te sacas una…A propósito, vas a tener que ir al baño de mujeres si te
dan ganas. No te olvides de ese detalle.
— No voy a ir al baño, y listo.
¿Cómo voy a ir con las mujeres? Y menos al de varones con esta pinta.
— Si te dan ganas mejor vas al
baño, sería peor si te ensuciás encima.
— Si veo que me vienen ganas me
vuelvo a casa rapidito y listo.
— Espero que no sea necesario.
— Iré antes de salir. Además puedo
venir durante la noche por las dudas, antes de tener un apuro.
— Es buena idea. ¡Chicas ya pueden
volver!— Las chicas entraron automáticamente, me pareció que habían estado oyendo
lo que hablábamos mí madre y yo.
— Ahora si está perfecta, es
totalmente Laurita— Dijo mi hermana mientras me examinaba en detalle.
Las otras asintieron. Yo estaba
metida en la sensación de las bombachas ajustadas y calzadas en mi cola. Me
pareció muy agradable.
— ¡Vamos Laurita! Vamos a caminar
un poco por acá, para ver cómo te movés. Habrás notado que las chicas caminamos
y nos movemos distinto que los chicos— Dijo La Alta, siempre dando órdenes.
— Sí. Vamos— Mi hermana apoyó esa
orden.
Luli me tomó de una mano, y me
llevó a dar una vuelta por dentro de la casa. Mary caminaba adelante nuestro,
mostrando cómo moverme, y el resto detrás observando el resultado. Mi madre nos
miraba de lejos. Traté de imitar a la modelo.
— No Marce… digo Laura. Así no, con
más suavidad. Lo hacés muy exagerado— Me dijo Luli.
— Si más suave, como si flotaras—
dijo mi hermana. Seguimos así un rato. Yo intentando y ellas dando
indicaciones, hasta que mi madre interrumpió la clase.
— Basta chicas. No va a aprender en
un ratito. Se mueve mejor cuando no intenta imitarlas. No le compliquen la
vida. Solo van a lograr que lo haga peor, se ponga más nerviosa y que esté
incomoda toda la noche.
Al escucharla noté que continuaba
refiriéndose a mí en femenino. Creo que fue en ese momento decidí que esa era
yo. No justamente Laura como mi hermana, pero me sentí una chica por primera
vez.
— ¿Chicas, puedo probar yo sola? Creo
que ya entendí como hacerlo.
— ¡Dijiste “yo sola”! ¿Cómo te
sentís?— Mi hermana siempre atenta.
— Me siento bien, aunque me da
vergüenza reconocerlo…Me siento chica, y me gusta mucho. Igualmente, todavía no
estoy muy segura de salir así esta noche. ¿Podría quedarme y probar tranquila
en casa? Cuando esté bien segura saldremos juntas en otra ocasión.
— No. Si no lo haces ahora después
será peor. Estar tratando de lograr seguridad sería una tortura. Ahora te
sentís cómoda aquí, seguramente cuando estés en público vas a estar nerviosa,
pero eso se irá pasando. De la misma forma que hace poco te parecía ridícula la
idea de vestir ropa de mujer y ahora te gusta, cuando te acostumbres, vas a
poder disfrutarlo en público sin ningún problema— Dijo mi mamá.
— Y además nosotras no nos tomamos
tanto trabajo para arreglarte por nada. Ya reconociste que te sentís cómoda,
así que, vamos y listo. Nosotras estaremos con vos todo el tiempo— La Alta me
cerró toda posibilidad de retroceso.
Me aleje caminando lentamente,
sin esforzarme para parecer femenina, simplemente caminaba tratando de poner
los pies un poco más juntos que lo normal y moverme con suavidad, esto último
me costó bastante trabajo lograrlo, por los nervios que sentía.
— Creo que está bastante mejor que
antes. Tenés razón mamá. Mejor no insistimos en esto, lo importante es que se
sienta cómoda— Opinó mi hermana.
— Ya casi es hora de que salgan, es
mejor que lleguen cuando no haya mucha gente, así conseguirán una ubicación
adecuada. Seguro que tu padre debe haber reservado mesa, pero a él le gusta
estar en medio del bullicio. Díganle que queremos estar en un lugar algo
reservado, más tranquilas. Seguro va a entender el motivo— Dijo mi madre.
— Si Ma— Mi hermana le respondió.
— Bien. Pero antes de salir pasan
todas por el baño. ¡Sin excepciones!
Preferí ser la última en ir al
baño. Pensé que así tendría tiempo extra para arrepentirme, aunque ya tenía
asumido que iría. Me estaba comenzando a intrigar que ocurriría cuando los
conocidos, y sobre todo mi padre me vieran como Laura.
Las
chicas fueron pasando al baño. Las que esperaban turno se revisaban su pintura
india, atuendos y cabello. Casi todas tenían pelo largo y se lo habían atado
con cintas de color, realmente no parecían indias, por lo menos no como las que
veíamos en las películas. Estaban simpáticas así vestidas, todas casi iguales, solo
se diferenciaban por los dibujos de sus vestidos-bolsa y de sus caras. Yo las
identificaba perfectamente, pero seguramente quienes no las vieron prepararse
tendrían dificultades para hacerlo. Solo La Alta y Rubia eran fáciles de
reconocer, las otras eran bastante parecidas entre sí. Además de las cintas en
su cabello también se habían puesto adornos en el cuello, brazos y piernas. En
sus sandalias lucían botones, cuentas y otras cosas coloridas. Pensé que en
realidad lo único que las definiría como indias serían las lanzas.
Mientras
pensaba, caminaba por la casa sin esmerarme para parecer femenina. Sentí cómoda
la ropa, principalmente los zapatos. Llevar falda era muy distinto a usar
pantalones, tendría que tener cuidado con mis movimientos. Decidí probar como
sentarme y lo hice tratando de ser femenina, me pareció que lo había hecho mal,
me paré y repetí la maniobra varias veces. Tan concentrada estaba que no note que
un par de chicas me observaban.
— Seguí practicando. Ya casi te
sale, pero todavía pudimos ver tu bombachita cuando te sentás y parás. Y cuando
estés sentada junta las piernas, o cruzalas bien cerradas, con esa faldita
corta se te ve todo si no lo hacés así, como lo hacemos nosotras— Me recomendó Luli—
Se acercó a una silla y me mostró cómo hacerlo.
Continué practicando hasta que me
tocó el turno del baño. Cuando estuve frente al inodoro baje con cuidado las
bombachas y subí mi pollera. Ya estaba por soltar el chorrito de pié, como
siempre lo hacía, pero pensé que no sería adecuado. Aun cuando nadie me viera,
me pareció que ante mi misma debía portarme como señorita. Me senté y oriné.
Mientras lo hacía noté que, aunque no me vieran, igualmente escucharían el
ruido que hacía mientras orinaba parada, en cambio sentada casi no había ruido.
Al terminar, como estaba sentada no pude sacudir mi pene para que saltaran las
últimas gotas, como me había enseñado mi padre. Tomé un trocito de papel
higiénico y me sequé cuidadosamente. No quería manchar mi ropita y menos tener
olor desagradable. Eso me llevó a recordar el perfume que me habían puesto las
chicas. Me pareció muy agradable, suave y notaba un ligero aroma frutal.
Una vez de pié llegó el momento
de subir las bombachas y acomodar todo nuevamente. Al principio no pude hacelo
ya que la faldita estorbaba. Se me caía o quedaba atrapada también. Tras
algunos intentos lo conseguí, mi pene quedo hacia atrás y mis testículos bien
guardados. Subí la segunda bombachita y me moví, como para sentir si estaba
todo como antes y bien firme. Satisfecha, acomodé la faldita y controlé la
blusa. Me miré en el espejo y vi que seguía siendo mi hermana la que estaba del
otro lado. Salí tranquila del baño.
— ¡Por fin!! Tardaste más que una
niña real– Me atajó La Alta.
— Es que me costó que todo
estuviera en su lugar… la ropa digo— Las chicas se miraron entre si y
sonrieron. Mi madre intervino.
— Como ustedes mismas dijeron, quiero
que se mantengan siempre juntas. Si necesitan separarse por algún motivo, que
ninguna quede aislada. No es solo para cuidar a Laurita, tienen que cuidarse
todas. Yo no podré ir hasta que llegue la chica que cuida los peques. Y todavía
falta un rato. Mi esposo seguramente estará ocupado con los asuntos del club,
aunque esta noche va a tener un motivo especial para prestarles más atención.
Sus padres y madres también estarán para cuidarlas obviamente, pero entre tanta
gente es difícil que lo hagan todo el tiempo, y ustedes seguro tampoco van a
querer tenerlos encima durante toda la noche. Si quieren libertad tienen que
ser responsables y cuidarse ustedes mismas. ¿Entendido?
— ¡Si, si!— Respondimos todas a
coro.
— Si llego a ver que alguna está
sola, Laurita y… Anahí se quedan en la mesa sentadas toda la noche, y el resto
se va con sus familias. En cuanto llegue les diré a sus padres que hagan igual.
Ustedes conocen el ambiente. Son todos buenos y amables hasta que algunos se
ponen borrachos. Además siempre hay extraños. Por eso deben estar muy atentas a
todo lo que ocurre a su alrededor.
— ¡Sí!— Nuevamente el coro.
— Bueno, vallan entonces. En cuanto
lleguen van con su padre y le avisan que llegaron, para que conozca a la nueva
Laura. Se la presentan en cuanto lo vean y le explican cuál es el juego que
planean. Ni se les ocurra tratar de engañarlo también a él.
— Si mamá— Respondió Anahí.
— Y vos Mar… Laurita, me confundo
con los nombres, espero que no pase, pero si te sentís incómoda o querés volver
por cualquier motivo, se lo decís a ellas y vuelven inmediatamente. Si yo estoy
allá, me avisan en el acto, así volvemos juntas.
— Si ma— Respondí.
— Si ma— mi hermana dijo lo mismo.
Mi madre nos dio un beso a cada una. Luego fuimos saliendo
mientras la oíamos decir que le gustaría tener nuestra edad.
La casa
tenía un jardín al frente, al salir estuvimos en él. Ya era casi noche y
estaban encendidas las pocas luces que había en la calle. Las indias fueron
directamente a la puertita que daba a la vereda y salieron, yo las seguí. Sentí
la brisa bajo la pollerita, era una sensación nueva y agradable. Me detuve
antes de cruzar la puertita.
— Vamos, se hace tarde— Me apuró La
Alta.
— ¿Ahora qué te pasa?— Preguntó mi
hermana.
— Quiero ver si hay alguien cerca
en la calle antes de salir.
— Tranquila. No veo a nadie. ¿Pero
cuál es el problema? Si en un ratito vamos a estar entre mucha gente— Me dijo
Mary.
— Quiero caminar un poco tranquila,
sola con ustedes, para acostumbrarme a estar afuera.
— Dale, caminá y listo. Es como
tomar un remedio feo, mejor de un trago y no darle vueltas— Nuevamente Mary.
La Alta y Luli me tomaron una cada mano y comenzamos a
caminar. A los pocos pasos Mary notó que habíamos olvidado las lanzas y salió
corriendo a buscarlas, las otras esperamos que regresara.
En eso
pasaron por la calle un par de chicos. Inmediatamente los identifiqué y quedé
petrificada. Parecían algo apurados, nos saludaron sin detenerse.
— Hola chicas. ¿Ya van al club?
Todavía es temprano. Nosotros vamos a buscar a los otros y a ponernos los
disfraces. Las vemos allá. Ah… ¡Están muy lindas así disfrazadas!— Las chicas
respondieron el saludo, yo seguía congelada.
— ¿Viste que no pasó nada? Ni se
dieron cuenta quien es quien. Saben quiénes somos solo porque seguramente nos
vieron salir de casa— Dijo mi hermana para tranquilizarme.
— Si…Anahí. Ni siquiera se dieron
cuenta de qué estamos disfrazadas— Dijo La Alta.
— Será por la oscuridad— Opinó
Luli.
— No. Sin las lanzas no parecen
indias. Realmente no se sabe de qué son sus disfraces— Les dije.
— ¿Te parece?— Preguntó mi hermana.
— Seguro. Se esmeraron en todo,
menos en parecer indias. Están lindas y llamativas pero sin lanzas no son
indias. Además no reconocieron quien soy en realidad porque está oscuro, en eso
tiene razón Luli.
— Lo de los disfraces puede ser,
pero no importa, ya llegan las lanzas. Y tendrás a las indias guerreras. Pero
quédate tranquila. Estás perfectamente igual a mí, vos misma te miraste al
espejo y lo dijo mamá.
— Si, somos tu escolta de indias
guerreras— Dijo entusiasmada La Alta.
Llegó Mary con las lanzas, las
repartió y pudimos continuar nuestro camino. Mientras avanzábamos algunas
chicas agitaban sus lanzas y reían, una aullaba como se supone hacen los
indios. Se las veía a todas muy felices. Yo seguía de la mano de mis dos custodias
guerreras mientras caminábamos.
— Laura, sé que estas nerviosa,
pero no me estrujes tanto la mano. Me está doliendo, aflojá un poco— Me pidió
Luli.
— Perdoname, no me di cuenta— Al
responder reparé en un detalle. Mi voz
no era igual que la de mi hermana. Aunque no tenía todavía una voz muy masculina, no era ni parecida a
la suya.
— ¡Chicas! Cuando hable todos se
darán cuenta que no soy Laura. Que ni siquiera soy una chica. Y los que me
conocen sabrán quien soy.
— Ya pensamos en eso. Estarás con
anginas o algo en tu garganta, no podrás hablar y si necesitas hablar, lo harás
muy bajito y como si estuvieras ronca. Probemos— Dijo mi hermana.
— Mejor no hablo para nada y listo.
— Probemos por las dudas. Para que
te quedes tranquila. Dale intentalo— Insistió.
Hice lo que me pidió. Dije un par
de frases con voz muy baja y tratando de sonar ronca. Hasta tosí un poquito.
— ¡Perfecto! Te salió a la primera.
Desde ahora hablá así y ya te vas acostumbrando
— Ahora soy Laurita la mudita. Y me
salió bien porque estoy temblando de miedo. ¡Siento que mis piernas se aflojan,
quiero volver chicas!
— ¡Dale! No seas tonta, no nos
arruines la noche. Si querés paramos un poco hasta que te tranquilices— Dijo mi
hermana.
— No, mejor sigamos, es como dijo
Luli, lo malo, mejor de un trago.
— Quedate tranquila. Estás perfecta
y muy linda. No lo decimos para convencerte. Es la verdad. Como varón no sos
feo, pero a mí me parece que estás mucho más linda así. ¿Chicas que dicen?— Pensé
que Luli solo trataba de darme ánimo. Todas asintieron, obviamente.
Nos acercábamos a las luces que
adornaban la entrada del club. Pensé que las habría puesto mi padre, y que así
vestida, ya no podría ayudarle a guardarlas al terminar la noche.
— Chicas, todo está muy lindo. Les
agradezco todo lo que hacen por mí, y espero que se diviertan mucho. Pero yo no
voy a poder hacer esta noche lo que quiero. Lo único que me gusta de estas
fiestas es ayudar a mi papá y poner música.
— ¿Porque no vas a poder? ¿Acaso
una chica no puede pasar música?— Me preguntó Luli.
— Sí. Las chicas pueden. Pero si lo
hago arruino todo su plan de la confusión. Todos sabrán en el acto quien soy
porque papá no deja a nadie más tocar su equipo. Y segundo, no sé si a él y a
los otros de la comisión les parezca bien que un chico disfrazado de chica suba
al escenario. Los equipos están ahí arriba para evitar que los borrachos
molesten o los rompan.
— Mirá para nosotras importa menos
el plan que vos. Además, no es necesario que pases música desde que lleguemos.
Seguramente papá va a tardar un rato en necesitar ayuda, y para ese tiempo ya
habrá terminado la broma— Mi hermana trató de convencerme.
— Subir al escenario no es ningún
problema. ¿Acaso no suben los participantes del concurso de disfraces? Siempre
se anotan disfrazados del sexo opuesto, y te aseguro que ninguno de esos
participantes va a estar tan linda como vos. Siempre son muy ridículos los
hombres disfrazados de mujer, en cambio las mujeres vestidas de hombre
generalmente están mejor producidas. Pero los tipos están muy grotescos, mal
afeitados y con todas las piernas peludas, a mí en lugar de gracia me causan un
poco de repulsión—Pensé que Mary tenía razón, las demás chicas coincidieron con
ella.
— Estoy de acuerdo con vos, pero la
que tiene que subir soy yo. Como dijo Anahí, para ese momento habrá terminado la broma y todos sabrán quien
soy en realidad, y los que no lo sepan, lo sabrán en cuanto toque una perilla.
No sé si me animaré a subir al escenario como Laurita.
— Ya veremos qué pasa. Si te sentís
muy mal, simplemente volvemos a casa para que te cambies y vuelvas como Marce.
Por lo menos entremos y veamos qué pasa. ¡Por favor hermanita!
— Como le dijiste a mami, siempre
te salís con la tuya.
Seguimos caminando. Ellas
charlando, jugando y riendo. Yo atenta al entorno, pensando en lo que vendría.
— Laurita, no te encierres como
siempre, estás con tus amigas. Hablá con nosotras, participá. Así te vas a
tranquilizar y acostumbrar. Y terminá con la cantinela del miedo y la
vergüenza— Me dijo Luli.
— Me gustaría, pero en este momento
no me sale hablarles de otra cosa.
— Contanos que te parece la ropa
que llevás. ¿Es más cómoda que la de hombre?
— Si Luli, resulta más cómoda. Es
más suave, y me parece mucho más linda.
— ¿Incluso la bombachita?— La Alta
logró que todas soltaran una risita.
— Si, incluso las bombachas. Y por
favor no se rían de mí, me hacen sentir mal.
— Perdón, perdón. Es que resulta
divertido.
— ¿Escuché mal, o te equivocaste?
Dijiste “las bombachas”. Tu hermana te dio una sola— Solo Luli notó ese
detalle.
— Mamá me hizo poner otra encima.
— ¿Por qué?
— Por seguridad…No me hagas
explicar, ustedes no son tontas.
— Ahhh… Si, entiendo…
— Gracias.
— No tenés que tener vergüenza de
hablar temas como ese con tus amigas. O sea con nosotras. Entre chicos no
hablan de eso, pero las chicas si lo hacemos. Somos mucho más abiertas y
hablamos de todo, inclusive de sexo y de todo eso, no nos da vergüenza hacerlo—
Dijo mi hermana.
— Bueno. Como soy una chica
nuevita, me da vergüenza todavía.
— Ya te vas a acostumbrar.
— Para nosotras ahora sos una chica
más. Por lo menos mientras quieras serlo— Afirmó Luli.
— Ya lo sé, gracias por tenerme
tanta paciencia…
— ¡No vuelvas a ponerte
lacrimógena!— Exclamo casi con fastidio La Alta.
— No, no.
Casi estábamos en la entrada del
club. Vi que, aparte de los dos porteros, había un grupito de personas
charlando y otro grupito que se acercaba a paso lento. Sabía quiénes eran esos
porteros, los conocía bien, eran dos muchachos de unos veinte años, bastante
fuertes y grandotes, y también bastante brutos de carácter, muy adecuados para
esa función. Traté de evitar pensar en que tendría que pasar por su control. En
lugar de eso, me dediqué a tratar de identificar a los otros, todos eran
adultos, hombres y mujeres, y no pude reconocer a ninguno.
— Vos tranquila, dejanos hablar a
nosotras y seguinos— Me dijo mi hermana en voz baja.
— Sí. Tengo miedo.
— Ya lo sé. Tranquila que no pasa
nada.
Llegamos y las chicas encararon
la puerta decididamente. Uno de los porteros nos saludó.
— Hola chicas, llegan temprano.
¿Vos sos Laura, no? Tu papá los espera a tu hermano y a vos. ¿Las otras son
todas del barrio? No puedo identificarlas así pintadas.
— Todas menos ella que es Anahí. Es
prima mía, y vino de Paraguay. Laura esta con algo en la garganta y le molesta
hablar, y Marcelo se fue a pasar la fiesta con sus abuelos. Venimos temprano
para avisarle eso a su padre— Le aclaró al portero La Alta.
— Pasen chicas. Cuídate la garganta
Laurita.
Pensé en asentir pero no pude
hacerlo. En cuanto las chicas comenzaron a caminar, las seguí sin soltar sus
manos, sentí que los dos porteros nos miraban. Varias chicas lindas y todas con
vestidos cortitos, aunque fuéramos muy menores a ellos seguro que miraban nuestros
traseros.
—
Viste,
no pasó nada, entramos y listo. Seguro los dos babosos nos miran. No se te
ocurra darte vuelta. Acostumbrate, eso pasa siempre si sos mujer, no importa si
sos grande o chica, linda o fea, los tipos te miran el trasero siempre que
pueden.
No respondí. Estaba ocupada
observando si había alguien cerca y tratando de ubicar a mi papá. Vi unas
personas acomodando las mesas y sillas, unos pocos asistentes desperdigados y en
el escenario no había nadie. Sonaba la música pero mi padre no estaba a la
vista. Supuse que habría tenido que dejar puesto un disco e irse, dejando solos
los equipos, todo porque yo no estaba para ayudar. También pensé que era mejor,
porque no tendría que subir para saludarlo, eso siempre que lo encontráramos
mientras estuviera solo.
Las
mesas eran tablones sobre caballetes cubiertos con papel madera, varias veces
había ayudado a prepararlos, estaban dispuestos alrededor de un gran espacio
libre, esa era “la pista de baile”. En el lado opuesto a la entrada estaba el
escenario. Era una tarima de más o menos un metro de alto con una escalera a
cada lado. Estaba adornado con luces y banderines de color, como el resto del
lugar. Al fondo lucía un supuesto telón formado por una lona pintada con
grotescos dibujos carnavaleros.
En uno
de los lados del club estaban los baños, la cantina, la oficina, todos en fila.
Eran construcciones bajas, algo precarias y con techo de chapa. Esas
construcciones y las paredes perimetrales habían sido encaladas para la
ocasión.
Del
lado opuesto a esas construcciones habían formado una especie de barra o
mostrador con caballetes y tras ella, aunque no se podía ver, estaban los
tachos con bebidas enfriándose en hielo
y las parrillas, que ya humeaban. En un rincón estaba el puestito donde vendían
serpentinas, papel picado y otros artículos afines a la celebración.
Caminamos
por un pasillo que cruzaba entre las mesas hasta llegar a la pista. Las chicas
se pararon justito en su centro.
— ¿Porque nos paramos acá, donde
todos nos miran? ¿No podemos seguir hasta otro lugar más discreto?— Dije.
— Tranquila, nadie nos da bola.
Solo somos un grupito de chicas. Desde acá podemos ver todo el club, para
ubicar a tu papá— Dijo La Alta.
— Eso intento, pero no lo veo.
Deben están reunidos en la oficina. Y yo tendría que estar cuidando los equipos
ya que él está ocupado.
— Ya vas a ir— Trató de conformarme
Luli.
— Ustedes se quedan por acá.
¿Entendés Laurita? No traten de esconderse porque eso sí que llamaría la atención.
Yo voy con Luli a ver si lo encontramos. Si nos ven salir con el entonces
vallan al rincón donde está el árbol grande. Ahí podemos hablar tranquilas con
papá, a ese lugar no suele ir nadie— Dijo mi hermana.
— ¿Porque mejor no vas con Mary? Yo
prefiero quedarme acá— Dijo Luli.
— Bueno, es lo mismo. ¿Mary querés
venir?— Dijo mi hermana mientras miraba raro a Luli.
— Si— Respondió Mary y se fueron
caminando entre el mar de mesas.
Cuatro de las indias quedaron
conmigo y las otras dos fueron a buscar a papá. Tuve ganas de decirles que en
realidad el árbol era muy concurrido. Era un lugar que los chicos y los
borrachos utilizaban para orinar cuando los baños estaban ocupados. Pero
todavía no era ese momento. Pensé que yo conocía bien el club y todo su
movimiento, ellas no.
— Mientras ellas van, nosotras
podríamos buscar una mesa, como dijo tu mama. ¿Podría ser cerca del árbol? Ahí sería
un lugar discreto.
— No Chiquita, cerca del árbol
mejor no. Habrá mucha mugre, todos los borrachos terminan yendo para ese lado.
Es mejor a los costados del escenario, un poquito alejados. Desde ahí no se ve
bien el espectáculo y la gente no quiere sentarse ahí. A mi papá le gustará
estar cerca del escenario y si puedo ir para ayudarlo también me gustaría estar
cerca.
— Vamos a buscar por ahí entonces—
Propuso Chiquita.
— Mejor esperemos como dijo Laura…
digo Anahí. No quiero que tenga que andar buscándonos. Si esos lugares no se
ocupan rápido tenemos tiempo para buscar la mesa. Creo que ella tiene razón,
acá paradas no llamamos tano la atención como si estamos dando vueltas— Dijo sensatamente
La Alta.
Mientras charlábamos vimos
aparecer a mi padre acompañado por las dos indias. Mi hermana hizo señas para
que fuéramos. Lo hicimos sin perder un segundo. Caminé pensando en cómo
reaccionaría mi papá. Me tranquilizaba algo lo que había dicho mi madre, pero
igual estaba nerviosa.
— ¡Hola chicas! Están todas muy
lindas. Y vos… Laura también. ¿Esta noche sos Laura, como tu hermana y ella es
Anahí cierto?— Eso dijo papá mientras nos miraba a mi hermana y a mí
alternativamente, Anahí asintió con la cabeza.
— Vos estás perfecto como Laura,
realmente parecés tu hermana. Las felicito a todas por los disfraces. Seguro se
van a divertir mucho— Yo no podía hablar, pero mi hermana reaccionó
inmediatamente.
— Linda pa, es Laura y está linda.
Por favor, tené cuidado o nos vas a arruinar el juego.
— Si hija, como quieras. Tu madre
seguro ya les dio las instrucciones necesarias para que se cuiden. Así que no
voy a insistir con eso, solamente les pido que me avisen ante el menor
problema.
— ¡Si señor!— Respondieron las
indias a coro.
— Cambiando de tema. Con esos
lindos trajes tienen que participar en el concurso de disfraces. Seguro tienen
muchas posibilidades de ganar y hay buenos premios. ¡Hasta algunas bicis!
— No sé si podremos papá. Tenemos
que estar siempre juntas, no podemos separarnos para nada.
— Pueden participar en grupo, es
válido hacerlo.
— ¿Cómo?— Preguntó La Alta.
— Se anotan todas juntas, se tienen
que poner un nombre. Por ejemplo “Las Indias del Barrio”, y se anotan. Después
participan juntas, desfilan, saludan, todo juntas.
— ¡Pero la Laurita nueva no es
india!— Exclamó Luli.
— Inventen algo, ya se les va a
ocurrir. Pero no pierdan la ocasión, tienen buenos disfraces, son lindas y
simpáticas, casi seguro que ganan. Y yo estoy en el jurado…
— Vos no sos tramposo— Dijo
alarmada mi hermana.
— No será necesario que haga
trampa, te lo aseguro.
— Lo pensaremos... Mamá también nos
pidió que buscáramos una mesa en lugar discreto. Laurita ya nos dijo dónde. A
los costados del escenario, dijo que ahí no va mucha gente.
— Es cierto. ¿Porque no hablas vos
Mar… digo Laurita?
— No tengo la voz de Laura, y para
no delatarme nos pusimos de acuerdo en que no hable si no es para algo muy
importante.
— Con papá no pasa nada. ¡Tarado!
— ¿Ves? Vos misma vas a arruinar tu
plan. Me dijiste tarado, y casi a los gritos.
— Basta chicos. Busquen la mesa y
pidan que se la reserven en la barra. Marc… Laurita sabe cómo hacer eso. A
propósito de saber… ¿Podrás ayudarme con la música esta noche? ¿Cuento con vos?
— Si pa. Me puedo cambiar, solo
avísame un rato antes.
— No es necesario que te cambies,
podés ayudar disfrazado, no hay ningún problema.
— ¿Seguro?
— Sí. No te cambies solamente para
eso.
— Bueno, contá conmigo. Con o sin
disfraz te ayudo.
— Perfecto.
Cuando papá se fue nosotras
comenzamos a ir hacia la zona indicada para buscar mesa.
— Viste que no pasó nada. Sonsa.
— Si pasó, vos me gritaste y me
trataste de varón. Y me parece que papa no entendió lo que significa esto para
mí. Siempre dijo “disfraz”. No dijo tu ropa ni nada parecido. Piensa que para
mí es solo un disfraz para jugar esta noche, sin otra importancia, y no es así.
— No te preocupes por eso. Mamá y
yo te entendemos. Ella se va a ocupar de explicarle a papá.
— Espero que sea todo como dijo
mamá. No quiero que papá deje de quererme.
— Ni lo pienses, siempre nos van a
querer, somos sus hijos... mejor dicho, ahora somos sus hijas.
— Si… eso espero.
— Terminen con el novelón. Vamos a
buscar la mesa de una vez— Dijo La Alta.
Una vez que elegimos la mesa
había que ir a la barra, que no estaba muy alejada, y reservarla. Les expliqué
como era el trámite, muy sencillo. Mi hermana nuevamente intentó ir con Luli,
pero ella volvió a negarse, así que fue con Mary como antes. El resto nos
sentamos en la mesa a esperarlas, nos acomodamos de forma que pudiéramos
verlas. Me senté con todo el cuidado que pude. Aunque tenía la mesa delante se
podía ver sin problemas desde el otro lado por la parte inferior, así que mantuve
las piernas bien juntitas.
Sentí la madera áspera de la
silla en mi piel. La pollera corta no llegaba a cubrir todo mi trasero cuando
estaba sentada, así que parte quedó en contacto con la madera. Pensé que con
pantalones, aunque fueran cortos no pasaba eso.
Mientras
las mirábamos, vimos al que las atendía saludando con la mano en alto, todas
respondimos el saludo. Al rato volvieron mi hermana y Mary.
— Pudimos reservar sin problema,
nos dieron este papel para que lo peguemos sobre la mesa—Dijo entusiasmada mi
hermana, mostrando un papel con unas cintas adhesivas que tenía nuestro apellido
escrito.
— Vieron que no era complicado. ¿No
te reconocieron?
— Para nada, al contrario.
Preguntaron porque no habías ido vos para ayudarles como siempre. Les conté la
historia de los abuelos, de Laura la muda y que soy Anahí— Cuando escucharon,
las indias sonrieron, su juego estaba en macha.
— ¿Y porque nos saludaba?— Preguntó
Chiquita.
— Saludaba a Laura solamente.
Cuando le dije que estaba en la mesa, el tipo miró, y la saludó. O sea, me
conoce y me tenía enfrente hablando con él y no pudo reconocerme. Además pensó
que Laurita era yo. ¡Funcionó todo perfectamente!
Las indiecitas estaban todas
alborotadas, comenzaron a reír. Mi hermana pegó el papel como le indicaron.
— Vieron, otro que cayó y van dos.
Te saludó y todo— Dijo mi hermana.
— Me vio de lejos.
— No está tan lejos.
— Buenos chicas… ¿Que hacemos
ahora?— Preguntó La Alta.
— Tenemos que esperar un poco que
venga su madre— Le respondió Luli, que estaba sentada a mi lado.
— Chicas. ¿Cómo hacen para sentarse
sobre estas sillas? No solo están bastante sucias, sino que tienen astillas.
Varias veces ayudando a ordenarlas me clavé alguna.
— Estamos acostumbradas a tener
cuidado. Cuando usas falda corta siempre tenés que mirar antes de sentarte— Me
respondió Chiquita.
— No es muy higiénico, vamos a
ensuciarnos el trasero y la ropa interior.
— Es un precio que pagamos por ser
coquetas— Dijo Mary.
— Ustedes serán coquetas. Yo uso
esta ropa, pero la eligieron ustedes, así que no soy coqueta.
— Mirá Laurita. Ser coqueta no está
mal, y ya veremos si sos coqueta o no— Dijo mi hermana.
Estuvimos unos minutos sentadas
mirando la gente que ingresaba. Todos recorrían el lugar eligiendo mesas.
Paulatinamente se formó una fila para reservarlas. Cada vez que entraba alguien
que ellas conocían, las indias lanzaban exclamaciones y comentaban algún chisme
relacionado con esa persona. Yo no les prestaba mucha atención, me resultaba
más importante tratar de ver si entraba algún chico amigo.
Al rato
llegó un grupito de chicos, estaban disfrazados, y desde esa distancia no pude
identificarlos. Apenas entraron comenzaron a charlar con quienes se cruzaban,
oíamos risas y exclamaciones. Pensé que estarían causadas por los disfraces.
Podía ver un policía, un par de jugadores de fútbol, uno con guardapolvo blanco
que podría ser médico o maestro, uno con traje, corbata y sombrero,
aparentemente era un guapo tanguero, y un… ¡Indio!
— ¡Mirá Laurita! Llegaron tus
amigos… Bueno, los amigos de Marce— Exclamó La Alta.
— Si vi a esos chicos, pero no son
mis amigos. Hay uno vestido de indio. No veo quiénes son desde acá.
— Sí, sí, tenemos que ir a ver
quién es el indio. Capaz que se filtró nuestro plan— Dijo Mary mirándome.
— No es eso, vean que el traje no
es como el de ustedes. Es un disfraz fácil de preparar y no es muy raro.
Generalmente a los chicos les gustan los indios y los vaqueros— Les dije.
— ¡Tenemos que ir!— Insistió Mary.
— Si quieren vallan ustedes. Acá
está todo muy tranquilo, yo las espero.
— Laurita, no nos vamos a despegar
en toda la noche… Y no te preocupes, no necesitamos ir. Ya nos vieron y vienen
ellos. ¡Ahora comienza la diversión chicas!—
Dijo Luli.
Todas asintieron. Se acomodaron
los trajes y el pelo. Estaban todas alborotadas. Tomaron las lanzas que habían
dejado apoyadas en la mesa.
No veía
forma de zafar del encuentro. Esa sería mi prueba de fuego, no porque me
reconocieran o no, sino por mi reacción. Respiré profundo y traté de relajarme,
todo lo contrario a lo que estaban haciendo las indias.
— Muy bien Laurita, con esa cara de
susto, hasta estás un poco pálida, parecés realmente enferma— Me dijo La Alta.
Las otras me miraron y asintieron.
— Me parece que realmente me siento
mal…
— ¡Basta! Todo va a estar bien.
Dejanos hacer a nosotras— Dijo autoritaria mi hermana.
Los chicos continuaban
acercándose lentamente por que al cruzarse con otros grupos de personas se
detenían a saludar, siempre entre risas y exclamaciones. Poco a poco los fui
reconociendo, eran todos del barrio. Me conocían perfectamente y también a mi
hermana. Uno de ellos era el hermano de Mary. El indio era uno que realmente
tenía alma de indio, era bastante salvaje, de los más peleadores y le encantaba
molestar a todo el mundo. Los otros eran más tranquilos, pero siempre lo
seguían, parecían su séquito. Aunque los conocía no eran amigos míos. Pensé que
podría haber problemas, así que decidí poner en guardia a las indias.
— Chicas. Ese grupo que viene es
peligroso, ustedes también los conocen bien.
— Tranquila, está mi hermano, son
molestos pero no peligrosos— Dijo Mary.
— Si son peligrosos. Por lo menos
para mí, les encanta molestar a los que no son de su grupo.
— Ahora vos sos del grupo de las
chicas y con nosotras no se meten. Al contrario, nos tratan bien— Trató de
tranquilizarme Luli.
— Sí. Nos tratan bien porque son
unos babosos— Aclaró La Alta.
Cuando estuvieron cerca decidí
callar, las indias siguieron cuchicheando entre ellas.
— ¡Hola chicas! ¿Así que ese es el
famoso disfraz secreto? Están vestidas como en la fiesta del cole— Saludó despectivamente
el Indio.
— Sí. ¿Y qué problema hay? Solo
queríamos que sea sorpresa— Respondió desafiante La Alta.
— Nada de sorpresa. Y vos Laura.
¿Porque no te disfrazaste?
— Está un poco enferma, de la
garganta, el médico le dijo que no hablara, le duele si habla— Esta vez
respondió Luli.
— Pobrecita. ¡Te estarás muriendo
de ganas de discutirme todo lo que digo, como siempre!— Lo miré como para
fulminarlo. No sé cómo me animé. Las indias me observaron para ver como
reaccionaba, parecieron satisfechas.
— No hace falta que hable ella.
Nosotras si podemos discutir si querés— Lo desafió mi hermana, arriesgando que
la reconozca por la voz.
— ¿Y vos porque te metés? ¿Quién te
conoce?— Le respondió el Indio.
— Soy prima de Laura.
— Se llama Anahí, es amiga nuestra.
¡Se puede meter todo lo que quiera!— La apoyó La Alta.
— Bueno. Está bien, no se enojen.
¡Vamos chicos, parece que las indias están cabreras!
Dieron media vuelta y se alejaron
mientras reían a carcajadas. Nos quedamos un momento en silencio mirándolos. De
repente todas empezaron a reír.
— ¿Vieron? ¡Se tragaron todo el
verso! Y eso que nos conocen bien— Dijo Mary entusiasmada.
— Ya les vamos a mostrar si los
disfraces traen sorpresa o no a esos tarados— Dijo Luli.
— Seguro— Mi hermana.
— ¡Se les va a caer la baba cuando
nos vean bien!— Dijo La Alta.
— ¿Por los vestidos cortitos y sin
otra ropa abajo? Ya nos vieron— Intervine.
— Sí, nos vieron. Pero estamos
sentadas, todavía no nos vieron bien. Ya van a venir a pedir que bailemos con
ellos— Dijo La Alta.
— Y vos Laurita también los vas a
poner loquitos…— Me dijo Luli.
— Ni se les ocurra que baile. Yo me
quedo acá hasta que tenga que ayudar a mi papá.
— ¿Nos vas a obligar a nosotras a
aburrirnos toda la noche y perdernos todo lo bueno? No querida. En cuanto
llegue mamá vamos a ir a divertirnos. Y todas juntitas— Me respondió mi
hermanita.
— Ni loca.
— Loca o no, vas a venir— Me
amenazó La Alta.
Paulatinamente se completaba la
capacidad de las mesas. Algunas cercanas también se estaban ocupando, me
pareció que por el momento no había nadie conocido cerca.
— Mira Laurita. ¡Ahora si son tus
amigos!— Me avisó Chiquita.
— Qué raro… No están disfrazados,
son tan aburridos como vos Laurita… Perdón, son tan aburridos como Marce— Dijo
Luli.
— No son aburridos. ¿Prefieren que
sean como el Indio? Disfrazarse no es lo único divertido—Respondí.
— Casi todas las chicas del barrio
nos pusimos de acuerdo en correr la voz de que había que venir con disfraz, así
que si no se cumplieron es porque no les interesamos— Dijo Mary.
— No sé si ustedes les interesan o
no, pero hay otras cosas divertidas aparte de ustedes.
— De nosotras Laurita, de nosotras.
Y te aseguro que nosotras somos lo más divertido que los chicos pueden
encontrar en esta fiesta— Dijo Luli.
— Entiendo a qué te referís, pero
son chicas todavía. Si me dijeras unas chicas más grandes puede ser. ¿Con
ustedes que pueden hacer? Bailar. ¿Y qué más? Ellos también son bastante
chicos.
— Nosotras ya no somos nenas… Y
ellos tampoco son nenes— Me aclaró Luli.
— Podemos hacer muchas otras cosas
divertidas aparte de bailar…. Ellos lo saben, te lo aseguro— Reafirmó La Alta.
— Bueno, está bien. No me aclaren
más. Pero no cuenten conmigo para esas diversiones, ni siquiera para bailar. Y
aunque quisiera hacerlo, no sé. Nunca en mi vida bailé, ni en las fiestas del
cole— Me cubrí por las dudas.
— Siempre se puede aprender, además
ahora cada cual baila como le parece, así que nadie se va a fijar en como lo
hacés, los chicos miran otras cosas, no como bailamos— Dijo Luli.
— ¡Basta! Por favor chicas. Me
están dando muchas ganas de ir a cambiarme.
— Bueno chicas, dejémosla
tranquila. Si no quiere bailar, que no baile y listo. Nos turnaremos para
cuidarla, o que la cuide mamá. Ya
veremos— Mi hermana terminó con el tema del baile.
— Laurita, ya que conocés tanto las
cosas del club. ¿Sabés cuál es el programa de esta noche? ¿Va a venir algún
artista conocido?— Me preguntó Luli, como para distraerme de la idea de
cambiarme.
— Si lo sé. En un rato van a
colocar un par de caballetes adornados en el escenario y después van a poner
ahí los premios para los sorteos y el concurso. Cuando ya esté casi toda la
gente adentro, para eso debe faltar como una hora, va a subir el flaco que está
en la barra y tiene traje con corbata. ¿Lo ven?
— Sí. Pensé que era un disfrazado
con esa pinta— Respondió Chiquita.
— No. Le dicen Charleta, por que le
gusta hablar, sobre todo en un micrófono. Y cree que lo hace bien. Como le
gusta tanto, y es el único que se anima, lo dejan hacer de presentador. Bueno,
él va a subir para saludar y presentar al presidente de la comisión, que es el
papá de Armando. ¿A ese si lo conocen, cierto?
— Si, sí— Respondieron.
— El presidente saludará y después
contará todo lo que está haciendo la comisión, de que fueron a hablar a la
municipalidad por algún tema, que lograron algo importante para el barrio y
esas cosas. Cuando se dé cuenta que la gente no le da bola, va a decir que es
importante que compren los números para las rifas porque la plata es para tal o
cual cosa y que no tarden en comprarlas porque se acaban rápido. Eso es
mentira, siempre sobran y al final terminan vendiéndolas mucho más baratas,
todos lo saben y esperan a último momento para comprarlas. En fin, saluda y se baja.
Entonces el Charleta anunciará todas las actividades de la noche y que ya están
en venta las rifas, que van a pasar mesa por mesa a venderlas. Las actividades
son: primero el concurso de disfraces. Antes lo hacían al final porque es lo
más divertido, pero siempre había problemas, sobre todo con los borrachos, y
alguna gente si iba, así que ahora lo hacen al principio. Después una tanda de
baile con discos, mientras se prepara la orquesta. Hoy creo que viene una
orquesta típica, esas que tocan tango, seguro va primero. Otra tanda de baile
con discos y otro conjunto pero de cumbia. Después el sorteo, y después baile
con discos hasta que se va la gente. Seguro que mi papa necesita que lo ayude
con la música mientras el prepara los micrófonos y las cosas para los músicos.
Y al final, cuando los más grandes están cansados, tengo que poner música
moderna para los jóvenes, que son los que siempre se quedan hasta que amanezca.
— ¿O sea que el concurso es al
principio?— Preguntó Mary.
— Sí.
— ¿Cuándo hay que anotarse?
— Seguro ya están anotando en una
mesa que debe estar del otro lado del escenario. En un rato el Charleta va a
decir que no se olviden de anotarse, y un rato después que queda media hora
para hacerlo. Y ahí van todos, a último momento.
— ¡Entonces tenemos que anotarnos
ya!— La Alta en tono imperativo.
— Si quieren participar, bien por
ustedes. Pero no cuenten conmigo— Aclaré.
— ¡Todas o ninguna!— Exclamó La
Alta.
— ¿Así? ¿Y qué piensan hacer?
¿Bailar el cancán y mostrar las piernas? ¿Y que se les ocurre que pueda hacer
yo?
— De nuevo nos querés arruinar la
noche, no seas egoísta— Mi hermana siempre buscando mi punto débil.
— No les quiero arruinar nada.
Ustedes me trajeron. De verdad no sé hacer nada, tampoco me animaría aunque
supiera.
— Chicas no pierdan tiempo
discutiendo. Encima van a terminar mal. Mejor pensemos que podemos hacer en el
concurso. Si solo desfilamos no vamos a ganar nunca. Y yo quiero algún premio—
Dijo Chiquita.
— ¿Qué podríamos hacer? No
preparamos nada— Dijo bajando el tono La Alta.
— Exacto. ¿Ven? No vale la pena
anotarse para perder.
— Nos gustaría ganar, pero
participar también es divertido. ¿Cierto chicas?— Respondió Luli y todas
asintieron— Como siempre mi hermana tuvo una idea.
— A ver qué les parece. Somos
indias, así que tenemos que actuar como indias, entremos bailando a los saltos
y revoleando las lanzas como hacen los indios. Vos Laurita nos buscás una
música con muchos tambores.
— Con eso no hay problema. Ustedes
bailan y yo pongo la música.
— No. Papá pone la música. Vos solo
la elegís y después actuás con nosotras.
— ¿Qué? ¿Y qué voy a hacer? No
tengo traje de india.
— No serás india, serás nuestra
prisionera.
— ¡Qué!
— Sí, lo que oíste. Te pondremos
una soga como si estuvieras atada y te entramos como nuestra prisionera, vos te
quedas en el medio y nosotras bailamos alrededor. Y al final te matamos.
— ¡Esto se pone cada vez peor!
— De esa forma casi no tenés que
moverte y no tenés que saber hacer nada. Entrás caminando, te quedás parada con
cara de miedo, eso esta noche te sale perfecto, y al final nosotras hacemos que
te clavamos las lanzas y vos te tiras al piso. Saludamos y listo. Bien fácil.
— Si bien fácil… Y bien aburrido.
Estás reloca hermanita.
— ¡No! Está buena la idea— Dijo
Luli.
— Sí. ¡Hagamos eso!— La Alta había
vuelto a su imperativo habitual.
— Ni siquiera necesitamos
practicar. No puede salir mal ni bien. Solo hay que saltar como indias. Lo
interesante para el público va a ser vernos a nosotras— Mi hermana logró
alarmarme un poco más.
— Vamos a anotarnos— Otra orden de
La Alta.
— Anótense ustedes y busquen otra
víctima para matar. Ah… Para anotarse les van a preguntar el nombre, si se
anotan en grupo tienen que tener un nombre. “Las Indias Locas” me parece muy
acertado.
— Un nombre chicas…. Un nombre—
Pidió mi hermana.
— Las Indias… ¿Y qué más?— Opinó
Mary.
— ¿Las Salvajes Indias Asesinas?—
Propuso Chiquita.
— Puede ser… a ver … a ver…
— Ya lo sé. ¡Laura y Las Indias! ¿Qué
les parece? Así queda marcada la diferencia y porque ella no tiene disfraz—
Propuso Luli.
— Será Otra y Las Indias. Yo no
participo. ¡Ya les dije!
— ¡Basta! Déjate de bobadas. Ya
viste que estás preciosa. Y te gusta estar así, no digas que no porque ya lo
admitiste. Y esto será igual, te va a gustar aunque ahora te dé vergüenza. ¿Es
que nosotras, que no tenemos pelotas, somos más valientes que vos?— Respondió
un poco agresiva mi hermana atacando nuevamente mi punto débil.
— Está bien. Iré. Pero si hacemos
un papelón y se ríen o nos insultan queda claro que es su culpa.
— Nosotras nos haremos cargo de lo
que pase, bueno o malo. Si se ríen
también quiere decir que estuvimos divertidas y les gustó.
— ¡Vamos a anotarnos de una vez! ¿Entonces
somos “Laura y las Indias”?— Ordenó y pregunto La Alta.
— Sí— Respondieron las otras
indias.
— Y vos hermanita andá pensando en
la música
— No necesito pensar nada, al saber
lo que pensaban hacer me vino el tema adecuado a la cabeza. En cuanto vea a
papá le pido que lo tenga preparado.
Fuimos a inscribirnos.
— Hola chicas. ¿Vienen por el
concurso, cierto?
— Si— Respondió Luli antes que
ninguna.
— Bien. ¿Quién se anota? ¿O van a
subir juntas?
— Todas juntas.
— ¿Cómo se llama el grupo?
— Laura y Las Indias— Por algún
motivo Luli había tomado la voz cantante, las otras la dejaron hacer.
— ¿Cuántas son?
— Nosotras siete.
— Pero una no tiene disfraz.
— ¿No puede participar sin disfraz?
— No. Es un concurso de disfraces. Así
que tiene que estar disfrazada— Todas las indias me miraron, enseguida supe el
motivo. No sería un cobarde. Asentí con la cabeza.
— En realidad si esta disfrazada,
pero es un secreto por ahora.
— ¿Cómo? A ver, explicame eso.
— Si, ella es chico no chica. Pero
todavía no queremos que nadie lo sepa. Es un juego.
— No me mientan. Sin disfraz no
participa.
— Por favor. Te podemos demostrar
que es chico, pero lo digas a nadie. ¿Puede ser ese favor?
— Sí. Puedo guardar el secreto. ¿A
ver? No creo que sea un chico.
— Laura, decile quién sos.
— Hola Marisa, yo soy Marcelo, vos
me conocés— Le dije para convencerla.
— ¿Marcelo el hijo de…? Increíble.
Sí que sos vos, no te reconocí. ¿Qué hacés vestido así? Y te llaman Laura como
tu hermana. ¿Dónde está ella?
— Laura soy yo, pero ahora soy
Anahí, también por el juego— Aclaró mi hermana.
— ¡A vos tampoco te reconocí!
— Marisa por favor, somos Laura y
Anahí por ahora. El único que sabe es papá y necesitamos mantener el secreto. ¿sí?—
Mi hermana quiso asegurarse.
— Bueno chicas, como quieran, es
Laura. ¡Los chicos de ahora tienen cada ideas!… Listo. Ustedes son el
participante número 4. ¿Van a necesitar preparar algo, música, algún elemento,
o quieren que digan algo especial al presentarlas?
— La música la preparamos nosotras,
y no hace falta nada especial, ya tenemos todo lo necesario. Gracias Marisa—
Luli retomó las riendas.
— Bien. La presentación no pueden
durar más de 3 minutos. Cuando escuchen que anuncian el concurso se vienen para
acá, el orden de participación lo elegimos nosotros al azar, cuando vengan les
diremos. Los que cuando tengan que entrar no están listos se quedan sin
participar. Si ganan probablemente van a tener que repetir la presentación así
que no se quiten los disfraces hasta que termine el concurso. ¿Entendieron
todo?
— Si Marisa. Gracias por guardar el
secretito.
— ¡Suerte chicas, y tienen muy
buenos disfraces… todas!
— ¡Gracias!— Respondieron las
indias entusiasmadas.
Justo en el momento que nos
estábamos yendo, llegó un ayudante de Marisa. Todas se pararon y saludaron al
recién llegado, yo quise seguir caminando, pero me agarraron de las manos. Querían
disfrutar su juego.
— ¡Hola chicas! Marisa. ¿Ellas se
anotaron?
— Sí.
— ¿Todas juntas?
— Sí.
— ¿Qué van a hacer?
— No lo sé, dicen que es secreto.
Son “Laura y Las Indias”.
— Pero una no tiene disfraz.
— Esa es Laura, y va a estar
disfrazada cuando se presenten, me lo aseguraron.
— ¡Ah bueno! Entonces… ¡Suerte
chicas!
— ¡Gracias!— Nuevamente el coro,
cada vez sonaba más entusiasmado.
Marisa nos miró con cara de
cómplice. La conocía y sabía que no podría contenerse mucho tiempo con el
secreto guardado. Volvimos lentamente a nuestra mesa.
— ¡Otros dos!— Exclamó Luli.
— Si ¡Impecable!— Confirmó La Alta.
— Chicas, todo muy bonito, pero
Marisa seguro va a deschavarnos en un rato— Les pinché el globo.
— No creo. ¿Porque lo decís?— Me
preguntó Luli.
— Yo la conozco. Con el otro no va
a decir nada, pero en cuanto venga alguna de sus amigas le cuenta también en
secreto. Así en poco tiempo se enteran todos.
— Puede ser. En todo caso tenemos
tiempo todavía para hacer caer algunos más— Dijo mi hermana.
— El que va a caer soy yo cuando
todos empiecen a mirarme como bicho raro. ¿Y con mis amigos que hago?
— Mirá Laurita. Vos querés ayudar a
papá, como vos dijiste, eso implica que todos sepan quién sos. Tus amigos
también. Así que puede ser un poco antes o después, pero pasará. Y… ¿Porque
“bicho raro”? Estamos en carnaval, hay muchos disfrazados y vos sos una más.
Solo que te conoce más gente y estás más linda. Eso no es malo. Ya mamá te
explicó que puede haber gente que te trate mal, por eso estamos juntas.
Exactamente lo mismo nos puede pasar a nosotras si piensan que somos muy chicas
para andar así vestidas.
— Perdonen, solo estuve pensando en
mí. Tenés razón ustedes también se están jugando.
— No nos jugamos. Solo hacemos algo
que nos gusta, como vos. Tiene riesgos que son parte del juego. Para disfrutar
lo bueno, tenemos que correr el riesgo de lo malo.
Llegamos a la mesa y nos
sentamos. Al momento se acercaron un par de muchachos.
— Hola chicas. ¿Cuantas sillas
necesitan en la mesa?
— Mmm, a ver, nosotras somos siete,
y faltan tus padres que seguro vienen con alguien más, así que seremos como doce—
Respondió La Alta.
— Ya tienen ocho sillas, en un rato
traemos las otras cuatro.
— ¿Vos sos Laura la hermana de
Marcelo? ¿Sabés porque no vino?
— Si es Laura, pero no puede
hablar, está mal de la garganta. Marcelo se fue a pasar la fiesta con sus
abuelos— Nuevamente La Alta.
— ¡Ah! Cuídate Laura— Se fueron.
— ¡Ya perdí la cuenta!— Exclamó La
Alta entusiasmada.
— ¿Podrás tranquilizarte ahora? Ya
te vieron varios que te conocen bien y ninguno te reconoció. ¡Hicimos un buen
trabajo chicas!— Dijo mi hermana.
— Si— Respondieron mientras
sonreían.
— Está bien. Tengo que reconocer
que realmente creen que soy Laura.
— ¡Sí! ¡Flor de sorpresa se van a
llevar cuando descubran la verdad!— Dijo Chiquita.
— Ay, Chiqui… Para que dijiste eso. ¡Ahora se va a poner
mal de nuevo!— Dijo mi hermana.
— No pasa nada. No me importan los
que se sorprendan. Me preocupan los que no les guste lo que estoy haciendo, y
que esos traten mal. Ya me imagino los insultos y silbidos que vamos a escuchar
cuando Laurita aparezca en el escenario.
— Puede ser. Pero seguro van a ser
unos pocos. Y esos no importan. Importan los que te acepten como sos— Quiso
tranquilizarme mi hermana.
— Una cosa es decirlo y otra sentirlo.
— A nosotras también suelen
decirnos barbaridades, a pesar de nuestra edad. Seguramente hoy serán peores,
pero sabemos que también va a haber muchos a los que le guste vernos. Y seguro
que también nos van a decir cosas lindas— La Alta apoyando a mi hermana.
— Mirá Laurita, ahí viene tu mamá.
Y no viene sola— Avisó Luli.
Miré y las vi, venía con Estela,
su mejor amiga. Automáticamente pensé si le habría dicho lo que estábamos
haciendo.
— Ya me imagino lo que estás
pensando. Quedate tranquila, seguro que mamá no le dijo nada— Dijo mi hermana.
— ¿Eso será mejor o peor? Si le
dijo, no tengo que andar disimulando. Si no lo hizo, tengo otra persona para
evitar que me reconozca, ella me conoce muy bien, y seguro se va a pasar la
noche en esta mesa, con mamá y nosotras. Y lo mismo que todos, si no lo
descubre sola, al final lo sabrá igualmente.
— Si pensás eso, simplemente se lo
decís y listo. Pero primero dejanos ver si te descubre sola. Acordate de
nuestro juego— Me pidió mi hermana.
— Si, el juego. No diré nada y
listo. Seguro que me descubre enseguida.
— Si vos no haces nada a propósito
no te va a descubrir.
— ¡Luli, como me decís eso! Nunca
arruinaría el juego a propósito. No seas mala conmigo.
— Bueno, perdóname, tenés razón,
estuve mal.
— ¡Basta Laurita, silencio que ya
llegan!— Ordenó mi hermana.
— Hola Chicas. Consiguieron una
linda mesa, tal cual les dije. Laura. ¿Cómo anda tu garganta, hiciste lo que te
dijo el doctor?
Asentí con la cabeza, obviamente
no le había dicho nada a Estela. Me percaté que desde ese momento éramos dos
las mudas, Anahí tampoco podía hablar.
— Estela, estas chicas son
amiguitas de Laura, ella es Anahí, es prima de Luli, y es paraguaya, guaraní,
apenas entiende el español, siempre vivió en el campo, en el monte, su familia
cultiva algodón, y es la primera vez que la trajeron a conocer una ciudad.
— Pobre Laurita, justo en esta
fecha tiene que ponerse mal de la garganta. ¿Anahí como hace para entender y
que la entiendan?
— Yo algo le entiendo, y ella sabe
hacerse entender cuando necesita algo— Respondió Luli.
— Ah.. ¡Qué bueno! Que lindos
disfraces hicieron. Y las lanzas le dan un toque muy realista.
— Si, son el mejor detalle. Laurita
tuvo la idea— Todas me miraron, a mi hermana
casi se le escapa la carcajada. Yo asentí con la cabeza.
— Pobre Laura, se nota que no está
bien.
— Si, tomó algo que le dio el
médico, pero igual cuando intenta hablar le duele, es muy testaruda, yo le dije
que se quedara en casa, pero no quiso saber nada, estuvo toda la tarde con las
otras haciendo los trajes.
— Se nota que están creciendo las
chicas, son bastante atrevidos esos trajes. Parece que ayer eras bebé Laurita.
¿Ya sos señorita?
— Aunque sabía a qué se refería, no
supe que contestar, de cualquier forma no podía hablarle.
— Todavía no. ¿Chicas no tienen
ganas de ir a buscar algo para tomar? ¿Estela te parece bien cerveza? Acá
supongo que lo único para elegir debe ser vino, cerveza o gaseosa— Corto el
tema mamá.
— Si, algo fresco, cerveza o
gaseosa está bien.
— Vayan a la barra y pidan una
cerveza grande, con dos vasos. Y para ustedes una gaseosa grande de la que les
guste, pidan hielo, y si hay, traigan dos gaseosas, así no tienen que ir a
buscar otra más tarde. Digan que anoten todo a la cuenta de esta familia, que
después arreglamos. Y vos Laura, si te sentís bien andá con ellas, te conocen y
van a aceptar anotar todo en la cuenta—Asentí con la cabeza.
Las indias y yo nos pusimos de
pié y encaminamos hacia la barra. Hasta que no estuvimos a distancia prudencial
ninguna habló.
— Así que ahora soy paraguaya y hablo
solo guaraní. Bueno eso justifica el disfraz por lo menos. Mamá solucionó el
problema al vuelo, y viste tonta que no le dijo nada. Y a Estela la pueden
anotar en la lista, creo que ya van como 10 que cayeron sin contar a los chicos
que cruzamos en la calle— Todas empezaron a reír.
— Hermanita, podés restar dos a tu
lista. Irene sabe, aunque reconozco que se lo tuvimos que decir. A Estela no la
cuentes, ella sabé perfectamente lo que hacemos.
— ¿Por qué decís eso?— Pregunto La
Alta.
— ¡Vamos chicas! Estela y mamá
están jugando el mismo juego que nosotras, solo que con nosotras.
— ¡No, no!— Exclamaron a coro.
— Por empezar veo muy difícil que
mamá no le haya contado, es algo importante, que la debe preocupar, y yo las
escuché varias veces hablando de temas mucho más íntimos, como de las
relaciones con sus esposos por ejemplo. Y segundo, eso de una prima guaraní,
que no sabe castellano ¡Vamos, quien se lo cree! ¡Dos chicas mudas a la vez
entre siete! Y la pregunta que me hizo Estela fue como para probarme. Ella
podría preguntarle eso en privado a mamá, no hacía falta hacerlo delante de
todas, por más abiertas que sean las mujeres hablando entre ellas.
— Ahora si tenés razón. Es
sospechoso por lo menos.
— ¿Y? No afecta nuestro juego para
nada. Aparte que vamos a hacer— Intervino Luli.
— Podemos seguir con su juego,
engañadoras que son engañadas y engañan a sus engañadoras. Eso sí me parece
divertido. O podemos hacerlas caer y que deschaven su juego— Dije.
— Justamente vos, que tenés tanto
miedo de que te descubran. ¿Querés dejarlas en evidencia a ellas?— Dijo mi
hermanita.
— No dije que hiciéramos eso, solo
es una posibilidad que se me ocurre, y también dije que me parecía divertido
seguir con el cruce de engaños.
— ¿Entonces les seguimos el juego?—
Preguntó Mary.
— A mí me parece que sí. ¿Ustedes
que opinan?— Pregunté. No lo pensaron mucho y coincidieron en seguir el juego
de mamá y Estela.
— Vamos a comprar la bebida, ya hay
bastante gente comprando y se forma fila.
— Si, vamos de una vez. Y esta vez
vamos todas juntitas— Confirmó mi hermana.
— Si hermana. Mejor vamos.
— Basta de decirle hermana. Y hablá
más bajo por favor, tené cuidado querida Laurita— Me reprendió Luli.
— Perdón, voy a tratar de no
hablar.
Seguimos caminando y nos pusimos
al final de la fila, en un grupito compacto, yo en el centro y ellas alrededor,
como cubriéndome. Charlaban. Me quedé pensando en el “querida” de Luli, me
había sonado algo raro y no las había escuchado usar esa palabra en ese tono entre
ellas, solo lo usaban sarcásticamente cuando querían ser algo agresivas, y no
parecía el caso.
Alguna
que otra persona nos saludó y siempre la misma historia, que lindos disfraces,
si yo era la hermana de Marcelo, que porque no había venido, y que me cuide. Me
di cuenta que Marcelo era muy popular, casi todos lo conocían, nunca lo había
notado, al contrario, como dije al principio, siempre pensé que la popular era
mi hermana, pero resultó que, por lo menos en el club, el más popular era
Marcelo.
Ya no
preocupaba que me descubrieran, había tenido suficientes cruces con conocidos
como para convencerme que realmente parecía ser mi hermana. Y a ella tampoco la
identificaban. Eso me tranquilizó un poco. Llegado el momento de ayudar siempre
podría ir a casa a cambiarme.
— Parece que tienen razón, nadie
duda que soy vos, estoy igualita. Cuando tenga que ir con papá, voy a casa y me
cambio, vos me ayudás a despintarme y vuelvo, si vos querés podés seguir siendo
Anahí la guaraní, Laura se sintió mal, por eso se quedó en casa, y Marcelo
volvió de la casa de sus abuelos. Y todos felices. Ustedes jugaron un buen
rato, engañaron a mucha gente, y yo puedo seguir mi vida normal— Le propuse a
mi hermana en voz baja y en su oído.
— ¡Shh! Callate que ya nos
atienden, en un momento hablamos en un lugar más tranquilo. Luli, quedate un
momento con Laurita, mientras nosotras pedimos las cosas, porfi.
— Seguro, encantada.
Luli me agarró de la mano, y nos
quedamos atrás de las otras que estaban apoyadas en la barra, tratando de
hacerse entender entre el griterío general de los que pedían cosas, y de los
chicos que andaban por todos lados jugando, y la música fuerte ya que cerca
había un parlante.
Sentí
que me apretaba la mano y se ponía muy pegadita a mi cuerpo, me pareció que más
de lo necesario. Le hablé, siempre bajito y en el oído.
— Luli, ahora vos me estás
estrujando, pero no te preocupes que no me duele. ¿Pero te pasa algo? ¿Estás
nerviosa vos ahora?
— No, no. Solo quiero estar cerca
tuyo, como me dijeron.
— Miralas a las otras, así apoyadas
en la barra casi se les ven las bombachas. ¿Eso no les da vergüenza?
— No tontita, lo están haciendo adrede,
les gusta que las miren.
— Entiendo, pero están jugando con
fuego, mirá los tipos de alrededor, algunos están mirándolas muy fijo.
— En eso está la gracia, en el
riesgo, adrenalina le dicen.
— No son chicos conocidos, ni
siquiera de nuestra edad. Es peligroso.
— Te repito, en eso está el juego. Vos
estás muy preocupada por ellas, pero no te das cuenta que hay algunos que te
miran, uno en particular te mira solamente a vos. No vayas a darte vuelta para
mirar.
— ¡Seguro es uno que me descubrió!
Se puso frente a mí, me tomó la
otra mano, y lentamente me hizo dar una media vuelta, de forma que tuviera a la
vista a mi admirador. Quería verlo, pero a la vez me estaba gustando sentir el
cuerpo de Luli contra mí.
— ¿Ya lo descubriste? ¿Es un
conocido tuyo?
— No, no sé quién es. Es un tipo mayor.
Que mirada de baboso tiene.
— Si es un baboso. Seguro se muere
de ganas por estar en la cama con una nena como nosotras.
— ¡Por favor Luli no digas eso! Aunque
sea cierto. Me da miedo.
— ¿Y yo te asusto?
— ¿Por qué me asustarías?
— No se… digo… hoy estás tan
temerosa…
— Si estoy nerviosa, pero miedo
solo me da ese tipo, y eso que dijiste, no solo me da miedo, también asco— Ella
se puso en puntas de pié, era un poco más baja que yo, y me dio un beso en la
mejilla.
— ¿Me perdonás?— Nunca podré olvidar
su mirada.
— Ahora la tonta sos vos. Te puedo
perdonar cualquier cosa, sobre todo si me mirás así.
— Entonces te voy a seguir mirando.
— ¿Qué otra cosa debo perdonarte?
Nos interrumpieron las otras
indias, venían con las manos ocupadas con vasos y bebidas.
— ¡Que hacen! ¿Piensan seguir así
paradas como dos taradas o nos van a ayudar?— Dijo La Alta.
— Si, si, dame, puedo llevar algo—
Reaccionó rápidamente Luli.
— ¿Qué hacían ustedes dos tan
juntitas?— Pregunto muy interesada mi hermana.
— Es que Laurita está preocupada
por los tipos que nos miran, hay uno que la mira mucho a ella. Y como no puede
hablar fuerte tuvimos que hablar bajito y con todo el ruido que hay no nos
escuchábamos, por eso tuvimos que acercarnos.
— Sí. ¡Se acercaron muy juntitas!—
Dijo en tono sarcástico Mary.
Casi les respondo que a ellas no
les importaba si estábamos juntas ni lo que hacíamos, pero por un lado no podía
hablar de forma que me escucharan todas y por otro lado no quería iniciar un
conflicto, sobre todo con mi hermana.
Fuimos
camino de la mesa, siempre en grupo más o menos compacto, yo en el centro, Luli
se las arregló para estar siempre pegada a mí. Llegamos, pusieron las cosas
sobre la mesa y nos sentamos, Luli por sentarse a mi lado chocó con la Rubia
que antes ocupaba esa silla.
— ¿Qué hacés tonta? ¡Casi me tirás
al piso!— Le dijo airada Rubia.
— Perdoname, no te vi. Fue sin
querer.
— ¿Qué te pasa? Estas más tonta de
lo habitual.
— ¿Qué pasa chicas?— Pregunto
intrigada mi madre al escucharlas.
— Nada señora, solo nos chocamos—
Mintió Rubia.
— ¿Consiguieron todo? ¿Les anotaron
todo en la cuenta como les dije?
— Sí señora, no hubo ningún
problema, la miraron a Laurita y anotaron todo. También trajimos hielo— Aclaró Mary.
— Y parece que hay un par que lo
necesitan— Dijo en vos baja mi hermana, mientras nos miraba a Luli y a mí.
Mamá y Estela cruzaron una mirada
cómplice y delatora, obviamente habían escuchado perfectamente. Al verlas, cruzamos
miradas de furia contenida con mi hermana.
Una de
las chicas acercó vasos y cerveza a las mayores, y otras repartieron vasos y
gaseosa entre nosotras.
— Si quieren, una vez que hayan
tomado la gaseosa pueden ir a dar una vuelta, a saludar a sus familias y
conocidos. Supongo que quieren… jugar… con los otros chicos también. Aparte
quiero estar tranquila un rato con Estela, me pasé todo el día atrás de sus
hermanos y ustedes con este asunto de los disfraces, así que merezco un rato de
paz.
— Laurita. Tené cuidado… no tomes
muy fría la gaseosa, por tu garganta digo— Me dijo Estela con una sonrisa. Yo
había vaciado un vaso de gaseosa de un tirón, tenía mucha sed. Sentí que las
miradas de las chicas eran agujas que se me clavaban.
— ¡Si Laurita! Tené cuidado… con tu
garganta— Dijo La Alta.
Mi hermana agarró su vaso y tomo
un sorbito, la rubia que finalmente estaba sentada a su lado, hizo lo mismo. Me
estaban mostrando como beben las señoritas educadas.
— Seguro señora, enseguida las
dejamos tranquilas, es cierto que tenemos que ir a saludar y queremos ver a los
otros disfrazados. ¡Vamos chicas!— Corto
la situación Mary.
— Laurita y Luli… ¿Vienen o se van
a… quedar?— Pregunto La Alta.
— Si vamos, vamos Laura— Respondió
Luli por las dos.
Nos levantamos todas y comenzamos
a caminar.
— Tenías razón hermani…ta. Si están
jugando el mismo juego.
— Pero ellas no lo ven como juego,
te lo aseguro.
— Seguramente. En todo caso no nos
causarán problemas, que hagan como quieran.
En cuanto nos alejamos un poco de
la mesa, Luli me tomó de la mano nuevamente. Pensé que era obvia la situación,
no solo para mí, sino para todas las otras indias.
— Tu mamá y su amiga no son un
problema, pero tenemos una novedad por aquí… tampoco va a ser problema… ¿Cierto?—
Preguntó La Alta mientras nos miraba fijamente.
— ¿Qué problema puede haber? Solamente
la estoy cuidando como me pidieron ustedes mismas hace un rato.
— No te hagas la boluda. Hagan lo
que quieran siempre que no arruine las cosas esta noche, por favor— Le dijo
amenazadora mi hermana. Supuse que estaba algo celosa.
— No te hizo nada para que la
trates así. Ya es complicada la situación, una mancha más no le va a hacer nada
a este tigre— Respondí. Mi hermana me miró con algo de furia, pero no
respondió. Luli me apretó con fuerza la mano.
— Miren, ahí vienen otras chicas, creo
que son del barrio y también están disfrazadas, vayamos con ellas— Intervino a
tiempo Chiquita.
Enfilamos hacia el grupo de
chicas, una enfermera, una brujita, y dos damas antiguas o algo similar. Vi que
detrás de las chicas venía un grupo de varones, y esos sí eran mis amigos. Eran
cuatro también y no estaban disfrazados.
Nosotras
y ellas estábamos en lados opuestos de la pista, seguramente nos encontraríamos
cerca del centro de la pista que estaba casi vacía. Solamente algunos niños
pequeños andaban correteándose unos a otros. Nadie bailaba todavía, estaban
todos más interesados en la bebida y comida. Se podían ver algunos mayores
disfrazados, casi todos jóvenes, y alguno que otro de más edad, me pareció que
eran más las mujeres que los hombres disfrazados.
Cruzamos
la pista esquivando algunos pequeños, siempre manteniendo rigurosamente la formación,
todas las indias formando perímetro en torno a Luli y yo. Ahora todas las
chicas, incluida Luli, llevaban sus lanzas, en la salida para comprar bebidas
las habían dejado en la mesa para poder traer las cosas. Finalmente llegamos
con las otras chicas y enseguida las pude reconocer.
— Hola chicas… aparte de la Alta,
la Rubia y Laura, a las otras no las identifico… muy buena idea esos disfraces.
¿Y vos por que no te disfrazaste también? Fuiste la que más insististe con el
asunto— Nos dijo la enfermera.
— Laura se siente mal, casi no viene. Está mal
de la garganta y no puede hablar. Las otras son Luli, Mary, Chiquita y Anahí,
que es prima mía, vino de Paraguay a pasar unos días en casa, está un poco
vergonzosa, vive en el campo y habla casi solo guaraní— Respondió La Alta.
— ¡Que joda Laura! Justo esta noche
tenés que enfermarte— Se compadeció la brujita. La miré como dándole la razón. Pude
ver claramente que mientras hablaba miraba disimuladamente nuestras manos
unidas.
— Sus disfraces también están muy
lindos. ¿Se anotaron en el concurso?— Les preguntó Mary.
— Nosotras si, preparamos para
bailar un vals, quedamos con dos chicos, ellos van a vestir de frac y van a ser
nuestras parejas. Pero todavía no llegaron— Contestó una de las damas antiguas.
— ¿Y ustedes dos no?— Les preguntó
La Alta.
— No, no queremos participar—
Respondió la brujita, ahora nos miraba examinándonos las caras a Luli y a mí.
— ¿No son un poco atrevidos sus
trajes?— Preguntó la enfermera mientras sonreía.
— Fueron las bolsas más grandes que
pudimos conseguir, y como hace calor las usamos así y listo— Respondió algo
desafiante La Alta.
— Yo no me atrevería a usar algo
así— Acotó la otra dama antigua.
— Pero nosotras sí nos animamos—
Nuevamente La Alta en tono altanero.
— ¿Laura no quiso usar uno igual? ¿O
ella si tuvo vergüenza?— La dama antigua como respondiendo a la provocación.
— Ya les dijimos que se siente mal,
estuvo toda la tarde ayudando, ella misma fabricó las lanzas y después no
quería venir, la tuvimos que traer casi a la fuerza, y sigue algo mal, por eso
Luli la lleva de la mano, para darle un poco de ánimo, nos vamos turnando para
cuidarla— Trato de componer la situación Mary.
— Se le nota en la cara que algo le
pasa… Capaz hubiera sido mejor que no viniera. Si quieren mi papá puede verla,
ya saben que es médico— Ofreció la brujita.
— Gracias, pero ya fue al médico a
la mañana, le dijo que no hablara y le dio unas pastillas, ya le harán efecto—
Respondió Mary.
Mis amigos habían llegado y se
quedaron observando a un lado. Trataba de no mirarlos para no ponerme nerviosa
ni delatarme. Finalmente decidieron intervenir en la conversación.
— Hola chicas, que lindas están. ¡Cuántos
disfraces!
— Hola. ¿Y ustedes que hacen así
vestidos?— La Alta ya tenía otro objetivo para atacar.
— No nos gusta disfrazarnos— Le
respondió uno de los chicos, sin darle mayor importancia al tema.
— ¿Laura sabés donde está tu
hermano? Lo anduvimos buscando y no aparece.
— Ella está enferma y no puede
hablar, Marcelo se fue a la casa de sus abuelos nos dijo su mama— Respondió
Luli, sin soltarme la mano.
— Qué raro que se pierda una
fiesta, le encanta lucirse pasando música con el padre. Además no nos avisó que
no vendría.
— Nosotras vinimos con la madre y
nos dijo que los abuelos lo llamaron a última hora, que querían pasar este
carnaval con sus nietos, están muy viejitos los pobres, Laura no pudo ir, pero
Marcelo si— Nuevamente Luli, pensé que quería evitar una nueva confrontación
creada por La Alta.
— Pobre Marce, seguro que quiere a
sus abuelos. ¡Pero se pierde la mejor fiesta del año!
— Hasta luego chicas. Nos vemos más
tarde.
Vi cómo se alejaban charlando,
pensé que mi lugar estaba con ellos. Como si me leyera la mente, Luli me pegó
un tirón en la mano y se pegó un poquito más a mí. Quizás estaba mejor con las
chicas…
— ¡Miren! ¡Están poniendo los premios!
Vamos a ver que hay— Propuso Chiquita.
Todas, que con las recién
llegadas éramos once chicas, comenzamos a dirigirnos al escenario, a mis indias
se les complicaba mantener la formación, pero Luli siguió firme a mi lado.
Charlaban mientras caminábamos, cosa que cada vez se dificultaba más porque
todos los chiquitos y también otros más grandes tenían la misma curiosidad que
nosotras.
— ¿Ustedes no se anotaron?—
Pregunto la brujita mientras caminábamos.
— Sí, vamos a participar también—
Respondió Mary.
— ¿Y qué van a hacer?
— Seremos Laura y Las Indias.
También vamos a bailar, pero tipo indias— Respondió nuevamente desafiante La
Alta.
— Eso explica las lanzas. ¿Laura
también va a bailar? ¿Cómo? ¿Sin disfraz y enferma?
— Ella también iba a bailar, pero
ahora no puede, así que cambiamos la presentación, para que ella pueda
participar también, y como está enferma, y el papá es de la Comisión, al final
logramos que la anoten así como está. Anahí está usando su traje.
— Si, y como es media india, el baile le sale
mejor que a nosotras que lo estuvimos ensayando, se ve que lo lleva en la
sangre— Agrego Rubia, para molestar a mi hermana. Ella la miró con furia mal disimulada,
las otras indias sonrieron.
— Que suerte que dejaron anotar a Laura, tantas
ganas que tenía de disfrazarse, tanto trabajo para preparar todo y no puede
bailar. ¡Pobre! Por lo menos puede subir al escenario— Se compadeció la dama
antigua.
— Ella no quería, también tuvimos
que convencerla para que suba— Respondió la Rubia.
Mis indias me miraron con
picardía. Y las otras con cara de pena. Les sonreí a unas y otras. Junto a las
otras chicas, resaltaban mis amigas indias, con esos trajes tan cortos y sugerentes.
Al verlas recordé que yo también llevaba falda corta. Por todas las situaciones
que se sucedían y por la dueña de esa mano que parecía pegada a la mía había
olvidado ese pequeño detalle.
Este
pensamiento me llevó a sentir nuevamente la presencia de las bombachitas, el
aire fresco en mis piernas y trasero, la blusita, los aritos, que ya me estaban
resultando algo molestos, y el resto de los accesorios. Pensé si mi peinado y
maquillaje seguirían en condiciones, aunque me tranquilizo el hecho de que si
algo estuviera fuera de lugar las chicas lo habrían notado.
Ese
camino me recordó el tema del baño, pero por el momento no sentía necesidad de
eso, pero tuve presente que debía adelantarme a la necesidad. Decidí que
todavía era temprano y había tomado poca bebida, así que aún no era necesario.
Un poco
apretujadas llegamos cerca del escenario, hasta donde podíamos ver los premios,
como mi padre había dicho había varias bicicletas, también algunos artículos
para el hogar, pelotas, muñecas y una cantidad de otros juguetes.
Luli
aprovechó la situación para apretujarse a mí. Me habló en el oído.
— ¿Te gusta que estemos así
apretaditos?
— Si Luli, me gusta mucho.
— ¿Habías notado que me gustabas,
bueno que Marcelo me gustaba?
— Sinceramente no, por favor no te
ofendas. Siempre me resultaste simpática, igual que el resto de las chicas
del grupo. Esta noche me estás dando una
enorme y agradable sorpresa.
— No me ofendo porque aunque me
gustaba mucho Marcelo nunca me animé a insinuártelo. Pero hoy, cuando te conocí
como Laura, no pude aguantarme, me gustás mucho más que antes.
— No sé qué decir Luli… Realmente
me gusta mucho que me digas eso, sentirte pegada a mí, que me agarres la mano,
y también que me dieras ese besito. Pero no quiero mentirte, no sé si yo siento
lo mismo por vos, te quiero mucho desde que nos conocemos de chiquitas, y ahora
siento algo muy fuerte adentro mío desde que me tomaste la mano, y más con lo
que me decís. Realmente me da miedo no poder corresponderte como te merecés.
— No te preocupes, tenemos tiempo,
ya estoy muy feliz de conocerte así y de poder estar con vos. Ahora sé que no
me rechazás, y eso me tranquiliza, tenía mucho miedo, primero que como Marcelo
no me dieras bola, y ahora como Laura, o mejor dicho, como chica, que me
rechazaras… no sé cómo decirlo sin ofenderte… que si te gusta vestir y pasar
como chica no te gusten las chicas… ¿Me entendés?
— Quedate tranquila, vos me gustás
mucho, las otras chicas del grupo también me gustan pero no tanto. También me
gusta mucho esto de sentirme una chica más entre ustedes. No sé si alguna vez
me gustarán los chicos. ¿A eso te referías vos, cierto? Pero hoy me gustás vos
más que nadie en el mundo— Vi como sus ojos se ponían vidriosos y comenzaron a
caer lágrimas, no pude resistir el impulso y la abracé con fuerza.
Automáticamente ella comenzó a llorar apoyada en mi pecho.
— Por favor Luli, me vas a hacer
llorar también, tranquila por favor, ya pasó. Ya sabés que te quiero— Ella dejo
de llorar y me volvió a mirar con esos ojos cautivadores.
Nuevamente cedí al impulso y
apoye mis labios sobre los suyos. Sentí como se estremecía mientras respondía a
mi beso, nuestras lenguas apenas se tocaron, y nos volvimos a separar. Apoyó su
cabeza en mi hombro.
— Linda escena de amor. ¿No quieren
repetirla para todo el público durante la presentación en el concurso?— Cortó
el embrujo La Alta.
— ¡Ay Luli! ¿No pudiste esperar
hasta que estuvieran solas para declarártele?— Preguntó algo resentida mi
hermanita. Luli seguía aferrada a mí y apoyada en mi hombro.
— No puede responderles ahora. No
la molesten por favor, ella no pudo soportar más tiempo sin mostrarme lo que
siente por mí. Me ama. Chicas no se enojen, son nuestras amigas deberían
alegrarse.
— Eso lo sabíamos, nos había dicho.
¡Pero justo en este momento y entre toda esta gente!— Respondió mi hermana.
— Vamos chicas, ya bastante
llamaron ellas la atención, no sigamos con el show, ya tenemos suficiente
audiencia, vamos a la mesa— Dijo con sensatez Mary.
Empezamos a caminar, nuevamente en
formación, solo que ahora Luli no solo me tomaba de la mano, sino que también
llevaba su cabeza apoyada en mi hombro, yo sentía unas ganas tremendas de tomarla
de la cintura, pero me contuve. Las otras chicas, que seguro habían visto la
escena aunque no la escucharan, quedaron duras de la sorpresa. Nos miraban
mientras nos alejábamos. Di una ojeada y no me pareció que entre el resto de la
concurrencia hubiera nadie prestándonos atención, estaban más interesados en
los premios.
Recorrimos
en silencio el camino hacia la mesa. Me pareció que las otras cinco estaban
algo tristes o decaídas. Decidí que tenía que hacer algo. No soportaba verlas
así. Me detuve repentinamente, sin soltar a Luli.
— Chicas, un momento por favor,
quiero que hablemos antes de llegar con mamá.
— ¿Qué pasa? Estás hablando fuerte,
te van a reconocer— Respondió automáticamente mi hermana.
— Ahora no me importa eso. Me
importan ustedes, Luli y todas ustedes. No soporto verlas así. Son mis indias,
gracias a ustedes soy Laura… o bueno… soy chica. Las necesito, las quiero mucho
a todas, aunque Luli me halla… conquistado… o lo que sea… aunque ella esté
enamorada de mí, las sigo queriendo mucho a todas y no puedo verlas tristes,
por favor chicas, no pasó nada malo. Nos vieron las otras. ¿Y qué? Estoy
hablando fuerte y cualquiera puede oírme y saber quién soy en realidad, eso
tampoco me importa. Lo único que importa es que sigamos juntas y felices todas,
como hasta hace un rato, como Luli y yo…— No pude seguir hablando, me había
emocionado y ya casi estaba llorando. Mis indias se acercaron y entre todas nos
abrazaron a Luli y a mí, que comenzamos a llorar como magdalenas. Estuvimos así
unos momentos hasta que lograon calmarnos.
— ¡Flor de maricona resultaste
Laurita! Sabés que te queremos aunque seas tan llorona— Trató de
tranquilizarnos mi hermana. No pude evitar una pequeña sonrisa, Luli levantó la
cabeza y también sonrió.
— Y a vos Luli, aunque seas otra
maricona y encima enamorada, también te queremos— Subrayó La Alta.
— Mirá hermanita como quedó tu
blusa, y ni hablar del maquillaje de las dos, están hechas un asquito. Parecen
actrices del teleteatro que mira mami.
— ¿Están más tranquilas ahora? No sé
si se dieron cuenta, pero tu mamá y su amiga nos están viendo, no estamos lejos
de la mesa— Informó Rubia.
— Perdón por favor, les arruinamos
el juego— Les dije.
— Me parece que el juego no se
arruinó, al contrario, se puso más interesante que antes— Dijo en tono misterioso
mi hermana.
— Pero las otras chicas vieron todo
y capaz que hasta escucharon algo— Dijo Luli, aun entre sollozos.
— Si vieron, pero no escucharon,
había ruido y ustedes hablaron bajito, y cuando Laurita habló fuerte no vi a
nadie conocido cerca. Así que para ellas son simplemente dos tortilleras
enamoradas, eso es lo que van a decir, ya lo deben estar comentando con todos,
que Laura y Luli son lesbianas. Un condimento perfecto para el juego.
— Por favor hermana, lo que siente
Luli no es juego, ella sufre de verdad.
— Seguro, nosotras lo sabemos, pero
eso no impide que sigamos jugando, recién dijiste que nos querías felices. En
un momento, cuando se le pase la emoción, ella misma va a querer jugar, y vos
también. ¿O me van a decir que no tienen ganas de abrazarse y besarse ahora
mismo? Los vea quién los vea.
— Yo si tengo ganas— Afirmó Luli
sin dudar.
— Sí, yo también.
— Sigue el juego, y ustedes pueden
besarse todo lo que quieran, cada beso aumentará el interés en nuestro grupo, y
eso suma diversión al juego. Seremos el centro de atención general durante la
noche y hasta capaz que ganamos el concurso, y ustedes tortolitos pueden
disfrutar de su amor, o van a tener vergüenza a estas alturas, sobre todo vos
Laurita.
— Nunca voy a sentir vergüenza de
que Luli me ame. Y ser el centro de atención, aunque me molestara solo
podríamos evitarlo yéndonos.
— ¡Sos una genial hermana! Eso
tenemos que hacer, irnos, pero solo un rato, de paso te cambiás esa blusa, se
arreglan el maquillaje y pasamos por el baño. Todos van a morir por saber que
pasó y cuando volvamos van a estar desesperados por más telenovela.
— Como dijo tu madre: sos terrible
Laura… perdón, Anahí— Exclamo La Alta.
— Pero primero tenemos que ir con
mamá.
— Sí. Debe estar preocupada con lo
que vio— Dije.
— ¿Y qué le vamos a decir?—
Pregunto Rubia.
— Le voy a decir la verdad, no
puedo mentirle a mi mamá, ni ocultar el amor de Luli, ninguna de las dos merece
otra cosa que la verdad— Respondí. Luli me volvió a abrazar y volvió a
lagrimear.
— ¿Te vas a descubrir frente a
Estela?— Preguntó mi hermana.
— Sí. Es importante lo que tengo
que decir. De todas formas Estela ya sabe quién soy.
— Laurita, literalmente te has
vuelto una chica… con pelotas, en todo sentido— Dijo La Alta. Todas estallaron
en una carcajada.
— ¿Alguien me explica que es una
tortillera o una lesbiana?— Preguntó con inocencia Chiquita cuando se calmaron
un poco.
Comenzamos a caminar hacia la
mesa mientras le explicaban a Chiquita. Vi a mamá y Estela mirándonos con mucho
interés mientras nos acercábamos.
— ¿Está todo bien?— Preguntó mi
madre en cuanto llegamos a la mesa.
— Si ma. Todo está mejor que bien—
Respondió mi hermana.
— ¡La india guaraní parece que
aprendió rápido el castellano!— Exclamó con sarcasmo Estela.
— ¿Qué pasa, o que pasó, que fue
todo ese alboroto?— Nuevamente mi madre.
— Mamá, Luli se me declaró, ella me
ama. Amaba antes a Marcelo y ahora mucho más a… a mí. Y yo acepto su amor.
— Me dejan dura de la sorpresa chicas—
Realmente su rostro reflejaba esa impresión.
— ¡Ahora tenemos dos Lauras y una
es varón!— Dijo simulando asombro Estela, lo dijo sonriendo, sin mala
intención, las indias rieron.
— Vamos Estela, no disimules. Vos
ya sabías. Te agradezco mucho por tratar de hacernos sentir bien a las chicas y
a mí.
— Si, tu madre me lo contó, la
tenés muy preocupada. ¿Sabías?
— Lo sé y lo lamento, espero que
ahora se tranquilice un poco.
— Sigo preocupada, pero no tanto, y
me da mucho gusto ver que encontraste alguien que te quiere tanto como para
meterse en problemas por amor a vos. Como te conozco sé que no la vas a
defraudar.
— Ma, por favor. Ya tuvimos
bastante telenovela, estas dos novias son unas lloronas mariconas, si seguimos
hablando habrá otro mar de lágrimas. ¡Mirá como tiene la ropa mi gemela!
Tenemos que ir a casa para arreglarnos todas. Después volvemos.
— Vayan, pero no tarden mucho, no
olviden el concurso, tu padre me dijo que van a participar. Como viene la cosa
esta noche prefiero no saber lo que van a hacer. Vayan pronto o no llegaran a
tiempo.
— Si ma, gracias. Seguí disfrutando
la tranquilidad con Estela mientras volvemos.
— Gracias hija, pero decime. ¿El
show terminó o no, el juego digo? Espero que no halla más sorpresas, aunque
sean lindas como estas, no sé si podré soportarlo, pensá que de alguien heredó
lo lacrimógena tu nueva hermanita. ¡Vallan de una vez chicas!
— Chicas dejemos las lanzas acá,
para que la vamos a estar trayendo y llevando— Propuso La Alta.
— Si las dejan, todos sabrán que
volveremos. Mejor las llevamos— Opiné.
— Tiene razón, vamos, y pasemos
rápido, sin hablar con nadie, ni saludar ni nada. Es más teatral, más misterioso—
Dijo mi hermana.
— Pero… ¿Nuestros padres que
pensarán si nos ven salir así? ¡Ni los saludamos todavía! Y a ellos seguro
también le llegarán los chimentos— Dijo sensatamente Rubia.
— Si se preocupan seguro le vendrán
a preguntar a la mamá de las Lauras y ella les dirá que fuimos a arreglarnos y
volvemos. Vamos de una vez— Dijo mi hermana.
Salimos según lo planeado,
caminando rápido, algunos intentaron detenernos para hablar, pero no
respondimos, todas con cara seria, pude ver que muchos nos observaban con
atención. Al pasar por la puerta ni a los porteros respondimos. Cuando
estuvimos a distancia suficiente, las chicas, Luli incluida, comenzaron a reír.
Me sentí aliviada al verla alegre nuevamente.
— ¿Vieron como nos miraban todos?
Están desesperados por saber que pasa— Dijo La Alta. El resto asintió sin dejar
de reír.
— Si también hubiéramos planeado
esta situación, no nos hubiera salido todo tan perfecto— Dijo mi hermana sin
dejar de sonreír.
— Si no las quisiera tanto a todas,
las putearía por aprovecharnos a tu hermana y a mí para darle interés al juego—
Dijo Luli.
— No te enojes Luli, solo
aprovechamos la oportunidad, todas, vos y mi hermanita también, nos divertimos
con el juego. Además ustedes disfrutan algo más, algo que nosotras no podemos.
— Hay olor a celos por acá… ¿O me
parece solo a mí?— Dije provocativamente, quería quitarme la duda.
— Si, lo reconozco, estoy un poco
celosa, me gustaría tener alguien que me quiera tanto como ella a vos. Viste
como es la vida, vos me envidiabas por mi simpatía y por ser la nena de la
familia, y ahora vos tenés un amor y sos la nena más llamativa de la familia.
— El amor si lo tengo, pero no soy
nena, por más falda y bombachas que lleve puestas, y aunque me guste
comportarme femenina sigo siendo varón. Además mi amor es de y por una chica.
— Que hallas nacido varón y tengas
pito y pelotas no quiere decir que seas hombre, sos lo que te sientas, si te
sentís mujer, sos mujer, y si te sentís hombre, lo sos, aunque tu cuerpo sea de
mujer— Dijo La Alta, como abriendo una puerta.
— Y que tengas una novia tampoco
quiere decir que no seas niña, hay muchas mujeres que se aman entre sí. ¿O a
vos también hay que explicarte que son las lesbianas?— Sumo leña Mary.
— Eso lo sé. ¿Así que según ustedes
soy un varón lesbiano?— Todas rieron nuevamente.
— Yo no sé cómo decirles a las dos,
solo entiendo que somos amigas, todas nos queremos, y desde hoy hay dos Lauras,
la nueva y la vieja, y que Luli está perdidamente enamorada de la nueva. Y eso
me encanta— Dijo Chiquita.
— Chiqui, no hay dos Lauras. Esta noche
hay una Laura, la nueva, y una Anahí, cuando termine la noche volverá a haber
una sola Laura, la de siempre, o sea yo.
— ¿Será como para Cenicienta para la nueva
Laura, al terminar la noche se acaba el encantamiento y vuelve a ser Marcecienta?—
Ridiculizó la cosa Rubia.
— Eso lo decidirá ella, pero me
parece que ya decidió seguir siendo una… una chica, ya veremos con que nombre, porque
no puede seguir siendo Laura— Dijo terminante mi hermana.
— Ya lo se hermana. Vos tuviste la
idea de que sea Laura, acordate.
— ¿Y Luli? La pobre, va a estar
enamorada de una Laura desaparecida. ¿O será novia de la Laura original?— Dijo
sarcásticamente Rubia, causando nuevamente risas.
— Por favor no jodan con eso. Yo la
quiero a ella, el nombre no me importa— Dijo Luli y como para no dejar dudas
sobre lo dicho me abrazó y comenzó a besarme. Le respondí, estaba apasionada,
su lengua me recorría toda la boca, no dejaba
que yo hiciera lo mismo, y repentinamente, mientras me besaba bajo una
mano y me acarició la cola bajo la faldita, eso me enloqueció de placer, la
tomé de la cabeza con las dos manos, cerré los ojos, abrí la boca todo lo que
pude y dejé que me poseyera a su gusto. Sentí algo que trataba de escapar de
las bombachas… finalmente se separó de mí, me tomó nuevamente la mano, y
comenzó a caminar como si no hubiera pasado nada. Las otras quedaron heladas como
estatuas por la sorpresa.
— ¿Qué les pasa? ¿Es el primer beso
que ven?— Dijo provocadora Luli. A mí también me había tomado por sorpresa.
— Lu… Luli. ¿Tan caliente te tiene?—
La primera en reaccionar fue La Alta.
— Es por amor la calentura, quise mostrarles
con que fuerza la amo— Ella seguía llevándome de la mano con aire triunfal, las
otras comenzaron a seguirnos.
— Luli, no te enojes, pero como
sabés que es amor y no calentura, vos ya sos señorita, y sería normal, tenés hormonas
como todas las mujeres— Preguntó mi hermana.
— Porque
lo siento muy adentro, y porque no me importa si cogemos o no, solo quiero
estar con ella, así como estamos me siento feliz, no necesito más nada— Pensé
que podría cogerla y no se opondría, algo en mis bombachitas lo supo desde
antes…
— ¡Vos también te destapaste esta
noche Luli!— Dijo La Alta, me pareció notar un dejo de pena.
— Ya sabían que le tenía ganas a
Marcelo y ahora al conocer a Laurita no pude aguantarme, supongo que el amor es
así de incontrolable y violento.
— No sé si me das envidia o miedo—
Dijo Mary pensativa.
— A mí me daría miedo estar así—
Dijo Chiquita.
Mientras caminaba sentí que había
mojado mis bombachitas, sabía lo que era, mi primer orgasmo.
Llegamos
a casa y entramos. Algunas chicas estaban apuradas por ir al baño, así que tuve
que esperar mi turno.
Mi
hermana fue derecho a su habitación, volvió con una blusita parecida a la que
yo tenía puesta y me la entregó.
— Tomá, andá lávate y cámbiate,
después retocamos tu maquillaje.
— Voy a necesitar que me prestes
algo más por favor.
— ¿Queeeé? Esta Luli… Luli… si
claro, no hay problema.
— Pará un momento Laura por favor.
Quiero que ella use mi ropa ahora, voy de una carrera y traigo algo. No tardo nada—
Luli dijo eso y salió corriendo sin esperar la respuesta.
— Si ella quiere…— Respondió
resignada mi hermana.
— Si quiero, andá tranquila, no
corras— Grité inútilmente, Luli ya estaba en la calle.
— La tenés muerta a la pobre Luli—
Me dijo La Alta, casi como una acusación.
— Yo no hice nada, ella me encaró,
ya vieron como me besó por sorpresa.
— ¡Y bien que te gustó!— Confirmó
mi hermana.
— Seguro que me gustó mucho.
— Tanto le gustó que se mojó la
cochina.
— ¿Te mojaste la bombacha? ¿Tuviste
tu primer orgasmo?— Preguntó curiosa Mary. Yo estaba muerta de vergüenza.
— Si, fue la primera vez que me
pasa... ¿Así son de sinceras las chicas siempre? ¿No hay nada privado? ¿Era
necesario que lo publiques así hermanita?
— Bueno, capaz que me pasé un poco,
me dejé llevar por… por…
— Por los celos.
— Y… sí. Un poco celosa estoy. Hoy
estuviste muy linda y feliz y encima Luli te llega como caída del cielo, quien
no estaría celosa de tener un amor tan sincero y hermoso. ¡No vayas a hacerla
sufrir porque te castramos entre todas! ¿Cierto chicas?— Las que estaban
presentes lo confirmaron a coro.
— Me mato yo sola si la hago sufrir
aunque sea un poquito.
— Bueno Laurita, pasá al baño y lavate
bien, no podés andar con olor a leche recién ordeñada en la fiesta. Ya debe
volver tu novia.
Fui al baño mientras escuchaba
como reían, me quité la ropa, oriné, y me lavé las partes afectadas por el
derrame. Cuando estaba secándome, siento la voz de Luli.
— ¿Estás lista amor?
— Ya casi, pasame la ropa por la
puerta por favor.
— No, envolvete en la toalla y vamos
a la habitación, así te ayudo a vestir.
Hice caso porque me resultó
atractiva la idea. Salí y ella me tomó la mano, como para no perder la
costumbre, y me llevó a la pieza.
— Mirá te traje un vestidito, un
bra, varias bombachitas, por las dudas que alguna no te quede, un par de medias
y zapatitos vas a tener que usar los que tenías, los míos son más chicos.
— Todo está muy lindo, gracias.
Pero… ¿El bra para que lo quiero? No tengo nada que guardar en él.
— Yo tampoco tengo mucho todavía
pero me gusta usarlo, y quiero que mi novia también lo use. ¿Me das el gusto
amorcito?— Me miró con esos ojos, ella sabía que no podría negarme.
— Dejá esa toalla amor.
— Luliii…— Con un rápido movimiento
se quitó el vestido bolsa, vi que debajo estaba totalmente desnuda.
— ¡Luliii…!
— Vení tonta, solo quiero sentir nuestros
cuerpos unidos, nada más, no quiero hacer otra cosa.
— Ya me hiciste otra cosa.
— Sí, lo sé. Me di cuenta cuando
nos besábamos, por eso no te pido nada más, ya gastaste un cartuchito. ¿Fue el
primero cierto?
— Si, fue el primero de mi vida. ¿Vos
ya gastaste cartuchos?
— Si, varios, siempre pensando en
Marcelo, y ahora quiero gastarlos con vos mi amor. Pero será en otro momento.
Vení, abrazame fuerte, dale que las chicas esperan.
Obedecí, y nos fundimos en un
abrazo, volvió a besarme como antes, totalmente dominadora, esta vez las dos
nos acariciamos las colas desnudas. Sentí que mi pene renacía rápidamente.
— Basta, basta amorcito. Guardemos
este cartucho para otra batalla. Dejame que te vista— Dijo eso y enseguida tomó
las bombachas y las observó cómo viendo cual era de la medida adecuada. Pude
ver que estas no eran como las anteriores, eran más chicas, bikinis, mi madre
tenía algunas así.
— ¿Luli, no son incómodas? Son
bastante más chicas que las otras.
— Las que usaste antes eran bombachas
de nena, estas son bikinis, son las que usamos las chicas más grandecitas y las
mujeres, y no son incómodas, al contrario, son muy excitantes, sobre todo
porque las dos las vamos a usar iguales. Creo que esta te va a ir, tengo tres
iguales, así hacés como antes y yo puedo usar una.
— ¿Cómo es que tenés tantas
iguales?
— Mi tía tiene una tienda de ropa y
siempre me trae cosas. El vestido y todo lo que traje te lo regalo mi amor,
quiero que siempre estés muy linda.
Las bikinis eran negras y con
unas puntillitas, me resultaron muy bonitas, pensé que se verían muy atractivas
en un cuerpo de mujer. Se acercó y con mucho cuidado me colocó la primera, yo
ayudé, sobre todo a guardar mi verguita, que ya estaba algo dura. Pude notar
como la observaba, hasta se puso algo bizca al mirar tan de cerca. Luego siguió
con la otra. Se alejó un poco para admirar su obra.
— Te quedan perfectas, mucho mejor
que las otras. Estas son más sensuales. ¿Te parecen incómodas?
— Creo que no, y como decís, se
sienten mucho más sensuales. Sobre todo en el trasero.
— ¿Ahora vos me ayudás? Por favor.
Mientras lo decía me ofrecía su
bikini. Me acerqué, ella levantó una pierna, y luego la otra, y yo comencé a
subirle la prendita, mientras lo hacía pude observar en detalle su pubis, vi
que ya asomaban algunos pelitos, sentí como mi pene presionaba inútilmente para
salir de su encierro.
— Parece que alguien se está
excitando…
— No puedo evitarlo, sos muy
perversita. Me hacés verte y abrazate desnuda, me miras de cerquita, hacés que
te mire y te toque. ¡Y me decís eso! ¿Es para que me de vergüenza?
— No tonta, me gusta saber que te
excitás conmigo. Yo también estoy muy excitada, solo que no se nota tanto.
Mejor termino de vestirme sola, o tendremos que comenzar nuevamente todo— Terminó
de acomodarse el bikini, luego se colocó el bra, y encima la bolsa vestido. Se
miró en el espejo.
— ¿Te parece que estoy bien?
— Si estás perfecta y hermosa como
siempre.
— Gracias, ahora te ayudo a
terminar con tu ropa— Agarró otro bra igual que el que tenía ella, y me ayudó a
colocármelo.
— ¿Para que voy a usar esto? No lo
necesito, solo incomoda.
— Ya te dije, yo tampoco lo
necesito todavía, pero las chicas los usamos, y es como los bikinis, usarlos es
excitante.
— El bikini si me excita, pero esto
más bien molesta.
— Debe estar muy apretado o mal
puesto, déjame un momento— Se puso detrás de mí, sentí como acomodaba una parte
y otra, y finalmente seguía sintiendo su presencia, aunque no molestaba como
antes.
— Gracias, ahora está mejor, pero
sigo pensando que mejor si no lo usara, seguramente se va a notar que lo llevo
puesto.
— Por supuesto que se va a notar,
igual que el bikini, por eso son negros, para que transparenten, en eso está lo
bueno. Vos amorcito no te preocupes, la vamos a pasar muy bien juntas esta
noche.
— Como quieras. Cuando ya se me
pasaban los nervios, vos los hacés volver. Pero no te preocupes, voy a hacer lo
que me pidas. Me gusta mucho estar con vos y complacerte— Ella tomó el vestido que
había traído, de color rosa claro con unas florcitas blancas, me pareció que la
tela era algo traslúcida.
— ¿Eso no se usa con otra cosa
debajo? Yo vi a mi mamá y a mi hermana usar telas similares y siempre se ponen
otra prenda abajo para disimular la ropa interior.
— A veces sí y otras no, pero ahora
no. Quiero que estés deslumbrante, que todas las chicas y chicos me envidien
por tenerte.
— Más que des…lumbrante estaré
des…nuda. Si mi hermana me deja salir así, mi madre después nos mata a las dos
y se termina tu plan.
— No te van a decir nada. Te dieron
la oportunidad de vestirte de nena y estar en público y esto es solo un poquito
más atrevido. Pero en el fondo es lo mismo, lo que importa es que vos estés
conforme, eso ya te lo dijo tú mamá.
— Bueno, ya veremos qué pasa, te
sigo el juego. Las otras deben estar esperándonos.
— Seguro, deben pensar que estamos
haciendo el amor.
— No faltó mucho para que fuera
cierto.
— Si faltó mucho, solo jugueteamos
un poco, ya llegará ese momento, te lo prometo.
— Vamos Luli, terminemos de una vez
por favor, o me volverás más loca de lo que ya estoy.
Me puse los soquetes nuevos que
me dio y los mismos zapatos de antes. Ella se calzó sus sandalias. Mientras lo
hacía noté que a ella, aunque cuando se movía podía verle la cola, no podía
distinguir su bikini, la bolsa era opaca, no transparentaba nada y creaba una
zona oscura.
— Luli, sos una tramposa. Me
hiciste poner ropa interior negra y el vestido transparente, y se me nota todo
lo que llevo puesto y a vos no se te nota nada, aunque lo muestres.
— No es trampa, esta noche la
estrella sos vos, no nosotras las indias, yo voy a tener brillo gracias a vos,
y las otras lo mismo.
— Ustedes ya brillan solas, no me
necesitan para llamar la atención.
— Seguro, pero si no estuviéramos
junto a vos así de deslumbrante, o si fueras vestida normalita, nosotras no
existiríamos.
— Si no estuviera con ustedes no
habría ido nunca vestida de chica. Ni se me habría ocurrido hacerlo.
— Vos lo llevás adentro, lo
hubieras hecho en secreto quizás, pero seguro que necesitás vestir como una
chica y no tenés forma de evitarlo, nosotras solo te ayudamos un poco a ser vos
misma.
— No estoy tan segura. ¿Ya estamos
listas? ¿Podemos ir con las otras?
— Si vamos.
Salimos. Como supuse las otras
chicas ya estaban listas e impacientes.
— ¡Era hora! No quiero ni pensar lo
que estuvieron haciendo. Laurita vení acá así te arreglamos el maquillaje y el
pelo, estás hecha un asco— Nos recibió mi hermana.
— No hicimos lo que creés. ¿Y si lo
hubiéramos hecho cual sería el problema?— La desafió Luli.
— El problema no es lo hacían, eso
es cosa de ustedes, sino que nos dejaron esperando a todas. Vení Luli que te
ayudamos con tu pintura, así volvemos de una buena vez— Dijo Mary tratando de
suavizar la situación.
— Luli. ¿No te parece que te
pasaste un poco con la ropa que le pusiste? Entiendo que quieras que use tu
ropa, pero la vestiste como una… bueno, un poco demasiado atrevida— Dijo mi
hermana mientras me observaba en detalle.
— Sí. ¿Acaso no estuvo atrevida
desde que salimos? Nosotras también estamos atrevidas.
— Sí, pero no tanto…
— A ella le gusta. No tuvo problema
en que le pusiera esa ropa y sabe perfectamente como le queda. ¡Está hermosa!
— Seguro que no tuvo problema en
que vos se la pusieras…— Dijo La Alta.
— No seas envidiosa.
— No lo soy… Bueno un poco. Pero no quiero que
haya más sorpresas.
— ¿No te gustan las sorpresas? ¡A mí
me encantan!
— ¡Basta chicas! Lo que no tiene
que haber son peleas. Laurita ya está lista. ¿y vos Luli?— Mi hermanita cortó
la discusión.
— Creo que sí. Gracias chicas. Por
favor no te enojes Alta.
— Si, no hay problema. Pero te
confieso que estoy un poco envidiosa.
— Si estamos todas listas vayamos.
¡El concurso debe estar por empezar!— Ordenó Mary.
La mención del concurso me hizo
notar que tenía que participar con la ropa que me puso Luli. Esa idea me
resultó muy perturbadora. Salimos y en cuanto estuvimos en la calle volvimos a
la formación estricta, eso incluía la mano de Luli y la mía firmemente tomadas.
— Chicas, ya me había acostumbrado
a estar vestida de chica, y me sentía más tranquila. Pero pasó lo que pasó, y
ahora uso esta ropa atrevida, yo quiero seguir el juego más que nada por
ustedes. Estoy nerviosa nuevamente. ¡Y me siento mal por estar nerviosa! Tengo
la cabeza hecha una maraña.
— Yo también estaría algo nerviosa
de llevar esa ropa— Opinó mi hermana.
— Yo no. ¿Y ustedes chicas, usarían
la ropa que tiene Laurita?— Preguntó Luli.
— Yo no tendría el menor problema.
Seguro habrán notado que al ser las bolsas todas del mismo tamaño, y dado que soy
bastante más alta que ustedes, mi bolsa me tapa menos. Pues eso me gusta. No me
molesta para nada mostrarme.
— Para mi depende de la situación.
Si estuviera con mi novio… o novia como en este caso, no tendría problema, pero
sola seguro que no saldría así vestida— Opinó Rubia.
— Laura no solo está con su novia,
como dijiste, estamos todas nosotras, yo tampoco tendría problema en esta
situación. Además es un baile de carnaval y vamos a actuar, es como si fuéramos
bailarinas árabes o vedettes, no tiene nada malo mostrar en esas situaciones,
es algo artístico— Quiso justificarse Luli.
— Yo no soy bailarina, ni siquiera soy chica. Pero
estoy con todas ustedes, por eso me animo.
— ¡Ni loca me visto así! Ya me
cuesta llevar esta bolsa, y eso que soy la más bajita y me tapa más que a
ustedes. Pero aunque yo no lo haría, me encanta que Laurita y ustedes se atrevan, son más valientes que yo
y más lindas— Dijo Chiquita.
— Vos sos muy linda también, y creo
usar o no ropa atrevida tenga relación con tu valentía. Hay muchas formas de
valor. Vos no sos cobarde, sos prudente. Y me parece que yo soy muy imprudente…
Pero no se preocupen, me gustó serlo y me parece que cuando me acostumbre a esta
ropa también ve va a gustar— Dije tratando de terminar con el tema.
— Ya estamos llegando, hermanita Laurita
quedate mudita.
Llegamos a la puerta del club, en
ese momento había mucha gente entrando, otros parados o saliendo. Todo era
algarabía. En cuanto entramos en la zona iluminada y pudieron vernos se hizo el
silencio, solo se escuchaba el ruido que venía de adentro del club. Se me heló
la sangre. Me pareció que todos me miraban.
— Hola chicas. ¡Hola Laura! Parece
que te sentís mejor— Nos saludó uno de los porteros.
— Si está mejor, pero sigue sin poder
hablar— Rubia le respondió. No sé de donde saqué fuerzas, lo mire y asentí a lo
que dijo. Luli me dio un tirón, indicando que siguiera caminando.
Para esos momentos ya estaba completa
la capacidad del lugar. Había gente en todas partes y nos costaba avanzar,
tuvimos que rodear la pista porque ya había comenzado el baile y no quisimos
cruzar entre las parejas que bailaban, en ese momento sonaba un pasodoble, con
seguridad habríamos entorpecido el baile o tropezado con alguien.
Las
indias no hablaban, estábamos todas atentas tratando de ver la reacción de los
que nos veían pasar. Me pareció bueno que estuviera tan concurrido, así solo
nos verían, mejor dicho, mé verían, los que estaban más cerca. A nuestro paso
generábamos una especie de burbuja de silencio entre los hombres y murmullos
entre las mujeres, ambos nos observaban atentamente.
— Tranquila amor, solo nos miran.
No nos harán nada. ¿Seguís con miedo?— Luli lo dijo en mi oído.
— No… Bueno sí… un poquito— Ella aprovechó
el movimiento de nuestras manos al caminar para rozarme con suavidad el
trasero.
— Estás hermosa, por eso te miran.
No creí que fuera hermosa la
palabra, sino atrevida o llamativa. Pensé que si supieran que además de vestir
así, era varón, el efecto hubiera sido más intenso aún.
Poco a
poco pudimos llegar a la mesa. Estaba mamá, su amiga Estela, y un par de
vecinas.
— ¡Por fin volvieron chicas! Recién
anunciaron que ya comienza el concurso y pidieron que los participantes se
acerquen al escenario— Dijo mi madre.
— ¡Vieron que había que apurarse!—
Exclamó La Alta.
— ¿Todo bien? Veo que te cambiaste
Laurita. ¡Que linda ropita te pusiste!— Dijo mi mamá mientras me recorría con
la vista.
— Se la prestó Luli. Y a ella le
gustó usarla— Aclaró velozmente mi hermana. Mi madre observó a Luli y luego a
nuestras manos unidas.
— Mejor vayan chicas. O se pierden
el concurso, sería una pena, están tan… tan lindas todas— Nos apuró Estela para
cortar el tema de conversación.
Todas respondieron a coro que ya
íbamos. Y salimos rumbo al escenario, como siempre en formación.
— Anahí. ¡A mamá no le gustó nada
verme así!
— ¡Hablá bajito Laura! Lo noté,
pero como te dijimos, te quieren y aunque no les guste mucho lo que hacés igualmente
te aceptarán como quieras ser.
— Miren la cantidad de
participantes, son muchos— Señaló Chiquita.
— Sí. Y algunos están muy bien
disfrazados— Confirmó Mary.
— Y otros horribles.
— No seas mala Chiqui, no todos son
lindos ni pueden tener disfraces lindos, lo importante es que se atreven. No
solo se disfrazaron sino que van a subir al escenario— Dijo Luli.
— Sí, eso es lo importante.
Participar, divertirse y compartirlo— Dijo mi hermanita.
Llegamos como pudimos hasta la
mesa donde estaba Irene. La Alta tomó la voz cantante.
— Hola Irene. ¿Te acordás de
nosotras? ¿Sabés que número de orden nos tocó?
— ¿Cómo podría olvidarlas? Y ahora
menos. ¡Laurita te cambiaste el disfraz! Vas… digo van a ser todo un
espectáculo. Les tocó el lugar 18 y hay 23 participantes. Todavía tienen un buen
rato para preparar los detalles finales. Pero mejor no se alejen mucho, puede
haber cambios de último momento en el orden.
— Gracias, nos quedamos cerquita.
Nos corrimos a un lugar más
alejado del escenario pero desde el cual veíamos a Irene. También podíamos ver
el escenario donde estaba mi padre entre equipos y discos. En un momento noté
que nos había visto. Hizo una seña, y un muchacho subió para cuidar las cosas. Mi
padre bajó y caminó rumbo a nosotras.
— Chicas, veo que están listas. ¡Seguro
ganan! Mar... Laurita. ¿Seguro querés venir a ayudarme después? Si no querés o
no podés venir me arreglaré, pero realmente necesito que me ayudes y me
gustaría que lo hagas. Perdonen, ya tengo que volver arriba, se acaba el disco.
Tengo lista la música que me pediste Mar... ¡Suerte chicas!— Se dio media
vuelta, dio un par de pasos, se volvió y me miró.
— Puede ayudarme Marcelo o Laurita,
lo único que me importa es que seas vos hijo.
Salió casi a la carrera rumbo a
los equipos por que el Charleta ya estaba esperándolo sobre el escenario para
comenzar con el concurso.
— ¿Ahora estás tranquila hermanita?
— Si— No pude contenerme y
comenzaron a caer lágrimas por mis mejillas. Automáticamente Luli me abrazó.
— Luli… ¿Que te dijimos? Por favor—
Le pidió La Alta, con una dulzura casi desconocida en ella.
— No puedo verla así.
— Vamos Luli, no le pasa nada, solo
está emocionada, ya se va a reponer.
— Está bien Luli, ya se me pasa. Como
dijo ella.
— ¡Yo te voy a abrazar y besar todo
lo que quiera!
— Seguro. Pueden hacer lo que
quieran, pero avisen si van a estar así todo el tiempo. Porque no podemos
participar con ustedes besuqueándose. Nos borramos del concurso y listo—
Amenazó La Alta, que había perdido su dulzura.
— ¡No se borra nadie! Luli, yo
también tengo muchas ganas de besarte y abrazarte, pero también quiero que
participemos, vinimos juntas y seguiremos juntas. Por favor Luli.
— Si chicas. Tienen razón. Prometo
no hacerlo más hasta que terminemos de presentarnos.
— Gracias Luli. Chicas, controlemos.
¿Todas tenemos nuestras lanzas? Chiqui. ¿Vos tenés lista la soga?— Organizó mi
hermana.
— Sí, acá está.
— Chiqui. ¿Me das la soga por
favor? Yo quiero atarla cuando llegue el momento, y subirla al escenario
después— Pidió Luli.
— Si podés. ¿Cierto chicas? Estaba
segura que pedirías eso— Dijo mi hermana.
Chiquita le dio la soga a Luli y
ella la agarró con una gran sonrisa.
— A ver que más… papá tiene la
música… ¿Todas tienen bien los trajes?… Si alguna quiere ir al baño, es el
momento— Continuó controlando mi hermana.
— Ni loca voy a ese baño mugriento.
Además hay una fila larguísima. ¡Prefiero ir al pasto!—Exclamó Mary.
— ¿Querés ir al baño Mary?
— No.
— Necesito ensayar como atarla. No
quiero hacerlo mal a último momento— Dijo Luli.
— ¡Seguro que querés atarla!… Pero
es una buena idea probar antes— Respondió La Alta.
— Tenemos que buscar un lugar donde
nadie nos vea hacerlo, vamos Laurita— Luli dijo esto y me arrastró con ella.
— Vamos todas atrás del escenario,
ahí estará bien. Y desde ahí podremos asomarnos para ver qué pasa y por si nos
llaman— Siempre práctica mi hermana.
Luli puso cara de contrariada
mientras caminamos hacia ese lugar. Al llegar ya se le había pasado, y comenzó
a jugar con la soga y conmigo.
— No te emociones Luli, acordate lo
que hablamos— Dijo La Alta al observarla.
— Sí, ya lo sé, no te preocupes.
— Chiqui, vos quédate donde puedas
ver a Irene, por si nos llama— Continuó organizando mi hermana.
Entretanto había comenzado el
concurso, se escuchaban los anuncios, música, aplausos, risas. Desde donde
estábamos no podíamos ver a causa del telón. Chiqui si veía, se reía y aplaudía.
Al verla, Mary no pudo resistir la tentación y se le unió. Una a una fueron
yendo junto a Chiqui para poder observar lo que ocurría. En poco tiempo Luli y
yo quedamos solas. Ella seguía probando como atarme. Cuando notó que estábamos
solas me dio un besito en los labios.
— Me gusta tenerte atada, hermosa.
Pero me gustaría más si estuviéramos totalmente solas.
— A mí también me gustaría.
— ¿Qué te gustaría? ¿Qué te ate o atarme?
— Las dos cosas, estoy aprendiendo
de vos a ser perversita— Mientras charlábamos ella seguía intentando nuevas
formas de atarme, distraídos en eso no vimos que la Alta había vuelto.
— Yo las voy a atar a las dos. Y después
las voy a cagar a patadas si no se tranquilizan un poco.
— No pasa nada. Solo charlábamos,
creo que ya encontré la forma, que te parece Alta, estará bien así, no quiero
que le apriete o le haga mal, pero tampoco que se le salga cuando se mueva.
— ¡Vos no sabés nada de nudos Luli!
Deja que yo la ate, no te la voy a quitar. Solo te muestro como se hace.
— Está bien. Pero tené cuidado, no
quiero que le pase nada.
— Yo tampoco quiero eso— La Alta en un momento me rodeó con la soga
varias veces, la cruzó, no entendí bien como, hizo un nudo y quedé firmemente inmovilizada
de la cintura para arriba, pero cómoda.
— Está bien sujeta, no se le va a
salir, pero no está apretada. ¿Estás cómoda linda?
— Si, está perfecto así, puedo
caminar y creo que no se afloja. ¡Pero cuando tenga que morirme me voy a dar un
golpe si no puedo usar los brazos para atajarme!
— Entonces tenemos que ver cómo
hacemos que caigas sin golpearte— Opinó Luli.
— Hacemos como que la obligamos a
arrodillarse y después la matamos, puesta de rodillas parecerá que suplica por
su vida, es más teatral, y cuando le clavemos las lanzas solo tiene que
acostarse, no se va a golpear— La Alta solucionó el problema.
— Probemos.
Me agarraron entre las dos, me
zamarrearon un poco y luego hicieron lo planeado, Luli tironeó de la soga que
habían dejado suelta para arrastrarme y con una mano me empujo la cabeza hacia
abajo, Alta se puso detrás de mí, me agarro de los brazos, simulo que me
obligaba a ponerme de rodillas pero en realidad me ayudó a hacerlo.
— Salió bastante bien, pero cuando
se pone de rodillas, se le levanta el vestido y se le ve todo el trasero— Mientras
lo decía, La Alta, me acomodó el vestido y al hacerlo aprovechó para
acariciarme la cola. Me sentí sorprendida.
— ¡Qué hacés! No te hagas la viva.
¡Ella es mía!
— Perdón, es tan linda que no pude
evitarlo. Es toda tuya, no te preocupes que no voy a intentar quitártela, ya te
lo dije. A mí también me gusta mucho desde que la vi como Laura, las escuche
cuando hablaban y me dio ganas de atarlas yo a las dos. Sé que estoy mal. Me
pasó sin querer.
— ¡Ay Laura, parece que sos
irresistible! No te preocupes Alta, yo sé lo que es volverse loca por ella.
— Mejor también me voy a mirar el
concurso y las dejo solas. Ya viste bien como se hace con la soga.
— Mejor quédate, no quiero que te
vayas así.
No podía creer lo que pasaba.
Luli se acercó y me dio otro besito sobre los labios.
— Mi amor. ¿La dejas que se saque
las ganas?— Me dijo bajito.
No pude responder. Alta no solo
era más alta, también tenía un cuerpo más atractivo, más desarrollado, con
curvas y unos pequeños pechos.
— Ya te dije que haría lo que me
pidieras, vos decidís Luli.
— Te la presto solo un ratito— Le
dijo Luli y La Alta no perdió tiempo, se acercó, me abrazó y comenzó a besarme,
no fue tan dominante como Luli, me dejó devolver el beso, nuestras lenguas se
cruzaron, mientras sentía como me acariciaba el trasero, yo no podía responder
sus caricias porque seguía atada. Repentinamente Luli, nos separó.
— ¡Así no! Ella necesita que la
protejan, quiere sentirse segura, hay que dominarla. Se hace así, yo te muestro
como se hace.
Me abrazó y me besó a su manera,
dominante, mientras me apretaba toda. Luego se separó de mí y le hizo una seña
a Alta para que probara. Alta hizo lo mismo, me penetró con su lengua sin dejar
que yo respondiera, pero en vez de abrazarme como Luli, me agarró de las nalgas
y me las apretó, luego sentí como recorría mi rayita con sus largos dedos hasta
que se detuvo justo en mi ano. Y apretó un poco. Me hizo estremecer. Luego se
retiró. Yo quedé temblando y hubiera caído al piso si ellas no me sujetan.
— ¡Parece que le tocaste el punto
débil!— Exclamó Luli entusiasmada.
— Sabía que le gustaría.
— ¡Es muy golosa!
— ¡Si, me encanta que sea así!
Me abrazaron entre las dos, me
besaron una por vez, pero esta vez suavecito, mientras me acariciaban. Sentía
los dos cuerpos pegados al mío, creí que me moría, tuve un espasmo y nuevamente
mojé mi ropa interior.
— ¡Ay nena! ¿No podés aguantarte?
— Bueno Luli, aguantó bastante. No
la retes.
— ¡Cómo quieren que me aguante! ¿Y
ahora qué hago? Mojé mis bikinis. ¿Cómo voy a subir al escenario así?— Luli y
Alta se miraron.
— Vos primera, yo vigilo— Luli me
desconcertó. Alta se puso de rodillas, me bajo las bikinis y comenzó a lamerme,
limpiándome con esmero.
— ¡Dejá
algo para mí, no seas egoísta, yo te la presté!— Alta se retiró y Luli tomó su
lugar, lamía y lamía. Yo estaba en otro mundo. Finalmente Luli volvió las
bikinis a su sitio y se puso de pié.
— Lista amorcito, ya la tenés bien
limpita. Con este calor los bikinis en un rato estarán secos, solo tendrás un
poquito de perfume, pero es rico.
— ¡Ahora quiero mi turno!— Exclamé.
— No, amorcito, vos sos mía, y hacés
lo que yo diga. No te olvides.
— ¡Sos mala! Las dos se sacaron las
ganas. ¡Yo quiero tocarlas a ustedes!
— Bueno. Pero solo porque yo te lo
permito, que te quede claro. ¡Alta! Vení por favor— Alta estaba cerca y vino al
escucharla.
— Ella quiere tocarte, desatala y
déjala que se saque el gusto, si querés.
— No hay problema Lulita— Me desató
y se quedó parada delante de mí. Era un poco más alta que yo. Me acerqué, apoye
mis labios en los suyos y con suavidad la abracé, ella no respondió.
— Así no me gusta, no quiero que lo
hagas por obligación.
— Nadie me obliga, me gusta así,
quiero sentir como me besás y me tocás toda— Volví a besarla, y comencé a
recorrerla con mis manos, primero su espalda, la traje hacia mí y pude sentir
sus pechos, luego fui bajando, metí mi mano bajo su vestido y le acaricié la
cola, hice lo mismo que ella, fui recorriendo su rayita hasta que encontré su
agujerito y presioné en ese lugar, ella se estremeció. La seguí besando unos
momentos mientras la sentía temblar. Quité mis manos de su trasero y la tome
del cuello y metí mi lengua en su boca, ella me dejó hacer, la recorrí toda.
Mientras fui buscando su pubis con una mano y comencé a acariciarlo, ella se
estremecía cada vez más, comencé a darle mordisquitos en el cuello y con la
otra mano volví a su culito. Ella se estremeció con más fuerza, dio un par de
jadeos y supe como tenían un orgasmo las mujeres. Volví a besarla y abrazarla
muy fuerte. Estuve así hasta que Luli nos separó.
— ¡Aprendés rápido nena! La dejaste
de cama a la pobre.
— Me gustó mucho lo que me hiciste Laurita.
¡Gracias Luli!— Dijo La Alta en cuanto se recuperó.
— Para eso somos amigas, las amigas
comparten todo. Laurita. ¡Te falta hacer algo amor!— Me puse de rodillas frente
a la Alta, le baje su bikini que era color rosa, y comencé a lamer, sentí su
gusto de mujer, lamí lo mejor que pude, por todas partes, pero noté que cuando
lamía un lugar específico ella volvía a estremecerse, así que seguí lamiendo en
ese justo lugar. Me tomó de los cabellos, comenzó a jadear y tuvo otro orgasmo,
luego me hizo poner de pie y nos volvimos a besar y abrazar, solo que esta vez
Luli también estaba abrazada y besando.
Repentinamente nos volvió al
mundo la voz de mi hermana.
— ¡Parece que es contagioso! ¿Qué
hacen? ¡Ahora son tres! ¿Porque no suben al escenario y repiten el show para
todos? Seguro ganan por afano.
Nos separamos y vimos al resto de
las indias mirándonos, La Alta se acomodó rápidamente la bombacha que le había
quedado baja.
— ¿Y si en lugar de nosotras venía
otra persona? ¡Paren un poco la mano chicas!
— Bueno. Pero es cosa nuestra
después de todo.
— ¿De nuevo con lo mismo Luli? Ya
mismo voy y cancelo nuestra presentación— Dijo mi hermana.
— Ahora vos sos la egoísta. Una
cosa no tiene que ver con la otra. Podemos actuar aunque hallamos estado…
jugando— Le dije tratando de evitar la ruptura.
— ¿Qué dicen chicas? ¿Nos
presentamos o no?— Mi hermana preguntó al resto de las indias. Ellas ni lo pensaron.
— Yo quiero actuar, Luli tiene
razón, ellas pueden hacer lo que quieran, mientras bailen y actúen como lo
planeamos— Dijo Chiquita.
— Yo también actúo, me gusta tener
amigas tan divertidas— Dijo Mary sonriendo.
— Yo también, y si hubiera sabido…
— ¿Cómo? Les dije. ¡Es contagioso!—
Exclamó mi hermana, derrotada pero asomando una sonrisa.
— Si no fuera contagioso no habría
gente en el mundo— Sentencié como para completas su distensión. Todas
comenzaron a reír menos ella.
— No me causa gracia hermanita. ¿Luli
ya sabés como hacer el nudo? ¿O ni eso pudieron hacer?—.
— Si lo sé, te muestro si querés. También
sabemos cómo matarla sin que se mate de verdad de un golpe.
— Si, mostranos. ¡Pero solo el nudo
y la caída! No necesitamos ver nada más.
Luli me ató, luego simuló que me arrastraba
por la fuerza, yo puse cara de miedo, luego se acercó La Alta, las dos tenían
sus lanzas, las dejaron caer y realizaron la maniobra de ponerme de rodillas
con tirón de pelo incluido, mientras yo las miraba con cara de cachorrita,
tomaron sus lanzas, hicieron que me las clavaban y me tiré al piso.
— Estuvo bastante bien, solo que
cuando se pone de rodillas se le ve todo el trasero— Dijo mi hermana.
— Eso no lo pudimos solucionar, y
por ese detalle comenzamos a… — Comenzó
a explicar Luli, pero mi hermanita no la dejó terminar.
— Basta, no quiero saber más. Que
vamos a hacer con ese “detalle”, ya es bastante que suba con ese vestido
transparente y si muestra el trasero la van a querer violar arriba del
escenario. ¡Y a nosotras nos matan nuestros padres!
— Si ella no tiene problema en
mostrarlo que lo haga y listo— Respondió Luli con naturalidad.
— ¡Vos estás loca! ¿También querés ver
que la violen? ¿No te alcanzó con lo que ya hicieron?
— No exageres Laura, solo es una
actuación, es como una bailarina, podría ser una odalisca, una vedette o una
corista, y mostrar el trasero, y no por eso la violarían. Además el bikini es
negro y parece una malla, no muestra mucho.
— A mí me parece que muestra
demasiado. Tiene doce años y además es… bueno… tiene doce años.
— Vos sos mi hermana, y te agradezco
que quieras protegerme. Pero vos misma me animaste a que llegara a esta
situación. Eso también te lo agradezco. Yo no tengo problema en que me vean el
trasero. Como tampoco me importó si aparecía alguien mientras estábamos…
jugando… las tres. Quiero disfrutar todo lo que pueda, como vos querías cuando
llegamos. Pero también necesito que vuelvas a estar alegre y feliz.
— Comienzo a sentir arrepentimiento
por haberte empujado hasta acá.
— Laura, a la verdadera Laura le digo,
ella es tu hermana y es normal que sientas un poco de celos, siempre fue “tuyo”
solamente y ahora es “ella”, y para peor otras la deseamos y ella a nosotras,
eso obviamente no podés ni compartirlo, ni tampoco evitarlo. Tratá de
entenderla por favor, dejala seguir su
camino. Vos continuarás acompañándola y cuidándola, quizás más que antes, y se
van a seguir queriendo, como hermanas que son, pero las dos tienen necesidad de
vivir experiencias que no se suelen compartir entre hermanas.
— Que haga como ella quiera. Como siempre
decimos: vinimos juntas y seguiremos juntas. Ya aclaré mi posición, y me haré
cargo de lo que pase ante mamá y papá, porque yo comencé con este quilombo— Me
acerqué a ella y la abracé. En voz baja le dije:
— Gracias, no vas a estar sola
nunca, si hay problemas vamos a enfrentarlos juntas hasta el fin— Luego me
separé de ella, noté que me miraba con ojos lacrimosos.
— Y no te preocupes Anahí. ¡No te
vas a contagiar! Vos naciste vacunada— Dije como para distenderla. Todas,
incluso ella rieron.
Mientras hablábamos Luli me había
desatado. Nos dirigimos a un sitio desde donde podíamos ver el concurso, en esos
momentos una pareja, con la ropa invertida, bailaban un tango.
— ¿Te gustaría que bailáramos como
ellos?— Me preguntó bajito Luli.
— Si supiera bailar me gustaría,
aunque me gustaría más si las dos bailamos vestidas como chicas.
— Es muy sensual ese baile, tendríamos
que aprender.
— Parece bastante complicado.
— Ya me imagino de que hablan y yo
también quiero bailar con ustedes— Intervino La Alta que se había mantenido
todo ese tiempo a nuestro lado.
— Estamos pensando que nos gustaría,
pero ninguna de las dos sabemos bailar tango— Le dijo Luli.
— No se bailar, y punto. Nada de
nada— Aclaré.
— Yo si se bailar tango, mi abuelo
me enseñó, él y mi abuela siempre bailaron y van a las milongas. Les puedo
enseñar, no es tan complicado como parece, por lo menos lo básico— Nos propuso
La Alta.
— ¿En serio nos podés enseñar? ¿Y
cuánto tardamos en aprender?— Preguntó entusiasmada Luli.
— Solo es cuestión de animarse,
mirás un poco a otras parejas, y después seguís a tu maestro, lo que tarden es
cuestión de talento y las ganas que pongan.
— Mi amor. Esta noche habrá una
orquesta que toca tango. ¿Cierto?
— Sí, pero ni lo pienses. Si querés
podemos aprender con discos, en otro momento y lugar.
— ¡Lauritaaaa!
— Sí, sí, ya lo sé. Haré todo lo
que me pidas.
— Alta. ¿Nos vas a enseñar un
poquito cuando toque esa orquesta?
— Si, seguro.
— ¿Aunque somos tres chicas? ¿Podemos
bailar igual así?
— ¿Cuál es el problema? Mi abuelo
me contó que cuando era joven practicaban entre hombres antes de bailar con las
mujeres, seguro que las chicas también practicaban entre ellas. Nosotras vamos
a hacer lo mismo.
— Practicaban dijiste. Eso se hace
en privado— Le hice notar.
— Las chicas no sé dónde
practicarían, pero algunos hombres bailaban entre ellos mientras otros bailaban
con mujeres. Y a nadie le parecía raro. También me contó que había chicas que
cobraban por bailar, solo por bailar, no por otra cosa… a tanto por canción.
— Parece que ustedes tres
estuvieran solas. ¿Podemos juntarnos todas por favor?— Mary nos interrumpió.
— Si, chicas, no nos separemos
nuevamente— Pidió mi hermana.
No habíamos advertido que nos
habíamos separado del resto, rápidamente volvimos a juntarnos. Ya la pareja
inversa de tango terminaba su presentación y la gente aplaudió bastante, aunque
también se escucharon algunos silbidos y groserías.
— Parece que les fue bien, aunque también
hubo a quien no le gustaron, y no es que bailaran mal— Comentó Rubia.
— Siempre hay algunos silbidos y
palabrotas, así suba una nena vestida de hada— Respondí.
— Sí, yo una vez subí con disfraz
de princesa y también algunos me silbaron. ¡A esos nada les viene bien!—
Confirmó Chiquita.
— Los que se presenten después
nuestro tendrán la ventaja de que todos esos van a estar cansados de silbarnos
y putearnos— Opiné.
— ¡Y los que aplaudan también se
van a cansar de aplaudirnos!— Dijo como reprendiéndome Luli.
— Seguro los vamos a dejar con la
boca abierta— Dijo La Alta.
— Eso es seguro. Pero que aplaudan
por el baile es otro tema— Le dije.
— Basta amorcito. Vamos a estar
bien si estamos juntas, aunque nos silben o insulten. ¡Vinimos a divertirnos y
un montón de tarados no nos arruinará la noche!
— Si “amorcito”. Estaremos bien—
Dijo mi hermana con sarcasmo.
Entre tanto había subido una pequeña
odalisca, me pareció que era muy simpática y bailaba bastante bien a pesar de
tener solo unos cuatro o cinco años.
— ¡Miren esa es mi hermana! Hace
poquito que va a la profesora de danza y miren como se mueve. A ella no la van
a silbar. ¡No pueden ser tan malos!— Chiquita no había terminado la frase cuando comenzó primero un silbido y luego
otros lo siguieron. Obviamente les parecía aburrido el baile de la niñita.
— No le des importancia Chiqui. Es
como dijimos antes, son capaces de insultar a un bebé si sube al escenario. ¡Solo
quieren minas sin ropa!— Trató de tranquilizarla mi hermana.
— No falta mucho para que tengan
algo parecido— Dije.
— No somos minas Amor, somos chicas
y bastante chicas todavía, no es lo que quieren esos babosos.
— ¿Te parece que no? ¿Ya viste como
nos miran? No creo que se hagan problema por la edad. Por eso nos dijeron que
tengamos tanto cuidado y no estemos solas.
— Sí, lo sé, solo quiero
tranquilizarte un poco.
— Ya no me preocupa que me miren,
ni tampoco subir al escenario ante todos, siempre que lo haga junto a ustedes.
— Ya sabés que será así. Nosotras
tampoco nos animaríamos a subir solas. ¿Cierto chicas?— La Alta también quería tranquilizarme.
Todas asintieron.
Observé a las indias, estaban
radiantes de felicidad, también parecían algo desafiantes con esa pintura en la
cara, y sobre todo por las lanzas.
Aparecieron
las otras chicas: la enfermera, la brujita, y las dos damas antiguas, ahora
acompañadas por dos caballeros de levita y galera. Las damas estaban muy
arregladitas y bonitas, los caballeros en cambio, me parecieron algo ridículos,
se habían pintado bigotes y barba, eso no les quedaba muy bien.
— Hola chicas. ¿Todo bien?— Saludó
la brujita, esa pregunta me sonó a curiosidad.
— Sí, todo perfecto. ¿Y ustedes?—
La Alta devolvió la pelota.
— Ya está por llegar el turno de
subir de “Románticos de Ayer”. Así se pusieron los chicos y ellas para
participar.
— ¿Laura como andás? Parece que
estás mejor, y te cambiaste de ropa… ¿Vas a subir así?— Preguntó la enfermera
mientras me radiografiaba con los ojos.
— Sí, por suerte está mejor y va a
subir con nosotras. Decidimos que subimos todas juntas, o no sube ninguna— Dijo
Rubia terminante.
— Ya sabemos… bueno todos saben que son muy
unidas… Lo digo por que andan siempre juntas— Respondió la enfermera con
evidente doble sentido.
— Así somos nosotras. Si todos lo
saben es mejor para nosotras— Esta vez era Rubia la que estaba juntando
presión.
Afortunadamente en ese momento
terminó la mini odalisca y anunciaron el turno de Los Románticos, así que la
pelea quedó postergada y todos prestamos atención a las dos parejas. Subieron y
comenzó el vals, bailaban bastante lindo. Al ver el comienzo de la presentación
noté algo y le pegue un tirón en la mano a mi salvaje enamorada.
— ¿Qué pasa amor?
— Necesito decirles algo importante
a todas. Y no puedo hablar, se supone— Le dije disimuladamente en el oído.
— ¡Chicas! Ya casi nos toca a
nosotras, vamos un momento a prepararnos atrás del escenario. ¡Enseguida
volvemos amigas!— Todas asintieron y nos fuimos. Las otras chicas se quedaron observando
a sus compañeras.
— Es muy importante que no hagamos
como ellos, las parejas, que subieron y se quedaron esperando hasta que sonó su
música. Tenemos que esperar que nuestro tema suene unos momentos, diez o quince
segundos, después recién subimos, así creamos suspenso y van a estar más
atentos para vernos. Además queda ridículo estar paradas ahí arriba esperando
sin hacer nada— Dije y todas asintieron.
— ¿Quién subirá primera?— Preguntó
mi hermana al grupo.
— Yo. Porque la llevo a ella
tirando de las soga, ustedes tienen que entrar bailando a su alrededor— Dijo
Luli.
— Que suspenso puede haber, si estamos
todas vestidas hace rato, ya todos nos vieron, además vos estarás atada como
matambre esperando al pié de la escalera, nos van a ver antes que subamos—
Opinó Rubia.
— Solo los que estén cerca de la
escalera, que son casi todos participantes, podrán vernos antes de subir, esos
mismos evitarán que el resto de la gente nos vea. Luli, vos te quedás al pié de
la escalera, cuando te doy un tirón de la soga, empezás a subir, sin apuro, y
nosotras te seguimos. ¡Por fin voy a tirar de algo que no sea tu mano! ¡Amorcito,
es broma, es broma!— Las otras rieron, Luli me miró con algo de furia contenida.
Me soltó la mano. Volvimos con las otras chicas. Mientras caminábamos, le
acaricié disimuladamente la cola y luego tomé su mano, ella me miró sonriendo
nuevamente.
— Se perdieron casi todo el baile,
ya están terminando. Espero que no les hagan lo mismo que a la nena. ¡Algunos
son muy maleducados!— Dijo la brujita al vernos regresar. Nosotras nos miramos.
— No te preocupes, siempre lo hacen.
Nada les viene bien a esos estúpidos— Respondió Rubia, aparentemente estaba
tranquila.
— No se fijan que todos los
participantes trabajaron, ensayaron, prepararon sus trajes, y tienen tantas
ilusiones de ganar. ¡No pueden hacer eso! ¡Yo los sacaría a patadas del club!—
Dijo bastante ofuscada la enfermerita.
— Lamentablemente no pueden
sacarlos a todos. Igualmente no tiene que importarnos, cuando los chicos bajen
no digan nada sobre los silbidos, solo elogien lo lindo que estuvo su baile y
que mucha gente los aplaudió, eso es lo que necesitan en ese momento— Dijo
acertadamente La Alta mientras nos miraba con cara de cómplice.
— Vos tenés razón, haremos eso que
dijiste, gracias— Respondió la enfermera.
Las parejas terminaron, mientras
saludaban se escuchó un fuerte aplauso, acompañado de los infaltables silbidos
y el resto. Bajaron radiantes y jadeando por el calor y el esfuerzo. Todas
aplaudimos a rabiar, en cuando pudimos los rodeamos sin dejar de aplaudir y
gritar. Se acercó la persona que organizaba la entrada de los participantes.
— ¡Chicas! Por favor dejen libre la
escalera. ¡Así no pueden subir los siguientes!— Todo el grupo se hizo a un
lado, vi subir un gaucho con un bombo, mientras nosotras seguíamos felicitando
a los bailarines.
— ¿Ustedes son Laura y Las Indias?—
Preguntó el organizador.
— ¿Se nota mucho?— Respondió
agresiva La Alta.
— Les faltan dos turnos, cuando termine
el gaucho, sube una bailarina española y después ustedes, prepárense— Respondió
el organizador mientras miraba algo airado a La Alta.
— Entendido. ¡Vamos atrás chicas,
hay que prepararse!— Respondió La Alta, mientras el organizador ya se perdía
caminando entre la multitud de participantes ubicados en derredor del escenario.
Justo en ese momento apareció el Indio y su comitiva.
— Hola… ¿Laurita? ¡Qué suerte que te curaste! ¡Qué
lindo “disfraz” tenés ahora! ¡Estás hecha toda una trolita!
—
¡Dejala
tranquila! ¡Salgan de acá maleducados! Ya tenemos que prepararnos y no tenemos
tiempo para sus boludeces— Respondió enfurecida Luli.
—
¡Vos
callate porque te voy a cagar a patadas petisa trola y encima tortillera!— Cuando
lo escuché me olvidé de ser una señorita, sentí una furia como nunca antes, y
sin pensarlo me abalancé sobre el Indio.
El también avanzó hacía mí, pero
no llegue a tocarlo, sentí que me sujetaban por la espalda y no pude avanzar más,
traté de zafarme, pero no pude.
— ¡Tranquilo Mar… tranquila Laura!
No vale la pena. ¿No ves que busca arruinarles la noche? No le sigas el juego—
Esa vos a mi espalda me sonó muy conocida.
— ¡Sí, quedate quieta, nosotros nos
encargamos!— A pesar de que yo seguía enfurecida luchando por zafarme, pude
reconocer sus voces, eran dos de mis amigos. En el acto la furia fue
reemplazada por sorpresa cuando vi que el Indio se detenía en seco, con cara de
asustado.
— ¡Tomátelas pelotudo! ¡Andá a
joder a otra parte! ¡La concha de tu madre!— Esa era la inconfundible voz de La
Alta enfurecida.
Vi que mientras gritaba lo amenazaba
con su lanza, que aunque tenía punta de cartón, era una caña y podría resultar
un arma muy efectiva. Las otras indias la imitaron. El indio comenzó a
retroceder, no solo amenazado por las lanzas. Ellos eran solo cuatro, nosotros
muchos más con el agregado de las otras chicas y mis amigos. A la carrera
llegaron los dos porteros y tomaron al Indio de los brazos, él se sacudía pero
ellos eran mucho más altos y fuertes.
— Basta Indio, se terminó. ¡Te vas
a tu casa para que se te pase la mamúa!— Le dijo uno de los porteros, mientras
lo sujetaba con fuerza. Eso volvió a enfurecer al Indio.
— ¡Dejame, la puta que te parió! ¡Tengo
que romperle la cara a ese puto!— Entre los dos porteros comenzaron a
arrastrarlo hacia la puerta, cuando él se resistía le daban un golpe.
— Sabés que te pasa pelotudo. El… o
ella, puto o no se está pasando la noche con un montón de chicas hermosas, y
vos solo estuviste molestando y chupando. Te vas ya mismo ¡Y te aseguro que si
volvés te vas a arrepentir de haber nacido!— Alcanzamos a escuchar los gritos mientras
se alejaban. Sus compinches me miraron un momento y después se fueron con la
cabeza baja.
— ¿Luli estás bien?— Mientas lo
decía nos abrazamos.
— Si amor, no pasó nada, no podemos
dejar que nos arruine la noche.
— Lo voy a matar en cuanto lo
encuentre. ¡Te insultó!
— Tranquila, no pasa nada, es solo
otro imbécil— Cuando sentí que ella estaba bien recién pude bajar un poco la
guardia y mirar al resto del grupo defensor, estaban las otras chicas, que eran
cuatro, más sus dos parejas de baile, y mis cuatro amigos, mas nosotras siete.
En total diecisiete contra cuatro, sin contar con las lanzas, hubiera sido una
masacre para el Indio y los suyos.
— ¡Chicos gracias, llegaron justo!—
Exclamé.
— No es nada. ¡Para eso estamos los
amigos!— Se me vino un aluvión de ideas juntas a la cabeza, ellos seguían
considerándome su amigo a pesar de saber todo. Y no solo ellos, parecía que
todos lo sabían.
— Sí. ¡Gracias! Pero… ¿De donde
salieron ustedes tan a tiempo? No los vimos casi en toda la noche, menos por acá
cerca— Preguntó mi hermana extrañada.
— Nos llegó un chisme… Y nos
pareció algo disparatado, lo digo sin querer ofender… Paula. Pero después,
pensando un poco, nos pareció sospechoso que Marcelo no nos avisara que no
vendría, que Laura estuviera muda y sin disfraz, y la prima guaraní que tampoco
hablaba, todo a la vez fue demasiado sospechoso… así que decidimos investigar
como venía la mano. Los buscamos un rato y los encontramos justo que estabas
atrás del escenario… jugando a la soga con las chicas… digamos.
— Si, jugabas a la soga con mi
hermana…— Confirmó el hermano de La Alta, vi cómo ella se sonrojaba, algo
realmente raro.
— Entendimos lo que pasa, y no
quisimos interrumpir… el juego y por eso nos fuimos. Pero enseguida nos dimos
cuenta que era inevitable que hubiera problemas con ustedes así vestidas, con Laura
sobre todo. Así que decidimos quedarnos cerca y atentos a lo que pasara, para
poder dar una manito. Y tuvimos razón.
— ¡Gracias nuevamente! También sabíamos
que tendríamos problemas, pero no pensamos que estando entre tanta gente se
atrevieran a molestarnos tan descaradamente— Me acerqué y lo abracé, pero como
dos chicos.
— ¡eh! ¡Marc… Laura! Que nos mira
todo el mundo.
— Disculpala, está muy susceptible
esta noche— Dijo mi hermana.
— Si… entiendo… no es para menos— Me
separé de él, Luli me volvió a tomar la mano.
— Chicos, les presento a mi novia.
Bueno, ya la conocen, y además es tu hermana. ¡Pero ahora se las presento como
novia!— Luli era hermana menor de otro de mis amigos.
— Sí chicos. ¡Somos novias ahora!—
Confirmó Luli radiante por poder decirlo a los cuatro vientos.
— ¡Cuántas sorpresas tiene esta
noche! ¡Las felicito, que lindas! Y… Laurita… ¿Vamos a seguir siendo amigos o
solo vas a tener amigas?— Preguntó el hermano de Luli.
— ¡Cómo se te ocurre! ¡Siempre
seremos amigos!
— Esto me confunde. ¿Sos mi amigo o
mi amiga ahora?— Preguntó otro de los chicos.
— Es lo mismo, solo hay una letra
de diferencia, cuando sea Laura… o bueno, cuando esté vestida de chica es tu
amiga y cuando esté de chico, es tu amigo, es fácil— Aclaró mi hermana, como
siempre práctica y rápida.
— Eso, como amiga o amigo, soy la
misma persona.
— Por supuesto. Y… ¿Mi hermana
también es tu novia?— Pregunto el hermano de La Alta que nos había visto
jugando… Se complicaba la situación. Pero nos salvó la campana.
— No te preocupes por eso ahora
hermanito, si querés después te explico. ¡Ya está la española en el escenario y
nosotras tenemos que apurarnos!— Noté que La Alta usaba su carácter dominante
con su hermano mayor.
Fuimos a la carrera detrás del
escenario. Todas y todos, una verdadera estampida. Luli tenía la soga colgada
en el cuello como si fuera un collar, se la quitó y me ató en un momento. Mientras
todas nos revisábamos mutuamente los trajes.
— ¡Laurita está toda despeinada!—
Avisó alarmada Chiquita.
— No importa, mejor, así parece más
prisionera— Dijo mi hermana.
— Ah… por eso la ataron. ¡Es su
prisionera!— Dijo el hermano de Luli.
— Sí. ¡Vamos chicas que ya nos
están anunciando!— Ordenó La Alta.
Efectivamente se escuchaba
clarito al Charleta: “Y ahora el participante número dieciocho… Bueno el grupo
participante que todos esperábamos… ¡“Laura y Las Indias”! Luego de anunciarnos
bajó del escenario, y al momento comenzaron a sonar los tambores d nuestro tema.
Nosotras llegamos al pié de las escalera y tomamos nuestras posiciones justo a
tiempo.
— Vamos chicas, ya está sonando la
música. ¡La gente espera!— Nos apuró el organizador.
— Ya vamos, un momento más por
favor— Le dijo La Alta.
Le pegue el tirón de soga a Luli
y comenzamos a subir, las indias gritando, moviéndose como salvajes y agitando
las lanzas, yo con la cabeza baja y como tratando de zafarme. En cuanto
estuvimos arriba notamos que se hizo un silencio total, solo escuchaba los
tambores y los gritos de las indias. Me corrió un escalofrío. Entre los gritos
y los tambores escuché a mi hermana que nos decía:
— Tranquilas, vamos bien, sigamos
así.
Mientras hacía que me resistía
las miré de reojo y estaban realmente espectaculares y hermosas, saltaban y se
movían como poseídas por algún demonio, pero mantenían el ritmo de los tambores
y en conjunto parecía que hubieran preparado una coreografía, transpiraban a
mares, en cambio a mí me corría un sudor frío. Luli se acercó, simulando amenazarme
con su lanza, me empujó, mientras me decía bajito:
— Te sale perfecto ¡Pareces
realmente muerta de miedo!
— ¡Es miedo de verdad!
Se alejó nuevamente y siguieron
su danza salvaje, de vez en cuando me amenazaban con las lanzas y yo hacía que
las evadía. Llegó la parte de la canción convenida para el sacrificio. Luli se
me acercó, puso su cara tan cerca de la mía que casi nos tocábamos los labios,
me miraba fijamente, pero no tenía esos ojos cautivadores, era una mirada muy
agresiva, me asustó más todavía verla así. Me agarró del pelo y tiró mi cabeza
haca atrás, simultáneamente sentí como La Alta me tomaba los brazos y entre
ambas me pusieron de rodillas. En ese momento no pensé si se veía o no mi
trasero. Luli se arrodilló delante de mí y volvió a acercar su cara, mientras
hacía muecas y me miraba a los ojos, me dijo:
— Miren que lindo culito… ¡Y es
todo mío!
Luego se puso de pié, dieron un
par de vueltas, y de repente gritaron al unísono, me pincharon con sus lanzas,
me deje caer, simulé un par de espasmos y me hice la muerta, dejé los ojos y la
boca entreabiertos, pensé sacar la lengua, pero me pareció demasiado exagerado.
Ellas se pusieron de rodillas a mí alrededor, simulando que hacían loas a un
supuesto dios, y terminaron todas de rodillas con las cabezas en el piso y los
brazos extendidos hacia mí. Noté que en esa posición todas las bombachitas
estarían a la vista. Como sabía que ahora me estaban tapando casi
completamente, dije en voz baja, para que solo ellas escucharan:
— ¡Pajeros miren cuantos culitos
lindos!
Pude notar como trataban de contener
la risa, pero ninguna movió un pelo. Repentinamente sonó el último golpe de
tambor. Hubo un instante de silencio que me pareció eterno. Y luego estallaron
los aplausos, con su acompañamiento de silbidos y gritos, me pareció que sonaba
todo mucho más fuerte que con los participantes anteriores.
— Listo chicas. ¡Arriba todas…
saludemos!— Grito mi hermana.
Nos pusimos todas de pié, Luli y La
Alta me ayudaron, saludamos, los aplausos seguían, así que tuvimos que repetir
el saludo tres veces, hasta que subió el Charleta.
— ¡Impresionante chicas!... ¡Gracias
“Laura y Las Indias”!... Ahora es el turno de…
Nosotras enfilamos hacia la
escalera.
— ¡Ayuden a Laura o se va a matar!—
Escuche que gritaba mi hermana, entre todo el batifondo que reinaba. Luli y Alta
se habían anticipado, así que bajamos sin problemas.
Las vi radiantes y felices a
todas, abajo nos esperaban las otras chicas y mis amigos que se nos vinieron
encima en cuanto estuvimos a su alcance. Nos apretaban, aplaudían, gritaban, no
podía entender lo que decían. Vi que La Alta lloraba, Chiquita y mi hermana
también. Luli, también con lágrimas en la cara, me agarró la cara y me dio uno
de sus besos especiales… cuando terminó con mi boca, le dije:
— ¡Soltame de una vez! ¡No puedo
respirar!— Y seguí tratando de recuperar el aliento.
— Si, sí. ¡Perdoname amor!— Ella me
liberó un momento pero enseguida volvió a abrazarme, lloraba a moco tendido en
mi hombro.
Nuevamente el coordinador tuvo
que corrernos de ese lugar. Poco a poco se fueron calmando, Luli seguía pegada
a mí, pero ya no lloraba. La primera en poder hablar fue Mary.
— ¿Qué les pareció?— Me pareció una
pregunta superflua y solo logró que todos comenzaran nuevamente a hablar a la
vez, era muy obvio que les había gustado nuestra presentación.
— ¿Qué me decís ahora Laurita?— Me
preguntó provocadora mi hermana, la miré y estaba realmente radiante, muy
hermosa.
Otra vez todo el griterío. Volvió
el coordinador.
— Chicos por favor tranquilícense un
poco, los otros también tienen que actuar.
Al oírlo miré hacia la gente y vi
que casi todos en lugar de mirar al escenario nos estaban mirando a nosotras.
— ¡Mejor vamos atrás!— Dije al ver
lo que ocurría.
Cuando estuvimos atrás del
escenario, y un poco más tranquilos, comenzamos a intercambiar opiniones y
sensaciones, todas queríamos contar nuestra experiencia y conocer la del resto.
Pensé que ese cotorreo era exactamente igual al que escuche en la habitación de
mi hermana. Me pareció que habían transcurrido siglos desde ese momento.
— Chicos… a los amigos de Marce… y
de Laurita les digo. ¿Prefieren a Marcelo o a Laurita?— Obviamente Luli ya
estaba totalmente normal.
— ¡Luli! ¿Por qué?— Le dije.
— Es lo mismo, ya lo dijimos. Solo
tengo una preguntita…— Dijo el hermano de La Alta. Se me vino abajo la
estantería. Esa podía ser una pregunta muy peligrosa para mí.
— Dale preguntá sin miedo. ¿Qué
querés saber?— Dijo Luli, lanzada al abismo como siempre.
— ¿Alguna tiene una faldita para
prestarme?— Nuevamente sonó una carcajada general incontrolable. Me bajó la
presión varios puntos.
Arrancamos juntos rumbo a la
mesa, vi a mi madre y su amiga charlando animadamente con las vecinas, reían y
gesticulaban. Cuando llegamos todas queríamos hablar a la vez y ellas nos
miraban asombradas.
— ¡Paren un poquito chicas,
tranquilas!— Trató de poner orden mi madre. Nos callamos todas.
— Las vimos, no pudimos llegar muy
cerca, pero las vimos… muy bien, vimos todo como todos... Como dijo el Charleta,
fue “impresionante”. ¡Quedamos con la boca abierta! ¡Seguro ganan!— Dijo mamá.
— Hubo varios que fueron muy
buenos. No sé si ganaremos— Dijo mi hermana mientras miraba hacia las parejas
de bailarines, como para tratar de suavizar el golpe.
— No Anahí… o Laura. Ustedes los
mataron, sobre todo la nueva Laurita… y sus traseros, con eso seguro ganan. ¡La
diferencia en los aplausos fue enorme!— Dijo la brujita.
— No seas mala, nosotras no nos
presentamos para ganar, y menos todavía mostramos nada para ganar, solo lo
hicimos porque nos pareció divertido, solo estábamos jugando, no quisimos sacar
ventaja para nada— Trató de aclarar La Alta. Pensé que no lograría convencer a
nadie.
— Además los ganadores los elije el
jurado, no los aplausos. Hay muchas mujeres en el jurado, y mi papá también es
jurado, no creo que a ellos les resulten tan atractivos nuestros… bailes. Y
como dijo Alta no lo hicimos para ganar— Trató de ayudar mi hermana, aunque me
pareció que solo logró embarrar más la cancha.
— Señora, estoy muerta de sed. ¿Me
convida un poco de gaseosa por favor?— Me pareció que Mary había sido la más
piola, cortó de raíz el tema.
— Por supuesto, ni preguntes eso,
todos sírvanse. ¡Deben estar muertos de sed también!— Mi madre agarró la pelota
al vuelo.
Nos servimos y compartimos lo que
había con el grupo de brujita y mis amigos. Mi madre previsora había comprado más
bebida. Estábamos todas sentadas menos mis amigos, que permanecían de pié
detrás nuestro.
— Chicos. ¿Porque no traen unas
sillas de otra mesa y se sientan también?— Preguntó mi madre.
— No, gracias señora, estamos bien
así.
— Parecen guardaespaldas parados
así atrás de las chicas— Insistió mamá.
— Bueno señora, en realidad, somos
algo parecido…
— ¿Qué? ¿Pasó algo? ¿Porque tienen
que cuidarlas? ¿Están todas bien?
Tuvimos que contarle el incidente
con el Indio. Todas hablamos a la vez, pero finalmente ella pudo entender lo
ocurrido.
— Estuvieron muy bien chicos. Pero
en este momento no es necesario cuidarlas tanto, no creo que pase nada ahora.
— Nunca se sabe señora, con tantas
chicas lindas juntas. No queremos que les pase nada a ninguna de nuestras
amigas o hermanas.
— Como quieran— Mi madre se dio por
vencida con ese tema.
— ¡Chicas! ¿Así que ahora tienen
guardaespaldas?— Preguntó muy divertida Estela.
— Son amigos. Es mejor tener amigos
como ellos que guardaespaldas— Dijo La Alta.
— Cierto— Respondió Estela,
mientras miraba alternativamente a los chicos y a nosotras, como tratando de
establecer relaciones.
Mi madre me hizo señas para que
me acercara a ella, intercambié asientos con Estela, por supuesto Luli me
siguió y consiguió una silla a mi lado.
— En un rato, cuando terminen con
los premios del concurso, tu padre va a necesitar ayuda. ¿Vas a ir?
— Si ma, ya se lo prometí.
— ¿Y quién irá? ¿Marce o Laurita?— Sentí
un apretón de mano, como estaba prestando atención a mi madre, me hizo
sobresaltar. Mi madre lo advirtió.
— Luli, estoy segura que la querés
mucho a Laurita. ¿Pero si vuelve Marce que vas a hacer?— Dijo mi madre,
mientras la miraba como para ver su reacción.
— Señora, ya me gustaba mucho Marce
antes de conocer a Laurita, ella solo me hizo decidir dar el gran paso. Le
aseguro que amo a Marce, a Laurita o como quiera llamarse o vestirse en el
futuro.
— Esta noche, a pesar de que hubo
algún incidente, está resultando muy divertida para ustedes, pero tienen que
pensar que no siempre va a ser así. No quiero arruinarles la fiesta, solo
quiero que no los tome por sorpresa.
— Ma, entendemos perfectamente a
que te referís. Se que mi vida cambió para siempre. Cuando sea Marce, siempre
voy a ser el raro, los discriminadores nunca van a olvidar que fui chica,
aunque nunca más vuelvan a verme vestida como ahora. Y si decido ser chica
siempre, o a veces, también voy a tener ese tipo de problemas, así que en
cualquiera de los dos casos es lo mismo.
— Y… ¿Entonces quién ayudará a tu
padre? Pregunto por qué si será Marce ya tenés que ir a cambiarte— Nuevo
apretón.
— Siento que tengo que seguir
siendo Laura, por lo menos esta noche. Además no puedo cambiarme hasta que
termine el concurso, si tenemos la suerte de aparecer en los primeros puestos,
las chicas cuentan conmigo para ir a buscar el premio, y nos dijeron que hasta
puede ser que tengamos que repetir la presentación. No les puedo fallar a las
chicas, ni a papá.
— Veo que ya decidiste y tenés
clara la situación. Que los dos tienen clara la situación.
— Quédese tranquila, que aunque a mí
me gusta más Laurita, también lo quiero a Marce, vamos a seguir juntos, pase lo
que pase.
— Luli, son chicos todavía. Aunque
si todo lo que me contaron es cierto son bastante precoces... Tienen que
disfrutar el presente y no preocuparse mucho por el futuro. Ya van a aprender
que no hay que pensar que algo durará para siempre, y cuando lleguen los
problemas, cosa que siempre sucede, tratar de solucionarlos juntos. ¨Lo peor
que pueden hacer es empecinarse en seguir con una relación que no funciona,
solo los haría sufrir a los… a las dos. No crean que quiero asustarlas, es como
dije, solo quiero que estén preparados para lo que pase y evitarles sufrimiento
sin necesidad.
— Gracias ma, las dos sabemos que
papá y vos solo quieren lo mejor para nosotras.
— Creo que al concurso le falta un
rato todavía, ninguna comió nada en toda la noche, todavía tienen tiempo de ir
a buscar un sándwich o lo que quieran comer. Acá solo tenemos estas papas
fritas, que no son suficientes para toda esta banda que tienen.
— ¡Yo quiero papas!— Dijo mi
hermana, que obviamente había estado muy atenta a toda la conversación.
Todas querían papas, en un
momento las desaparecieron.
— Nosotros podemos ir a comprar.
Así ustedes pueden ir rápido al escenario si es necesario— Ofreció el hermano
de Luli. Me pareció que el también escuchó atentamente.
— Gracias chicos. ¿Chicas que quieren
comer?— Preguntó mi madre al grupo.
A coro
las chicas respondieron: ¡Más papitas! Los chicos se fueron a comprar, mientras
nosotras seguimos charlando con mi madre y Estela, el ambiente parecía mucho más
distendido que al inicio de la noche.
Al rato los chicos volvieron con
varios paquetes de papas y algunas gaseosas. Todos los presentes comieron y
tomaron. Pensé que era buena idea no comer nada pesado, aunque no tuviéramos
que repetir la presentación, todavía me quedaba un buen tiempo de actividad
ayudando a mi padre.
Finalmente anunciaron que habían terminado
las presentaciones, y que el jurado estaba deliberando para determinar los
triunfadores. Que habría un primero, un segundo y un tercer puestos, luego
enumeraron los premios correspondientes. Mientras el jurado deliberaba, el Charleta,
además de recordar que compren las rifas y toda la perorata respectiva, dijo
que luego de finalizada la entrega de premios habría una tanda de baile con
discos mientras se preparaba la “Destacada Orquesta del Maestro…” que nos
deleitaría con sus tangos y milongas, noté que las chicas apenas prestaban
atención, solo les interesaba conocer el resultado del concurso. En cambio personalmente
solo me importó el hecho de que en cuanto terminaran con el concurso tenía que
estar disponible para mi padre.
— Mami, creo que mejor voy yendo
para el escenario, quiero que papá me vea y sepa que estoy lista. Luli vos hacé
como quieras, aunque supongo que vas a venir.
— ¡Chicasss! Nos vamos. Laura tiene
que ir al escenario a trabajar— Gritó Luli en cuanto me escuchó. Todas
reaccionaron inmediatamente, abandonaron las papas y sus sillas, sin esperar que
yo haga lo mismo.
— Hasta luego ma, como ves, esta
noche no voy a estar sola ni un segundo. Cumplimos lo que nos pediste. ¡Siempre
juntas!
— No me contaron exactamente eso…
Pero… ¡Muy bien! ¡Sigan divirtiéndose chicas!— Obviamente ya sabía todo lo
ocurrido en detalle.
— ¡No se olviden los
guardaespaldas!— Nos gritó Estela sonriendo.
Los “guardaespaldas”
no necesitaban que les dijeran que nos siguieran. Todos juntos fuimos caminando
hasta el escenario, como de frente y costado estaba atestado de gente esperando
el resultado el concurso, fuimos directamente detrás del telón. Mi padre estaba
deliberando con los otros miembros del jurado, me asomé, esperé que me viera, y
le hice saber que ya estaba lista para cuando me necesitara, de paso sabría que
había venido como Laurita, por si se arrepentía de lo dicho al respecto.
Dos de las chicas se acercaron al
que organizaba a los participantes y le avisaron que estábamos cerca, también
avisaron que estaban con nosotros las dos parejas que bailaron el vals. Al rato
los miembros del jurado formaron una fila de frente al público y uno se acercó
al Charleta y le entregó un papelito, todo muy ceremonioso. El anunciador se
tomó su tiempo para leerlo y crear suspenso. Anunció primero al tercer puesto,
eran los bailarines de tango de ropa cruzada, los invitó a subir al escenario,
el segundo lugar fue para las dos parejas antiguas, las chicas comenzaron a
gritar, y los cuatro bailarines también subieron. Luego de dar vueltas un rato,
anunció el primer puesto. Para decepción de las indias, que aunque no lo
reconocieran estaban ilusionadas con ganar, la triunfadora fue la odalisquita,
que subió al escenario junto a su madre, ambas llorando de la emoción, se
escucharon muchos aplausos y también silbidos, se escucharon algunos gritos de ¡Las
Indias! Las Indias!!!”.
— Bueno, aunque no ganamos nada, por
lo menos tenemos hinchada— Dijo decepcionada mi hermana.
— Mejor no conocer a la hinchada—
Acotó La Alta.
— Si mejor— Confirmó el hermano de
Luli.
— Chicas. Obviamente no vamos a
tener que repetir, así que si quieren vallan a la mesa o donde les guste, mi papá me va a llamar en un
momento y tengo que ir al escenario. Ahí no me puede pasar nada, además va a
estar mi padre arriba preparando todo para la orquesta, así que no hace falta
que me cuiden por un rato.
— No nos vamos a ir, vinimos
juntas…— Comenzó con el lema grupal La Alta.
— Bueno chicas, como quieran, pero
se van a aburrir.
— Yo no me aburriré Voy a subir a
pasar música con vos— Dijo Luli muy decidida.
— Si querés subir no creo que haya
problema, pero me vas a tener que soltar la mano. ¡La voy a necesitar para
hacer el trabajo!
— Bueno, no te preocupes por eso, cuando
llegue el momento te suelto mi amor.
— Luli, no seas tan pesada, déjala
respirar un poco— Dijo mi hermana.
— Si a ella no le gustara la
soltaría, pero sé que le gusta tenerme siempre… ¡A mano!
— No peleen chicas, no me molesta
que estemos así, pero no puedo manejar los equipos con ella pegada. Después
seguiremos tan juntos como hasta ahora.
— ¡Son dos babosas! Hagan lo que se
les cante.
— ¿Chicas, ustedes que van a hacer?
Se van a quedar acá todo el rato, por lo menos pueden ir a la pista, desde ahí
nos podemos ver perfectamente, y bailar un rato, si es que la música que pongo
les gusta.
— Ya veremos que hacer, no te
preocupes por eso— Me respondió La Alta.
Mi padre
se asomó y me indicó que subiera. Fui hasta la escalera y subí, obviamente con
Luli a mi lado, en cuanto nos vieron comenzaron a gritar, silbar, y aplaudir.
Estaba decidida a que nada entorpeciera lo que tenía decidido hacer, así, que
aunque me impresionó que me recibieran de esa forma, no presté demasiada atención.
Fui directo con mi padre que estaba junto a los equipos, en uno de los laterales
del escenario.
— ¡Parece que te saludan, Laurita!—
Dijo mi papá mientras miraba alternativamente a Luli y a mí.
— No te preocupes pa, yo vine para
ayudarte con la música y eso haré, aunque aplaudan y griten todo lo que quieran.
Luli quiso venir también. ¿Hay problema en que se quede? No va a molestar para
nada— Mientras hablaba comenzó una segunda ola de gritos y aplausos, me pareció
era más fuerte que la anterior.
— No hay ningún problema que se
queden, ni Luli, ni las otras chicas.
— ¿Qué otras?— Me di media vuelta y
vi que todas las indias y las chicas del grupo de la brujita habían subido
detrás nuestro, mis amigos estaban subiendo la escalera también, estaban todos
arriba del escenario.
— ¿Qué hacen chicos? ¿Cómo podrá mi
papá preparar todo con ustedes acá arriba?
— No te preocupes… hija, puedo
preparar todo igual. Dale, dedícate a lo que viniste a hacer, buscá algún disco
y que empiece el baile, la gente se está impacientando.
— ¿Que pongo pa, que clase de
música?— Para los más jóvenes aclaro que en esa época los dj no tenían tanta
libertad como ahora, el repertorio y su distribución durante la noche era
bastante rígido, solo variaba de acuerdo al lugar o al tipo de evento de que se
tratara.
— Ya que el escenario está lleno de
chicos y chicas poné música moderna. Esa vos la conocés bien.
Rápidamente
busque entre los discos y separé algunos, en cuanto los vi, supe como comenzar
la tanda, puse el disco, busque el inicio del tema, y lo solté a todo volumen,
no presté mucha atención a la reacción de la gente, ya estaba preparando el
siguiente tema. Mi padre me interrumpió.
— Abrile el micrófono al Charlatán,
quiere anunciar algo.
— Que plomo. ¡Justo cuando arranco
con la tanda de baile!— Conecté el micrófono, y miré para ver que hacía la
gente, la pista estaba colmada, algunos estaban bailando y otros gritando o
aplaudiendo, cuando vieron al Charlatán con el micrófono le prestaron atención.
— Como pueden ver tenemos un show
fuera de programa. ¡Saludemos a Laura y SUS Indias!— Me tomó por sorpresa lo
que dijo gritando entusiasmado.
Apenas
terminó de decirlo todos comenzaron a aplaudir. Las chicas me miraban tan
sorprendidas como yo. Estaba acostumbrada a la dinámica de ese trabajo, así que
sin pensarlo, automáticamente, en cuanto el Charlatán termino la frase, solté
el segundo tema a todo volumen. Miré a MIS indias y sin dudarlo les grité.
— ¡Bailen Indias!
Las
chicas empezaron a bailar, esta vez en forma normal, enseguida se les unió el
grupo de la brujita y uno de mis amigos, los otros tardaron un momento, pero
también se acercaron a las chicas y se sumaron al grupo danzante. En la pista también
todos bailaban, aplaudían y gritaban.
Dejé de prestar atención al baile y
prepare el siguiente tema, como había dicho mi padre, conocía muy bien ese tipo
de música y los temas que estaban de onda, como solíamos decir. Así que no me
costaba trabajo seleccionarlos, a su momento hice el enganche, todos seguían
bailando.
De repente siento que Luli me tira
del vestido suavemente, me había olvidado del vestido, bikinis y todo eso, solo
estaba concentrado en la música y los bailarines, pero ella me los hizo recordar.
Al contrario de lo que esperaba, me causó placer y alegría estar en esa
situación.
— ¡Tenés que bailar vos también
amor!— Me gritó en el oído, para que pudiera escucharla.
— Andá a bailar vos si querés, yo
no puedo, tengo que poner la música, ya te dije que no se hacerlo ni me gusta.
— No seas tonta, movete un poco,
seguime, están todos pendientes de lo que hagas, sos la estrella, dame ese
gusto amor, movete un poquito con ritmo. ¡No es difícil!— Tenía esa mirada
irresistible, además me gustó como sonó cuando dijo “sos la estrella”, cedí y comencé
a moverme un poquito, tratando de llevar el ritmo, mientras sacaba un disco,
colocaba otro en el plato, me coloqué un momento los auriculares para buscar el
empalme, solté el disco, cambié de plato en el mezclador y arrancó el siguiente
tema, cuando me quité los auriculares escuche que todos cantaban, gritaban y
hacían palmas mientras bailaban, el tema era muy movido y conocido, todos lo
seguían, las chicas se veían felices revoleando sus vestidos bolsa en el
escenario, la enfermera, la brujita, las dos damas y sus parejas, y mis amigos,
todos bailaban. Me miraban, su alegría era contagiosa. Verlos así me parecieron
lo más hermoso que había visto en mi vida.
— Viste tonta, te adoran. Seguí
así, vas mejorando— Ella bailaba a mi lado. Mientras trataba de seguir el
ritmo, vi que mi padre dejó un momento los cables que estaba acomodando entre
los chicos, y se acercó.
— Increíble hija, esta noche sí que
los tenés en el bolsillo. ¡Nunca los vi tan enganchados! Ni a vos tampoco. Dale
que hoy la estrella sos vos no los artistas que contrataron— Otra vez me había dicho
hija, y la misma frase sobre la estrella. Me estaba gustando la idea, no quería
distraerme y meter la pata con la música así que decidí no pensar en eso, ni en
la ropa, me repeti que solo debía ocuparme de la música los bailarines. Separé
más discos, fui enganchando los mejores temas, pasaron varios y todos seguían
totalmente copados, los tenía realmente enganchados, como había dicho mi padre.
— ¿Vistes que no era tan difícil?— Cuando
la escuché, primero no supe a qué se refería, pero luego noté que me movía
mucho más, meneaba el trasero mientras tocaba perillas y discos… Estaba
bailando sin darme cuenta, el movimiento me salía automáticamente. No lo podía
creer.
— ¡Soy la novia de una estrella! Me
encanta como movés el trasero. ¡Los tenés locos a todos, y no solo por la
música!— Volvió a gritar en mi oído.
— No estoy sola acá arriba, están
todas ustedes, y las otras chicas y chicos, son todas lindas. ¡Hay mucho para
mirar en el escenario!
— Si, nosotras estamos, pero vos
sos LA Estrella. Ya lo dijo clarito el Charleta “Laura y SUS Indias”, somos TUS
indias.
— Estamos todas acá, yo ni siquiera
soy Laura de verdad, en realidad la que se merece ser la estrella es la
verdadera Laura, ella hizo lo necesario para que llegáramos a este momento.
— Ella lo sabe y lo está
disfrutando. Lo hizo por vos mi amor— Decidí dejar ese asunto para otro momento,
tuve miedo de que si prestaba más atención a mi baile, mi ropa y las chicas
podría arruinar el encanto, pensé que vivía un momento mágico. Mejor seguía
pensando en mi trabajo de dj.
La tanda
duró unos 30 minutos, todo el tiempo bailaron a pleno, en la pista y en el
escenario. Mi padre se acercó y me dijo que ya había llegado la orquesta y que
no podían retrasarse. Que tendría que cortar la música.
Sabía perfectamente que no podía
simplemente bajar el volumen y el ritmo para que fueran dejando la pista, habrían
silbado e insultado por horas, lo pensé un momento, y aunque no me gustaba para
nada la idea, no encontré otra solución. Agarré un micrófono, baje un poco la
música y me tiré a la pileta:
— ¡HOLAAA GENTEEE!
— ¡HOLAAAA!— Respondieron como una
sola voz gigantesca.
— ¡GRACIAS POR LA BIENVENIDAAA! ¿LES
GUSTÓ LA MÚSICAAA?
— ¡SIII!
— ¿Y LAS BAILARINAAAAS?
— ¡SIII!
— ¡QUE BUENOOO! ¡PERO
LAMENTABLEMENTE TENEMOS QUE CORTAR EL BAILE! ¡YA VIENE LA ORQUESTA! ¡UN TEMA
MÁS Y CORTAMOS! ¡MAS TARDE VOLVEMOS!
— ¡NOOO!
— ¡MAS TARDE SEGUIMOS! ¡ESTAMOS
TODAS MUERTAS DE CANSANCIO ACÁ ARRIBAAAA! ¡LA ORQUESTA YA ESTÁ LISTAAA!
— ¡NOOO!— Silbidos, aplausos,
gritos, volví a subir la música, enseguida cambié el tema, puse el mejor que
tenía.
— ¡ÚUUL TIII MOOO TEEE
MAAA! ¡HASTA LUEGO
GENTEEE DEL CLUUUB!— Y volví a subir al máximo el volumen tratando de tapar el
griterío general. Paulatinamente se fueron calmando y siguieron bailando.
Cuando estaba finalizando el tema salude nuevamente.
— ¡EN UN RATITO VOLVEMOS!— Y corté
la música de un golpe, al momento habló el Charleta.
— ¡Gracias Laura, gracias Indias!— Todo
era un mar de aplausos y gritos, las chicas vinieron y se amontonaron todas
apretujadas contra mí, estábamos todas bastante asustadas a esa altura de los
hechos. No podía evitar que corrieran lágrimas de emoción por mi cara, pero no
lloraba, al contrario, tenía una sonrisa tan enorme como las que veía en las
caras de mis indias.
— ¡Paren un poco chicas! ¡Van a
tirar la mesa con los equipos!— Tuve que gritar para que me escucharan.
— ¡Vamos chicos! Bajen rápido antes
que se pudra todo— Nos ordenó a los gritos mi papá.
Hicimos
caso inmediatamente, bajamos, todo era un pandemonio, se escuchaba: ¡Otra! ¡Otra!
¡Laura! ¡Indias!, todo mezclado, el Charleta trataba de calmarlos, pero apenas
se lo escuchaba. Los dos porteros y algunos hombres más estaban esperándonos
abajo, nos llevaron rápidamente a la oficina y cerraron la puerta. Todo el
grupo quedó adentro. Nos mirábamos asombradas entre nosotras. Creo que ninguna
podía creer lo ocurido hacía unos instantes.
— ¡Chicas! No me miren así por
favor— No me respondieron, ni dejaron de mirarme.
— ¡Tampoco puedo creer lo que
hicimos!— Dije tratando de que reaccionaran.
— Lo que hiciste. ¡Vos lo hiciste
hermanito!
— No Lau, todas y todos. Yo puse la música si, pero
ustedes bailaron como locas. Y lo más importante es que me llevaron ahí, sin
ustedes no hubiera hecho nada chicas.
— Basta de tirar rosas, Laurita los
dio vuelta a todos, nosotros ayudamos, pero ella dirigió el circo, y te quieren
a vos. Nosotras somos “Tus” Indias, y por lo menos yo, estoy feliz de poder
serlo— Dijo La Alta.
— No, somos “Laura y Las… o Sus
Indias”, Laura es ella, mi hermana, no yo. Ella armó todo esto y nos hizo
llegar hasta acá, nos empujó y siguió empujando cada vez que fue necesario,
ella es la verdadera estrella, aunque la gente de afuera no lo sepa.
— Yo me llamaré Laura, pero “Laura
La Estrella” sos vos, las Indias somos TUS Indias, y la gente es TU Gente. Eso
no me molesta, al contrario, me encanta que lo hallas logrado y poder
participar en todo esto.
En eso
entró el presidente del club, seguido de otras personas, entre ellas mi madre y
Estela.
— Increíble los que hiciste… Marce
o Laura… como sea. Y ustedes también chicas y chicos. Nadie se lo esperaba,
afuera están todos esperando y pidiendo que vuelvan. La orquesta no quería
tocar porque la gente no paraba de gritar, al final el Charleta logró calmarlos
y los pobres músicos pudieron presentarse. Pero en cuanto terminen, van a tener
que volver ustedes o nos queman el club. Enseguida les traerán bebidas y algo
para comer, deben estar cansados.
— Sí, estamos muertas, gracias
señor— La Alta fue la primera en reaccionar.
— Chicas, no tengo palabras. Se me
salía el corazón del pecho cuando las veía ahí arriba. ¡Cuando te veía tan
feliz Marce! Sabía que necesitabas un cambio en tu vida, y que esta noche era
adecuada. Pero… ¡Nunca pensé que vería semejante destape! ¡Me diste una enorme
alegría!
— Ma, no es para tanto. Solo puse
música como siempre, solo que esta vez era Laurita no Marce quien lo hacía.
— Eras vos, no importa si te
decimos Marce o Laura o que ropa uses, eras vos. ¡Sos vos!
— Bueno, como quieran, no se olviden
que todos estaban atentos a lo que haría, gracias a todo lo que pasó antes,
durante la noche y el concurso, y eso no lo hice yo sola, fuimos todas. Y sobre
todo Laura, fue ella la que genero todo— Casi no podía seguir hablando, parte
por la emoción y parte porque me estaba relajando paulatinamente y se me
acababa la batería, piensen que también había gastado un par de cartuchos esa
noche.
— Llegaron las bebidas, aprovechen
ahora, porque en un rato tienen que volver al escenario. Esta noche quedará en
el recuerdo del barrio, se los aseguro, gracias chicos— Dijo el Presidente, se
notaba que también estaba emocionado.
Hicimos
lo que nos dijo, tomamos y comimos, después las chicas comenzaron a arreglarse
unas a otras, mi madre me ayudó, me peinó, me limpió la cara y me repuso el
maquillaje. Luli miraba de reojo lo que hacía mamá, pero se contuvo y no dijo
ni hizo nada. En cuanto estuve lista, se volvió a pegar a mí.
— Te daría un chupón que te dejaría
sin aire, pero no quiero arruinar tu maquillaje, tu mamá trabajo mucho, estás más
hermosa más que antes. Se ve que tiene experiencia y sabe lo que hace— Dijo
Luli mientras me examinaba.
— Vos también estas más linda ahora
que te sacaste la pintura de india y se te puede ver la cara.
— Todas nos lavamos la pintura de
indias, así que ahora van a poder ver que hay dos Lauras casi idénticas en el
escenario. Solo que una es la estrella y la otra está vestida de india.
— Mejor, que conozcan a la
verdadera autora de todo.
— No lo sé, me parece que van a
pensar que es solo otra jugarreta nuestra.
— No te preocupes amor, esta vez yo
soluciono el problema.
— ¿Qué vas a hacer? Ya no hay
tiempo para que te cambies vos o ella. Además como Marcelo no te van a querer.
— No quiero hacer eso, tranquila.
Vamos a ver a las chicas— El resto de las chicas también se había quitado la
pintura de india y estaban arregladas como señoritas que eran, solo seguían
luciendo los vestidos-bolsa.
— ¿Estás lista Laurita?— Preguntó
mi hermana.
— Sí. ¿Y vos, Laurita?— Todas las
indias y mi madre rieron.
— ¿Ahora vas a seguir siendo Anahí
o vas a ser Laura?— Pregunté.
— Anahí volvió a Paraguay. Ya todos
saben que vos sos Marcelo. Así que no veo porque me preguntás eso.
— Solo quería confirmarlo. Yo no
puedo ser Marcelo así vestida, tampoco puede haber dos Lauras, como dijimos
antes. ¿O sí?
— Bueno, vos sos Marce, así te decimos casi todos,
y ese apelativo sirve para ambos sexos— Dijo mi madre.
— Sí. Creo que no tengo otra
opción, es unisex. Aunque me gustaría tener un nombre realmente femenino.
— Podés ponerte el nombre que
quieras mi amor— Intervino Luli.
— Creo que no hay tiempo para eso,
mejor que por esta noche sea Marce. Después, con tiempo, podrá pensar un nombre
que le guste— Le respondió mi mamá, se ve que el asunto de cambiarme el nombre
no le caía muy bien.
— Como siempre tenés razón ma— Dije para
terminar con el asunto.
Luego de
pensar un momento agregué:
— Pero el grupo se sigue llamando
“Laura y Las Indias”, que así nos sigan presentando Presidente, es un
reconocimiento a la autora intelectual de todo esto, mi hermana.
Llegó un muchacho para avisar que
ya estaba terminando la orquesta y que el Charleta y mi padre querían saber si
volveríamos al escenario y cuando.
— ¿Chicas que hacemos?— Les
pregunté a mis indias. En ese momento sentí realmente que todas eras mis
indias, incluida mi hermana, en ese momento no lo pensé pero creo que tuve
algún sentimiento algo incestuoso.
— Decidí vos. Son la jefa, nosotras
te seguimos hasta el mismísimo infierno— Dijo La Alta y el resto movió la
cabeza apoyando la moción.
— ¿Todas se sienten bien como para
repetir lo del baile? Insistí para asegurarme de que realmente quisieran
repetir la jugada. Nuevamente todas estuvieron de acuerdo.
— Decile a mi papá y al Charleta
que en 10 minutos estamos en el escenario. Y que seguimos siendo “Laura y SUS
Indias”— Le dijo mi hermana al mensajero.
Todas
volvimos a controlar nuestra apariencia y un par de minutos después salimos
rumbo al escenario. Mi hermana estuvo acertada al decir 10 minutos. El
recorrido al escenario sería de unos 30 metros, pero casi no podíamos avanzar.
En cuanto salimos de la oficina vimos que había muchos chicos y chicas
esperándonos afuera. Todo el camino mis amigos y los dos porteros tuvieron que
abrirnos paso entre nuestros flamantes admiradores.
Las chicas me miraban y yo a ellas,
todos con cara de incrédulos. Ninguno esperaba semejante reacción. Algunos
trataban de tocarnos. Pensé que podían romper alguno de los vestidos-bolsa que
no eran muy resistentes y ya habían sufrido durante esa noche. Recordé que
debajo del papel solo había muy poca tela y mucha piel. No podía cuidarlas a
todas a la vez, pero por lo menos a Luli si podía defenderla, ya que para
variar estaba agarrada a mí como garrapata. Solté mi mano de la suya. Me miró
con sorpresa. Luego la tomé de la cintura con las dos manos y la hice caminar
delante de mí, bien pegaditas.
— ¿Qué pasa amor?
— No quiero que te toquen o te rompan
el vestido. Están muy brutos ahora.
— Gracias por cuidarme. ¿Y las
otras chicas?
— Se tienen que cuidar entre ellas,
no puedo cuidarlas a todas a la vez.
Miré a
las otras. Ellas vieron lo que hice con Luli y ya nos estaban copiando, se
pusieron en parejas, como eran cinco, sobraba una, esa fue justamente mi
hermana y en el acto mi madre se le pegó. Las cuatro parejas así formadas
seguimos camino tan juntas que casi no podíamos caminar. Estela, mis amigos,
las otras chicas y chicos disfrazados y los porteros nos rodeaban haciendo
cordón, pero por momentos los empujaban y se nos venían encima. Finalmente
logramos llegar detrás del escenario. Habían formado una especie de corral en
ese lugar y el público no podía entrar, ahí estuvimos tranquilas.
— ¿Todo bien?— Pregunto mi padre
asomándose por el telón.
— Creo que sí— Respondió mi madre.
Noté que
estábamos en el mismo lugar donde hacía un par de horas había… jugado a la soga
con Luli y La Alta. Nuevamente me pareció que el tiempo corría a distinta
velocidad de lo normal esa noche.
— En este lugar hace poco estuvimos
jugando solitas nosotras y La Alta. Ahora parece otro mundo— Le dije en el oído
a Luli.
— Es otro mundo amor. Tengo ganas
de subir y repetir lo que hicimos con el baile, aunque también me gustaría
poder estar sola con vos y quizás con ella.
— Una cosa por vez Luli, ahora
tenemos que cumplir con la gente que espera. Nosotras nos metimos en esta
situación y nos tenemos que hacer cargo.
— ¡Aunque no estemos solas no me
importa!— Esta vez vi llegar esa llama a sus ojos. Luli se puso en puntas de
pie, me agarró de la cintura y comenzó a besarme a su violenta manera. La
abracé fuerte. Ni siquiera se privó de acariciarme la cola, incluso sentí que
me levantaba un poco el vestido, que ya de por si era bastante corto. Mi pene
intentaba escapar desesperadamente— La Alta inmediatamente nos abrazó a los
dos, diciendo suavemente en nuestros oídos que nos quería tapar para que no nos
vieran.
— Luli, mi amor, Alta... ¡Por favor!
¡Me voy a mojar de nuevo! Y enfrente de mi mamá y de todo el mundo. ¡Tranquilas
chicas por favor!— Les dije, casi les rogué, cuando Luli me dejó libre la boca
para que pudiera respirar.
— Listo, listo, quédate tranquila
que me saqué las ganas… por un ratito. No aguantaba más el deseo de besar a mi
chica hermosa. ¡Es tu culpa por ser como sos!
— ¡Ay Luli! Me vas a dejar hecha
una pasa de uva. Sos peor que una vampira.
— ¡Sí, eso soy! Si pudiera te
comería toda, toda, toda.
— ¡Yo me las voy a comer a las dos!—
Agregó sin el menor pudor La Alta.
— ¡No sé si excitarme o tenerles miedo!
— Las dos cosas. ¡Tontita hermosa!—
Me dijo mi hermana que había escuchado todo perfectamente.
Escuché
el chan chan típico del final de un tango entre aplausos, silbidos y gritos. La
orquesta había terminado.
Y como
dijo Porky: ¡Estototo es totodo amigos!... Por ahora.